15 jul 2010

Olor a pólvora


Fuente: una amiga

Hechos: reales


Un destacado comerciante de la ciudad al salir de su tienda fue secuestrado. ¿Novedoso? No. Sin ofrecer resistencia con cuatro pistolones en la cabeza, fue llevado por sus captores a un pequeño infierno.


El olor a orines ya se le colaba a través de la capucha negra antes de que se la quitaran. Tardó algunos segundos en enfocar. Piso de tierra, rancho de hojalata con múltiples huecos de balas. En el medio una mesa pequeña de cuatro puestos y El Celador esperando por la mercancía.



-¿Quieres un guamazo?

-No, gracias.
-Flaquito, ponte cómodo y déjate de mariqueras que aquí puedes pasar días.


El Celador se empinó la botella de ron, aspiró con destreza dos largas rayas blancas que estaban sobre un pequeño espejo y dijo…



-¡Coño, esto está calidá!



El flaquito después de empujones e insultos se sentó también en la mesa.



-¿Tú crees que la vaina es joda?



Acto seguido, El Celador con sus ojos color infierno y la mandíbula dándole vueltas como noria, disparó hacia el piso e inmediatamente le colocó el arma en sus narices y le sopló el delicado hilo olor a pólvora que salía del metal como una cobra hipnotizada.



Los captores pidieron una cantidad multimillonaria para liberarlo, pero los familiares lograron negociar mucho menos con los delincuentes (se omiten las cantidades por razones de seguridad, era que jode).



-Mi amor, no llames a los policías. Si no, quebramos a tu maridito, la cosa va así… –le dijo uno de los malandros.



Pasaron varios días hasta llegar el momento del canje: billete por humano. 21:00 horas, lugar concurrido del centro de Caracas. Allí estaban los captores esperando. Ella sabía quiénes eran porque también fue plagiada junto al comerciante-mercancía-flaquito-maridito. La liberaron para que llevara el mensaje.



-Tengan –dijo ella entregándoles la suntuosa cantidad en un paquete pequeño.

-Listo mi amor, en un ratico soltamos a tu maridito.



Desde las 21:00 horas, el ratico fue hasta el día siguiente a las cinco de la mañana del viernes. Lágrimas y abrazos en la puerta de la casa y los captores junto a la mercancía.



-Flaquito, no te mudes, no te vayas del país, ya hicimos platica contigo. Así que tranquilo que no te vamos a fastidiar más. Por cierto, préstanos la camioneta esa…



-Pero…



-Tranquilo flaquito, no vamos hacer nada malo con ella, es que tenemos cuadrados unos culitos pal fin de semana y tú sabes cómo es la vaina…



¿Qué haría usted en esta situación?



Acto seguido el flaquito le dio las llaves de su camioneta a sus captores. El día domingo a las 18:00 horas, sonó el timbre de la casa. Cuando salieron a ver quién tocaba, estaba la lujosa camioneta intacta, con las llaves pegadas y una nota que decía “gracias”.

6 comentarios:

  1. Jajaja, eso sí es un final imprevisible. Me copio lo de los "ojos color infierno", y me encanta la descripción de la pólvora humeante saliendo de la pistola como "una cobra hipnotizada".

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  2. Parece un cuento surreal, pero...Qué de imposible tiene, nada, nada...

    Gracias, yo no sonreí, yo temblé por lo factible de tu prosa.

    Abrazo!

    Ophir

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  3. Un final interesante, un texto interesante. Muy bueno!

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  4. la realidad supera a la ficción...el escritor supera a dios. otra de tus blognicas magníficas.

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  5. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    TE SIGO TU BLOG




    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...


    AFECTUOSAMENTE
    PALABRAS Y ESCOMBROS

    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DEL FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER Y CHOCOLATE.

    José
    Ramón...

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  6. que buen texto!!
    me encantó
    y la imágen también
    felicitaciones

    besitos de luz

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