Paul Auter siembra la semilla, la intriga, y luego se va en un larga retrospectiva en donde Peter cuenta en primera persona el día en que conoció a Benjamin Sachs, el desafortunado muerto -y también escritor- en una tarde tapizada de nieve. Ambos eran las dos voces invitadas a una lectura que fue cancelada y que iba a desarrollarse en una modesta taberna neoyorquina. Como dijo el camarero: “Con toda esa nieve ahí afuera no tendría mucho sentido. La poesía es algo hermoso, pero no vale la pena que se te congele el culo por ella”.
La nieve y la falta de público hicieron posible que Peter y Ben establecieran rápida amistad gracias a la literatura, y es a partir de ese encuentro que comienza Leviatán a expandir sus ramificaciones por medio de las variopintas historias y personajes que están envueltos en la trama, con sus traumas y frustraciones, sus penas y alegrías. También están las reflexiones de Peter como creador, como novelista, a través de las cuales pudiéramos ver el espejo de alguna reflexión de Auster: “Yo siempre he sido lento, una persona que se angustia y lucha con cada frase, e incluso en mis mejores días no hago más que avanzar centímetro a centímetro”.
En Leviatán los personajes tienen un corpus completo en cuanto a su interioridad, a su forma de llevar a cabo sus acciones y hacerse verosímiles en el turbulento escenario que Paul Auster plantea. Impresiona, además, cómo el autor va hilvanando todas las historias que a primera instancia parecen desligadas las unas de las otras, pero que a la postre, terminan siendo necesarias para llegar al desenlace.
Las relaciones amorosas también tienen su rol protagónico en Leviatán. Hombres y mujeres en la eterna lucha del entendimiento como parejas; encuentros extraños entre personajes que tan sólo quieren la inmediata satisfacción sexual, pero que terminan casi en tragedia y en un drama que se extiende a lo largo de la novela: “Así es como funciona el mundo. Todos los hombres son prisioneros de su polla y no hay nada que podamos hacer para evitarlo”.
En el juego de vueltas al pasado y previo a la impactante muerte de Ben, se da otro deceso no menos violento dentro de la historia con sus consecuencias colaterales; de un accidente que casi le cobra la vida y que sin duda fue el principio del fin para él. Nada de lo escrito en Leviatán sobra. Hasta el más ínfimo detalle cuenta para llegar al desenlace. Esa es una de las características que hacen de Paul Auster un referente de la narrativa mundial contemporánea, pues de las pequeñas cosas, logra construir estupendos relatos. Catorce ediciones son más que elocuentes para convertir a Leviatán en una de las obras más importantes de Auster.
3 comentarios:
Salvo Tombuctú, no he leído nada más. Pensaba que la mejor era la de Brooklyn Follies, pero veo que esta también merece mucho la pena.
Me ha sido de gran utilidad esta entrada.
Otro abrazo
Esto me resulto más que un simple post, me resulto un excelente recomendado que hasta el momento e disfrutado y voy viento en popa.
Que buena entrada, muy apropiada nunca había visto este tema de esta manera y pues en definitiva me ha resultado realmente interesante.
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