El mundo es un barco en un viaje sin retorno, y el púlpito es su proa.
Sí, hay que leer a los clásicos. En ese empeño y compromiso personal de leer al menos un clásico al año, puedo darme por satisfecho con la lectura de Moby Dick de Herman Melville, aunque considerando que aún resta poco menos de seis meses para que finalice el 2011, tal vez me aproxime a otro Long Sellers. La lista es infinita…
Entrando de lleno a esta monumental obra, Moby Dick contiene todos los elementos necesarios para que la lectura sea más que entretenida. Y es que partiendo desde el primer párrafo, el autor ya deja ver la magia con la cual contará las aventuras del ballenero Pequod a través de mares y océanos: Llamadme Ismael. Años atrás, no importa cuántos exactamente, encontrándome con poco, o ningún dinero en el bolsillo, y sin nada que me interesara especialmente en tierra, pensé en hacerme al mar por una temporada a ver la parte líquida del mundo.
La historia está repleta de personajes muy peculiares que coinciden en esa extraña pero fascinante actividad que es la caza de ballenas. La mayoría de estos navegantes, algunos de manera empírica y otros mejor preparados, van más allá del deseo inmediato de la riqueza que cambie sus vidas para siempre. Es la gloria de cazar, de ser el mejor ballenero y si la diosa fortuna está de buenas, ser quien logre atrapar al temible cachalote blanco.
El autoritario capitán Ahab, siempre huraño, implacable en el mando, raya en la locura cuando a toda costa persigue a la descomunal ballena que se niega a sucumbir ante sus arpones. Esta obsesión lo arrastra junto a su tripulación a una serie de aventuras, algunas exitosas y otras no tanto, en donde la muerte también hace acto de presencia. Ismael va contando su experiencia, mientras traba amistad con Queenqueg, ese extraño personaje con el cual tuvo que compartir cama la primera noche ante el inevitable hacinamiento: Siempre es mejor dormir con un caníbal sobrio, que con un cristiano borracho.
Pero Moby Dick va más allá de las anécdotas, las cuales se multiplican capítulo a capítulo incluyendo hasta una clase magistral sobre la anatomía de la ballena digna de un libro de zoología especializada. Es un libro que va más allá de esto. Es un viaje, que si bien es cierto va sobre las aguas saladas y trae sus pertinentes consecuencias, es un recorrido por la interioridad humana, una travesía que llama a la reflexión ante el poderío de la naturaleza. Bien dice Melville: Del tronco brotan las ramas, y de éstas las ramitas. Así nacen los capítulos de los temas fecundos. A través de sus personajes habla de la amistad y la locura; del amor y del alma de los hombres; del pecado y religiones; de la bondad y la mezquindad humanas; de la vejez y la muerte. Incluso como en ningún otro libro, hace una fantástica descripción del zodíaco que dejaría atónito al más destacado astrólogo.
Ismael continúa a bordo del Pequod sorprendido de la destreza de sus marineros. Todos temen terminar como el Jonás bíblico y la arenga del capitán Ahab, más que tranquilidad, les infunde terror. No obstante, es el combustible necesario para que cada tripulante halle el impulso en mares dominados por calmas chichas o furibundas y apocalípticas tormentas: Pero en cuanto a lo que decía el inescrutable Ahab a su tripulación color amarillo tigre… esas palabras es mejor que se omitan aquí, porque tú, lector, vives bajo la luz bendita de la tierra evangélica. Sólo los tiburones herejes de los mares audaces podrían prestar oídos a palabras tales como las que soltaba Ahab al lanzarse con el ceño tormentoso, los ojos inyectados en sangre y la boca llena de espuma tras su presa.
Estas palabras son insuficientes para resaltar la majestuosidad de Moby Dick. Un libro enciclopédico por la cantidad de información que tiene, imprescindible y que sin dudas lleva consigo una visión muy alta sobre la moral. El capitán Ahab perdió una pierna en plena faena pesquera, pero usted no perderá los ojos leyendo esta joya de la literatura universal.
2 comentarios:
Cómo resistirse a disfrutar con esta joyita. Se me hace difícil. No sé cuándo, pero lo apunto, para que no se olvide, cuando vaya a rescatar algún libro de la lista. Es que apetece eso de viajar un poco también por "la parte líquida del mundo" jeje
Comparto contigo las lecturas y relecturas de los clásicos.Y gracias por pasar y dejarme tus palabras.
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