Posiblemente ese sea el primer libro físico que lea en 2022, el de la foto. El adverbio no está demás dadas las implicaciones paternales de rigor. De hecho, escribo estas primeras líneas con mi bebé encima de mí mientras toma la primera siesta del día. Este año que ya está por culminar ha sido complejo en muchos sentidos, y para mucha gente que conozco, difícil al extremo. Del 1 hasta el 21 de abril estuve de cuarentena padeciendo el Covid. La primera semana fue la más ruda, pero lo superé. En el ínterin falleció mi abuela, la madre de mamá y yo cumplí un año más de vida. Para mi madre fue muy duro vivir esta experiencia sola, sin ningún familiar a su lado, solo los viejos y bondadosos vecinos tendieron sus manos en ese aciago momento.
También están las noticias literarias de mi país: el fallecimiento del maestro y poeta Guillermo Sucre y el cierre de mi librería favorita: Librería Estudios. Por suerte, su librero Jesús Santana ahora está a cargo de una nueva librería: Librería Insomnia, que funciona en los mismos espacios de la poeteca en Caracas, qué grata noticia entre tanta debacle. Luego vinieron algunas pequeñas emergencias con el bebé, lo normal, si se quiere para esta temprana etapa de su vida. Aún así, entre otros pormenores, hallé ese espacio necesario para la lectura: ese vicio, esa voluntad, esa necesidad tal vez catártica por encontrarme con las historias que cada libro pueda ofrecer; catártica porque ahí dreno el stress diario, los pesares migratorios, los días malos en el trabajo, la melancolía y el apego, todas esas cosas que complican un poco más la existencia. Aquellos años con más de sesenta o setenta libros leídos por año quedaron atrás. Me doy por satisfecho con lo que leí: libros sorprendentes, nuevos autores que no conocía, escritores a los que vuelvo porque son de mi respeto e interés literario. En fin, unas cuántas y buenas lecturas en su mayoría en digital. Agradezco a los escritores que con gentileza y generosidad me hicieron llegar sus ejemplares electrónicos, y también a aquellos que me hicieron llegar sus libros en físico. No saben la alegría que me dieron cuando llegaba el currier con la carga y preguntaban por mí, sea en mi casa o en mi trabajo. Gracias a todos por considerarme siempre un lector de su agrado. Y bueno, aquí están los treinta y tres libros que leí en 2021.
Namasté
1. Orfeado Insilio, Hernán Zamora
2. Cosmonauta, Enza García Arreaza
3. Noche y océano, Raquel Taranilla
4. El Necronomicón, H.P. Lovecraft
5. Tengo miedo torero, Pedro Lemebel
6. Crema Paraíso, Camilo Pino
7. El silencio, Don deLillo
8. La inclinación, Alexis Romero
9. El oscuro señor V, Norberto José Olivar
10. Emil Cioran, Cuadernos 1957-1972
11. Canto de luz negra, Santos López
12. El muro, Fernando Paz Castillo
13. Serpiente breve, Guillermo Sucre
14. Corrector de estilo, Milton Quero Arévalo (relectura)
15. El revuelo de los insectos, Manuel Gerardo Sánchez
16. Terredad, Eugenio Montejo (relectura)
17. Palabras sin dueño, Adálber Salas
18. Las palabras primas, Fernando Iwasaki
19. Ca(z)a, María Auxiliadora Álvarez
20. Revival, Stephen King
21. Cabal, Clive Barker
22. El africano, J.M. G. Le Clézio
23. La vida alegre, Daniel Centeno Maldonado
24. Los gozos del sueño, María Antonieta Flores
25. El animal moribundo, Philip Roth (relectura)
26. Réquiem y otros escritos, Anna Ajmátova
27. Galateica, Julieta Arella
28. Friday Black, Nana Kwame Adjei-Brenyah
29. Enero es el mes más largo, Keila Valla de la Ville
30. Satélite humano, Numa Frías Mileo
31. Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez
32. La muerte no mata a nadie, Arnoldo Rosas
33. Tongolele no sabía bailar, Sergio Ramírez (lectura en curso).