Hay libros que conmueven por el tema que abordan y, sobre todo, por la manera en que lo hacen. Este es el caso particular de Sula de la Premio Nobel de Literatura Toni Morrison. La historia va de dos niñas, Sula y Nel, quienes crecieron juntas en un miserable barrio negro en la ciudad de Ohio. Allí vieron de todo y aprendieron de todo, de lo bueno y lo malo, de las bondades como de las mezquindades de la gente. Sula y Nel eran esplendorosas, bellas, atractivas, en un mundo hostil que por encima de todas las cosas lo que buscaba era sobrevivir. “Ambas atravesaron un valle de ojos, heladas por el viento y acaloradas por el sofoco de las miradas apreciativas. Los viejos contemplaron sus piernas rectas como varas, deteniendo las miradas en los tendones de las pantorrillas... Y movieron los labios con una lujuria que la edad había trocado en gentileza, como intentando evacuar el sabor del sudor joven sobre la piel prieta”.
Con el tiempo cada una tomó su camino, la vertiente para forjar su propia historia. Por una parte, Nellie (Nel) se casó, se tornó comedidamente religiosa y se hizo a los ojos de la comunidad una mujer de bien, hasta el punto de ganarse el respeto de toda la gente del barrio. En sus sueños infantiles siempre quiso partir lo más lejos posible de aquel pobre lugar, pero eso fue antes de conocer a Sula, que por el otro lado, sí lo hizo y volvió años después para ser la envidia de muchas y el desespero de unos cuantos hombres. Sula, con su característica piel “color chocolate espeso”, volvió al barrio hecha una mujer imponente y desafiante, que ante el reclamo de Eva (su abuela) por no tener hijos, le respondió: “no quiero hacer otras personas. Quiero hacerme a mí misma”. Su manera innata de seducir era mal vista por todos, y el problema no era que se acostara con los negros, lo grave y mal visto era que lo hiciera con los blancos.
La narrativa de Toni Morrison en Sula es sencillamente magistral. Es ese tipo de libro que a medida que pasas las páginas vas descubriendo el delicado mecanismo de la escritura y el evidente oficio de la autora, que traducciones aparte, es innegable. Sula es un personaje que despunta humanidad más allá de su intrínseco lado ficcional; no deja de ser verosímil en su mundo, en su descripción, en el desarrollo de su lado oscuro y de su antítesis luminoso. Esa mujer desafiante, con una mancha en el párpado con forma de rosa, siempre entrañó un misterio para todos en el barrio y tan sólo fue cuestión de tiempo para que las vidas amorosas de algunos hombres prohibidos sucumbieran ante ella, incluyendo la de Jude, el esposo de Nel. En ellas dos todo cambió y los recuerdos de la infancia, de lo que fueron, combaten en un presente nada alentador.
1 comentario:
Conocía esta escritora por Carol, y desde entonces la tengo en la punta de los ojos para abordarla. Así que imagínate lo mucho que me ha gustado esta reseña, que inmdiatamente ya apunto.
Eso de que "no quiero a otras personas. Quiero hacerme a mí misma" ... no es ninguna tontería.
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