No sé
cuándo saldrá publicado esto,
pero supongo que será
mucho después de las
fiestas “de sembrinas”.
Y vaya sorpresa, hasta
que conseguí la ocasión
para rememorar esta garrafal metida
de pata, muy similar
a la de una
mujer del ámbito social, y ahora político, que habló de
la importancia de tomar “Hache
Veinte”, sí, H2O, y de
las bellezas de los
médanos en el estado
Coro... Cristo redentor.
Voy en
orden. La palabra psicosis
según vi en whiskeypedia (Laureano
Márquez dixit), es “un estado mental descrito como una
pérdida de contacto con la realidad”. Esta brevísima
acepción me lleva irremediablemente a
pensar en los políticos
de nuestro país. Vuelvo
a citar y sea
usted quien compare y
haga la analogía con
respecto a uno de
los síntomas de la
psicosis: “Hablar a solas (soliloquio) creyendo tener un
interlocutor”. Pero no
ahondaré en detalles, porque
ustedes, amables lectores, de
seguro saben a quién
me refiero.
En términos
de la psicología, aquí
hay delirio, desenfreno y
pérdida de las perspectivas reales.
Algo similar a esto
se puede notar en
la mayoría de las
personas en el mes
de diciembre, y a medida
que se acercan las
fechas cumbres, navidad y
fin de año, esto
se agudiza.
Es como si se
acabara el mundo y
necesariamente hay que comprar,
comprar y comprar, lo
que para muchos ya
con efectos de antonomasia, es
felicidad. Ni hablar de
las cadenitas vía celular (por
sms o pin), que
si bien es cierto
llevan muy poco de
psicosis, sí tienen mucho
de posesión espiritual: ama
a tu prójimo....Buuhhh, pero
después de la navidad,
jode al que puedas,
Buuhhh!
Mientras
esto sucede y los celulares revientan con mensajes en cadenas al mejor estilo
del Voldemort venezolano, cual psicóticos muchas familias se entregan a la
tradición de las doce uvas, las cuales hay que engullir a la par de las doce
campanadas de la catedral de Caracas, con semillas y todo. Por razones
inexplicables, son las uvas más grandes y con más semillas de la reciente
vendimia, y las campanadas van más rápido de lo normal. Cual malabaristas
tragan, alzan las copas y evitan que los carajitos hagan algún desastre con los
fuegos artificiales. En fin, qué felicidad.
Quedaron atrás
aquellos 31 de diciembre
que recibí en el
Pico Naiguatá un par
de veces. Ahora es
casita y el confort
junto a la familia,
y cuando hay niños, la magia
brota por doquier, pues la
navidad es de ellos
y para ellos. Ahora me enfrento
en las calles a
los impertinentes comerciantes que te restriegan
en la cara los
cochinitos (alcancías) para que les
des su “aguinaldo”.
Más de uno se
ha arrechado ante mi negativa,
pero es que uno
se lo da a
quien se lo gana,
a esos que se
esmeran por atenderte bien
y no a aquellos,
que sin ton ni
son, representan la clásica escena
de la película Psicosis, cerdito en
mano y música de
Bernard Herrmann, para que les
gratifiques su mala praxis
comercial.
Pero
vuelvo al punto de interés en términos azulados. El lenguaje
en ocasiones lleva mucho de
psicosis, o para ser
más específico, la disfunción no
está en éste per se,
sino en quien lo
usa. Aquí me incluyo,
pues no hay nada
más duro que intentar
defender la lengua. Deja
su satisfacción cuando al menos
una de cada diez
personas, te agradece o
reconoce que sí es
importante darle buen uso.
Y no hablo de
los fancywords como “aperturar” o
“recepcionar” que muchos usan
con vacua elegancia, sino
a escribir o hablar
lo mejor posible. En varias ocasiones he comentado vía twitter que chatear con alguien
con errores ortográficos, es
como hablar con alguien
que tiene mal aliento.
Y esto es cierto,
pues tanto en los
chats como en twitter,
la halitosis es muy frecuente.
La ciencia
y la tecnología del
futuro harán su mejor
esfuerzo y crearán un
dentífrico para combatir esto.
La psicosis es prima
de la locura y
media hermana de la
estulticia. Erasmo de Rotterdam,
creador de esa joya
de la literatura universal
que les recomiendo, Elogio de
la locura,
dice: “Yo (la estulticia), en
cambio, devuelvo a los hombres lo
mejor y más feliz de
su existencia misma, y si se
abstuvieran
absolutamente
del trato con la sabiduría, y en todas las
edades se guiaran por mis máximas, no se harían viejos y gozarían dichosos de
una juventud perpetua”. Emparentadas pues
estas tres señoras, la
psicosis pareciera algo temporalmente necesario
para vivir, sobrevivir o
subsistir. Luego, habría que
lanzarse un cable a
tierra al mejor estilo
de Charly García después
de la gozadera, para
volver paradójicamente al caos de
la verdad. No estoy
ordenando a que se
vuelvan locos ya que
no hace falta, porque
aplicando la del refrán,
de poetas y psicóticos
todos tenemos un poco.
2 comentarios:
Has estado muy ingenioso, jajaja, me llevo la whiskypedia, la halitosis, y el dentífrico que seguro que acabaran por sacar. Lo de H20, es de nota :D
No puedo mas que reír con tan elocuente creatividad, algunas veces incluso extraño el ácido toque al tiempo que agradables de tus reseñas. Esta vez no puedo evitar recordar las palabras de Fernando Lázaro, que tras una muy constructiva critica encontré sobre el mal utilizado termino de aperturar, decia «Aperturado el camino, nada impide que lecturar sustituya a leer, baraturar a abaratar y licenciaturarse a licenciarse».
Feliz Tarde Amigo Mío
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