11 ene 2025

Resumen de lectura 2024


A la distancia, en solitario y como un verdadero voyeur  observo lo que sucede en el mundo literario venezolano, o una mínima parte de lo que sucede, imposible abarcarlo todo y tampoco quiero. Admiro y aplaudo a los que están en Venezuela y que a pesar de las circunstancias, sigan haciendo lo que hay hacer para continuar promoviendo la lectura, a través de eventos, presentaciones, círculos de lectura, librerías (las pocas que quedan) e instituciones que sudán la camiseta con gallardía para seguir adelante. También felicito a cada escritor coterráneo que desde su parcela en cualquier parte del mundo, hace lo suyo: escribe y escribe; escribe y publica (los más destacados, perseverantes, afortunados o buenos lobbistas). ¿Todo lo que se escribe es publicable? Supongo que no. ¿Y qué hay con la crítica? Bueh, esto sí es un tema de discusión con su inevitable diatriba de por medio: que si no hay una crítica seria; que si bombos y platillos de los amigos de siempre para los escritores de siempre; que si la crítica es descaradamente complaciente. El etcétera puede ser largo. En todo caso, y me pregunto, cuándo leeré una crítica que desmonte, desbarate o explique con argumentos y ejemplos que cierta novela, libro de cuentos o poemario no sirve para nada. Quién se atreverá a escribir algo así de nuestros autores que, bien o mal, son publicados. Ahí les dejo esa inquietud.



Sigo con la mirada puesta en mi patio y lamentablemente dos admiradas personas y destacadas escritoras que conocí  y tuve el privilegio de entrevistar más de una vez, se mudaron a la eternidad y al descanso: Violeta Rojo y Krinar Ber. Luego, días después, leo la noticia de un tercer fallecimiento: el de Roberto Lovera de Sola. En fin, la vida haciendo lo suyo. Pero lo cumbre me llegó el 7 de enero, como a las seis de la mañana, mientras escribía (escribo) estas líneas: por whatsapp, un amigo poeta, me dio la mala noticia del fallecimiento de la poeta Mharía Vázquez Benarroch. Hago un inciso aquí:


“Mharía, llegué tarde. Corrijo, llegué tarde a escribirte estas breves palabras, porque a la noticia de tu partida llegué pronto, incluso antes de que saliera en medios digitales o en las redes sociales. Estuve pensando en ti empezandito diciembre, te escribí un correo y, memez digital de mi parte, el mismo se quedó en la bandeja de salida y nunca partió. Lo peor fue que me di cuenta de esto después de enterarme de la mala noticia. Deja de reírte, sé que te estás riendo. En todo caso, guerrera, recordaré todas nuestras anécdotas y una de ellas fue cuando regañaste a mi hijo menor (entonces tendría unos seis años) por estar lanzando avioncitos de papel desde tu maravilloso balcón, lugar en donde muchas veces leímos y leímos poesía de la buena. Si hay alguien que sabía corregir  textos eras tú. Eras implacable, corrigiendo y en la vida misma. Eras difícil, lo sabes. Pero una vez que uno saltaba esa barrera, allí estaba ese ser humano maravilloso que se quitaba el pan de la boca para dárselo a quien lo necesitara. No te molestes conmigo por estar escribiendo en pasado, es lo que toca. No seas tan fosforito (¿recuerdas que así te decía cuando te molestabas por algo?). Gracias por tus libros dedicados, están a buen resguardo en mi casa caraqueña; por dedicarme un poema en tu antología; por haberme hecho partícipe de tu taller literario Imago Mundi; por algunas y buenas fotos que me tomaste y te tomé; por creer en mi poesía, al menos recuerdo haber compartido contigo en tres recitales poéticos. En fin, eres la única que supo amarrar la paciencia a un árbol y en ser la gurú poética de unos cuantos, me incluyo. Descansa tranquila, lo mereces. Te recordaré siempre.


(Acuarela Martínez, Mharía Vázquez Benarroch y Linsabel Noguera. Foto Jason Maldonado)


Fin del inciso. En lo personal, tuve el privilegio de ser entrevistado por Andrea Rondón y Víctor Maldonado para el espacio Aquí se habla libertad. Allí conversé sobre mis lecturas, las que verán a continuación. De igual modo, sigo escribiendo a pesar de mi esfuerzo por no hacerlo, no tengo alternativa: escribo, corrijo, edito, y así. ¿Publico? Ja, no he tenido esa suerte o el talento para lograrlo. Me he embelesado como nunca de la cuentística, sin dejar de lado la narrativa larga y la poesía. Mis lecturas, ahora seleccionadas con mayor ojo (quiero hacerme la idea de que es así), siempre incluyen una relectura de algún libro fundamental para mí. Cada quien se construye su propio canon literario en un abanico inmenso —y al parecer infinito— de opciones que parecen nacer cada diez segundos, en papel o en digital. Leí menos que el año pasado, pero con mayor fruición y regusto; disfruté de mis relecturas y me di banquete con mis dos descubrimientos: la rumana Ana Blandiana y la chilena Lina Meruane. En lo que pueda las seguiré leyendo. Tengan todos un excelente 2025.



Mis lecturas:


  1. Proyecto de pasado. Ana Blandiana

  2. Las cuatro estaciones. Ana Blandiana

  3. Autobiografía. Eric Clapton

  4. Movimiento perpetuo. Augusto Monterroso

  5. Moby Dick. Hermann Melville (relectura)

  6. Geografía de la oscuridad. Katya Adaui

  7. Cuentos completos. James Salter

  8. Avidez. Lina Meruane

  9. Sangre en el ojo. Lina Meruane

  10. Fin. Karl Ove Knausgard

  11. Cuentos escogidos. Shirley Jackson

  12. Nacido de ninguna mujer. Franck Bouysse

  13. Padres, hijos y primates. José Bilbao

  14. Ocho entrevistas inventadas. Enrique Vila-Matas

  15. El nadador en el mar secreto. William Kotzwinkle

  16. Sacrificios humanos. María Fernanda Ampuero

  17. Baumgartner. Paul Auster

  18. Oryx y Crake. Margaret Atwood

  19.  Cien años de soledad. Gabo (relectura)

  20. El fin de la tristeza. A. B. Tyzka

  21. Las partículas elementales. Michel Houellebecq

  22. Un lugar soleado para gente sombría. Mariana Enríquez

  23. En agosto nos vemos. Gabo

  24. La voz de los cuatro vientos. Fernando Paz Castillo (poesía)

  25. El mar atrás del mar. Adalber Salas (poesía)

  26. Ampliación del campo de batalla. Michel Houellebecq

  27. Qué solos se quedan los muertos. Mempo Giardinelli

  28. El año del diluvio. Margaret Atwood.

  29. Maddaddam. Margaret Atwood.

  30. Mientras estamos muertos. José Ovejero

  31. Mesa para dos. Amor Towles

  32. Canciones para el incendio. Juan Gabriel Vásquez

  33. Técnicas de iluminación. Eloy Tizón

  34. La palabra del mudo. Julio Ramón Ribeyro.

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