Excusas aparte, vemos un portada que gracias a un obturador abierto a lenta velocidad, permite entrar toda la luz posible desde un ángulo en donde las luces de los vehículos se transforman en unos largos regaliz blancos y rojos, aquel confite que más de uno habrá degustado alguna vez en su vida, y al borde de éstos, unas vallas en donde se reconoce el sempiterno círculo azul de una reconocida crema hidratante, y la valla de un delicioso alimento infantil. Ironía de la buena cuando lo que se viene en el interior de En rojo, no es juego de niños.
Aquí están, si no todos, muchos de aquellos personajes que viven al margen de la sociedad, pero que terminan siendo parte importante de ese extraño ecosistema que representa un país venido a menos, bien sea por sus crisis o por sus debacles necesarias para buscar un ansiado renacer. La autora transgrede con su palabra mordaz y directa, pero nunca alejada de la buena prosa, para decirnos que allí están los crápulas de siempre frente al mando gobiernero; los psicoanalistas y sus suicidas en potencia; los indigentes que se reproducen en cada esquina de la ciudad; los homosexuales con su eterna lucha por ganarse el respeto; los heterosexuales con sus fracasos en sus variopintas modalidades; los demonios internos de los personajes que terminan siendo los mismos del colectivo y la inexpugnable muerte como último estado.
Por otra parte, En rojo es un libro experimental en donde el relato o el cuento, van más allá de esa sencilla clasificación. La ciudad cobra cuerpo y vida como un elemento fundamental para denunciar una de las coyunturas políticas más largas de la modernidad venezolana, en donde la desesperanza cobra una fuerza innegable y el conflicto histórico-social, anteriormente supeditado a lo público, pasa a la vida privada con su correspondiente beligerancia. Como bien señala Philippe Sollers: “Es la transgresión el espacio de efervescencia orgánica del lenguaje, la afirmación que vale lo que vale la fuerza de la negación”. Y es justo desde allí que Kozak blande su palabra en cada uno de los relatos, desde la negación, desde la otredad siempre oculta pero inseparable de la verdad.
En rojo es un homenaje a la ciudad y a la gente que la habita viviendo al margen, a los que la sociedad aparta en muchas ocasiones con vileza. Todo esto con un lenguaje potente, crítico e irónico, que en más de una ocasión, te arranca una indiscreta sonrisa al reconocer situaciones y personajes que están más cerca de lo que pudieras imaginar. Como dije al principio, esto no es más que una aproximación arbitraria que parte de una de las tantas lecturas que pudiera darse a este libro, y valiéndome de ello, aquí una frase, entre tantas, que pudiera sintetizar lo que aquí encontrarán: “Pero no vale la pena cavilar sobre estos detalles, esto es apenas la historia de un instante, una mínima historia de amor y oscuridad sin principio, medio y fin, un ejemplo de vida cruda sin adornos: creatividad radical”.
Eso es En rojo, creatividad radical.
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