Acercarse a los grandes clásicos de la literatura siempre es confortante. Las razones son múltiples y una de ellas es corroborar tras la lectura, la maestría de la palabra, la forma y el tino de escribir no tanto de una situación o hechos particulares, sino la manera, el “cómo” lo hizo el autor.
Este es el caso de Cervantes y su obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, un texto que con el pasar de los siglos, no deja de asombrar a lectores que van hacia el reencuentro de este libro fundacional –y fundamental– de nuestras letras, como a quienes por primera vez se acercan a él. Arturo Gutiérrez Plaza, quien precisamente fue el recién ganador del Concurso Anual Transgenérico que otorga la Fundación Cultura Urbana por su ensayo Itinerarios de la ciudad en la poesía venezolana: una metáfora del cambio, hace este acercamiento a la obra de Cervantes –y a la literatura barroca– a través de su Lecturas desplazadas: encuentros hispanoamericanos con Cervantes y Góngora.
En la primera parte del libro, dedicada totalmente a un breve pero conciso análisis de El Quijote, el autor logra con fina pluma, exponer sus puntos de vista de una manera amigable, lo cual redundará sin duda, en que los lectores se sientan motivados a acercarse al texto de Cervantes, o por lo menos a tener una panorámica del mismo desde diversos puntos de vista sin ser academicista en su lenguaje, con lo cual logra romper esa barrera que separa a los lectores comunes de los lectores especializados en este tipo de texto. Esto de por sí, ya es un logro tratándose de un libro tan complejo con El Quijote.
En Lecturas desplazadas está presente además, la visión particular que tuvieron otros grandes de la palabra sobre El Quijote como lo fueron Borges y Lezama Lima, y de la importancia del análisis que éstos hicieron de tan importante texto. No se puede dejar de mencionar también, la visión romántica que hiciera Federico Schlegel de la obra de Cervantes, para terminar de complementar todo el análisis que hiciera Arturo Gutiérrez Plaza. Para la magnificencia que representa El Quijote dentro del mundo de las letras, el autor logra en este breve ensayo, un ameno análisis del mencionado libro que va desde la naturaleza simbólica del mismo, pasando por los aspectos morales, sociales y hasta cómicos que se le han adjudicado a la obra.
La segunda parte de Lecturas desplazadas, más breve que la anterior pero más condensada, aborda la literatura barroca (hablar de lo barroco siempre será complejo y profundo) desde la cosmogonía de Alejo Carpentier, Lezama Lima y Sarduy, partiendo desde el icono fundacional de lo barroco como lo fue Góngora. El autor establece conexiones bien fundamentadas entre los estilos de estos escritores, dejando muy en claro la erudición y el talento de éstos: “De la obra de Carpentier, con más afinidades con La Vorágine de Rivera o con Canaima de Gallegos que con Paradiso de Lezama Lima o Cobra de Sarduy, se desprende también una concepción de la literatura (y del barroco en particular) como otra forma de artificio, regida por la exhibición sobreabundante de una erudición cultista y verbal que busca refinar los procesos de enmascaramiento de sus referentes en el plano estilístico…”
Las lecturas –no tan desplazadas– que hiciera Arturo Gutiérrez Plaza de los textos y autores antes referidos, quedan en evidencia en este breve ensayo que da otras luces a los lectores que se acerquen a las mismas.
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