5 may 2010

El maestro de Petersburgo


No había llegado aún a los veintidós años cuando Pavel murió. Que haya sido suicidio o vilmente asesinado, no es lo de menos, por el contrario, es el leit motiv que moverá a Isaev, su padrastro, a descubrir la verdad. Se encara con Maximov, un detective astuto que trata de sacarle la mayor información posible a la hora de rendir declaración y en cuyo proceso, descubre que éste no es el tal Isaev, sino Fiodor Mijailovich Dostoievski. Ambos se tranzan en una acalorada y reflexiva discusión sobre unos textos escritos por Pavel, en particular un cuento en donde un hombre asesina a otro con un hacha, y dada la actitud de Maximov por no devolvérselos, Dostoievski le responde “la lectura consiste en ser el brazo y ser el hacha y ser el cráneo que se parte; la lectura es entregarse, rendirse, no mantenerse distante ni burlón”.

La intención narrativa utilizada por Coetzee en El maestro de Petersburgo, se separa de ese desgarramiento presente de principio a fin, tanto en Desgracia, como en Vida y época de Michael K, en donde la interioridad de los personajes es el detonante de las historias. Esto no quiere decir que no haya situaciones complejas vividas por los personajes en El maestro de Petersburgo, en donde éstos transitan por episodios difíciles en una Rusia prerrevolucionaria golpeada por la pobreza y el frío. Si en aquellas novelas el mundo interno de los personajes y su psique tienen un papel preponderante, en ésta lo más resaltante está fuera del “yo” de cada personaje, es lo que hicieron, las consecuencias de sus acciones lo que destaca en el entramado de la historia.

En el desarrollo de la novela están presente Ana y Matryona, madre e hija respectivamente, a través de las cuales el desesperado padre tratará de hallar pistas que lo lleven a aclarar la muerte de su hijo. Ana, la casera que dio cobijo a Pavel en una habitación de su modesta vivienda en sus días de estudiante, poco a poco va dando detalles sobre hechos que despiertan el interés en la lectura. Surge un extraño nexo carnal y amoroso entre el célebre escritor y Ana, del cual llega a comentar: “El amor es vuelto del revés como un guante, y quedan a la vista las feas costuras de su interior”.

El maestro de Petersburgo es una novela que lleva consigo un persistente elemento intertextual, que va desde la recreación literaria de Dostoievski como personaje, hasta las referencias de alguna de sus obras. Nechaev, un conspirador que algo tuvo qué ver con la muerte de su hijastro, le dice: “He leído Crimen y castigo, su libro. Y de ahí saqué la idea. Es un libro excelente; nunca he leído cosa igual. A veces me aterraba. La enfermedad de Raskolnikov y todo eso. Tiene que haber oído alabanzas de mucha gente”.

Hay también en la novela otros temas presentes: el político prerrevolucionario en un contexto que sin duda afectó toda la historia y sociedad rusa, y la relación afectiva entre padres e hijos dentro de dicho contexto. El maestro de Petersburgo, además, pudiera ser objeto de un estudio más exhaustivo teniendo como eje principal sus elementos metaliterarios (para los que consideran válido este término de la teoría de la literatura).

Otra estupenda novela del Nobel de literatura J. M. Coetzee.

1 comentario:

Icíar dijo...

Después de leer esta reseña, ya tengo presente el libro. Quiero ver eso que cuentas, de que el libro está más centrados en las consecuencias de las acciones, también la descripción de la política prerrevolucionaria, y de fondo esa muerte, y el escritor buscando información... es que tiene que ser muy interesante.

Un saludo