veo tu cuerpo sembrado en tejavana
y de allí me prendo inútilmente
rasgando mi acequia de lágrimas
van mis palabras hirsutas
royendo el camino
y mis gualdrapas no disimulan
este famélico destino de hiedras
la evidente incuria de años
apuñala el pecho abierto
que se expande en tragedia
y me lanza a un abismo infinito
voy cayendo
y de pronto una jamuga fantasmal
me salva del inminente impacto que no llega
allí unos ojos
la caricia indispensable perdida en afrentas
un brillo último que se niega a morir
una palabra tierna
que pende de este abalorio de tropiezos
y sin querer
reemprendo el descenso a mi nada
2 comentarios:
Nostalgicos versos. Maravillosos!
Salud, poeta.
Siempre me maravillan tus letras.
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