Así es la vida,
así, así de ilógica,
de irónica, de drástica.
Luis Enrique
Y no sólo muerde. También blasfema y
escupe; engaña y aturde; y como si fuera poco, al mejor estilo venezolano y
particularmente caraqueño, “menta la madre”. Así es Caracas, una ciudad que
puede ser el escenario perfecto para cualquier película violenta, de esas en la
que participan tipos duros como Chuck Norris, Steven Seagal o Jean-Claude Van
Damme, pero con un reparto de actores que sin costo alguno para la producción,
te hace el trabajo gratis en las calles. Caracas muerde es un
libro de crónicas o retratos citadinos que difícilmente funcione como estímulo
turístico a cuanto foráneo quiera venir a la ciudad que vio nacer a Bolívar,
pero que sin duda alguna, sí funciona como el espejo perfecto para ver lo que
somos en la actualidad: un maremágnum de crudas situaciones, que por dantescas,
a más de uno le puede resultar mera ficción, incluso para aquellos que aún
viviendo aquí han pasado ilesos ante tanto atropello, tropelía y un sin fin de
penurias que nos regala la capital. Que lo diga el cantante de salsa Luis
Enrique que bajando las maletas del taxi frente al hotel Eurobuilding, lo
asaltaron –a él y a su manager– un par de malandros en moto.
Héctor Torres nos cuenta, narra, está
ahí, tal vez como testigo, narrador omnisciente o protagonista, pero esto es lo
de menos, lo demás es saber y reconocer que todas y cada una de las treinta
historias que trae libro, son factibles, reales y aplicables a más de un lector
que de seguro se verá identificado en cualquiera de éstas. El autor, con pluma
afilada, recrea entre vagones del Metro, en un colectivo destartalado o
cruzando cualquier avenida, los cuentos que a diario son el pan nuestro de cada
día. Yo soy uno de esos lectores –primera persona incluida– que halló un espejo
perfecto en estas páginas, puesto que en Caracas si el hampa te besa el ombligo
y quedas vivo, debes dar gracias a Dios y a todas las vírgenes juntas. Tal como
dice el autor: “A Caracas no se la habita, se la padece”. (Para que vean
que no les miento lean luego aquí http://palabrasyescombros.blogspot.com/2009/04/se-va-robar-mis-juguetes.html ).
Lo cierto es que Caracas muerde es
un texto que usted puede abrir al azar para entregarse a la lectura desde
cualquiera de sus páginas sin que esto afecte la coherencia total del mismo. La
ciudad que nos relata el autor, si bien es cierto que resulta áspera y
temeraria, llama sin duda a la reflexión de lo que somos y cómo somos. No hay
intención alguna a través de lo narrado, hacer un canto panfletario de
superación o autoayuda, no; hay un simple deseo de contar lo que está a la mano
de quien narra, con un lenguaje preciso y en términos estéticos, depurado,
característica que se destaca sobre todo si se está contando episodios que de
gratos no tienen absolutamente nada, más en una ciudad en donde al parecer,
sólo las guacamayas disfrutan de plena libertad cuando atraviesan Caracas sin
miedo alguno y cuyo escándalo, se transforma en una suerte de burla para
quienes las vemos pasar en colorido y franco vuelo. El clásico cliché de
“cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia”, aplica a la
perfección en Caracas muerde, y con Serrat de fondo mientras escribo
estas breves palabras, me doy cuenta que entre el catalán y Torres hay sólo una
vocal de diferencia: Serrot. Anagrama aparte, lo invito a la lectura, eso sí,
póngase algunos dedales para que le duela menos la mordida.
PD. Así es la vida Luis Enrique.
1 comentario:
Sr. Maldonado; me apetece mucho éste. ¿Sabes si está editado en España, o si lo han lanzado en ebook? Porque si no es así, este libro podría ser el "elegido"l, si te parece bien, y si tal y como parece, esas situaciones, aunque supongo que no serán de todos los días, o igual sí, reflejan un poco cosas que pasan en Caracas :D
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