24 mar 2014

Los boys

Primero quedé atrapado con La maravillosa vida breve de Oscar Wao de Junot Díaz. Pueden buscar una suerte de ensayo que hiciera sobre dicho libro por este mismo camino. Cuando un texto me gusta mucho —y fue el caso del mencionado palabras atrás—, me doy a la tarea de buscar otros libros del mismo autor. Es así como llego a la primera publicación de Díaz titulada Los boys, y quedé igual de agradecido por lo que leí. Si bien es cierto que fue la obra que antecedió a la merecedora del Premio Pulitzer, esta es igual de conmovedora, pero dura a la vez. Son once relatos que pueden leerse perfectamente por separado, pero que en su totalidad tienen un hilo conductor que lleva al lector por el duro mundo de los inmigrantes dominicanos en tierras neoyorquinas. La voz relatora la conduce Yúnior, quien sufre, pasa hambre, frío, se llena de piojos, pelea con su hermano, con sus amigos y un sin fin de situaciones que llevan hasta el límite al niño que crece en medio de las penurias de quienes deciden dejar su isla querida para buscar un mejor futuro en el norte.

Por si todo lo antes mencionado no fuera suficiente, Yúnior, su hermano y su madre, son abandonados por su padre, quien con la promesa (incumplida) de volver por ellos, conoció en carne propia las miserias de llegar a un lugar en donde la primera barrera por sortear es la del idioma. No obstante, nunca falta el momento de humor negro que Díaz utiliza como recurso ineludible a un gentilicio caracterizado por la simpatía. No faltan las reuniones entre los dominicanos a pesar de las dificultades económicas; a los encuentros y las comilonas que traen a la memoria lugares como Santo Domingo o Boca Chica; el desorden, la chanza y la juerga alcohólica aunque al día siguiente haya que madrugar para ir a lavar carros, freír papas fritas o lavar platos; congelarse en el invierno o vivir sofocado en los duros veranos de Nueva York.


En Los boys se da cuenta de una variopinta cantidad de personajes que viven al margen de la sociedad, el borracho, la prostituta, los mafiosos, pero siempre colocando en un nivel más alto a la madre, siempre luchadora a pesar de las dificultades para sacar adelante a sus hijos, en medio una inconmensurable pobreza que no se extingue y parece perpetuarse, tal como si fuera un símbolo que identifica los distintos guetos que pululan en la ciudad. Los boys no es un libro que deja indiferente al lector, no; por el contrario, llama a la reflexión precisamente a través del caos presente en cada página más allá de los fracasos, la incertidumbre y el desconsuelo.

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