Cuando leí Los seres felices de Marco Giralt Torrente, quedé sorprendido por su evidente dominio de la narrativa, esa que es capaz de extender una mínima idea sobre párrafos de lúdica retórica. Esto mismo aplica en París, XVII Premio Herralde de Novela. Es una insensatez categorizar o enmarcar en un único estilo a un autor con sólo haber leído dos de sus libros. No obstante, desde mi punto de vista, me da la impresión de que estas dos novelas están dentro de un riguroso estilo narrativo, que al instante y al menos con un referente previo, te hace pensar “esto es de Giralt Torrente”.
La escritura más allá de la pasión, es un oficio, seguramente ingrato la mayor de las veces. Hago el comentario porque para narrar, tal como hace el referido autor, hay que ser muy organizado si se quiere llegar a una historia que contenga todos los aderezos literarios: personajes bien definidos; tramas y subtramas bien presentadas; planteamiento de incógnitas y sus resoluciones, entre otros elementos. París cumple estos y otros puntos, aunque da la impresión de ser muy esquemática en cuanto a la estructura, tal como si el autor planteara el corpus del libro dentro de un patrón previamente definido. A mí no me incomoda esto –y es lo que hace un escritor dedicado y disciplinado–, pero es lo que percibo a simple vista.
En cuanto a la historia, la misma parte desde la remembranza que hace el protagonista de su pasado, y por tanto, el texto se vuelve inevitablemente psicológico, en donde los traumas de esa voz narradora –sin nombre ni apellido– van marcando los puntos claves del libro. El presente de ese hombre que cuenta no importa, es en el pasado en donde se buscan las respuestas por más duras que sean. La relación con su madre y su misterioso viaje a París; el padre problemático quien estuvo dos años en la cárcel, y la tía Delfina, catalizadora de unos cuantos momentos de tensión, son los tres elementos con los cuales cuenta el lector para desenmarañar las incógnitas del relato.
París es un libro en donde cuenta más la forma que el fondo, pero sin desmerecer esto último. El desarrollo de las ideas a través de una prosa bien trabajada, la manera en como el autor expone y plantea lo narrado, es lo que llama la atención de cualquier lector atento. Aunque suene a lugar común, no es el qué sino el cómo lo cuenta, lo que prevalece en París, título por demás flojo para una novela ganadora de tan importante premio literario. Lástima que a Giralt Torrente no se le ocurrió primero que a Vila-Matas ese hermoso título de París no se acaba nunca (que hasta en francés suena delicioso: Paris ne finit jamais). En fin, París, una lectura recomendada para lectores bien afilados.
PD.
El libro El final del amor (2011) del mismo autor, no se consigue, agotado.
3 comentarios:
Hola, este comentario es para avisarte que eres nuestro blog destacado, y que estarás una semana en la portada de Punto Hispano a partir de este día.
Amigos muchas gracias.
Bueno, pues me quedo con que es un escritor con el que independientemente de lo que vaya a contarnos, la forma en que escribe ya es para disfrutarlo.
Un abrazo
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