6 dic 2013

Un lunar que es una lámpara. Por Gabriela Rosas.

Uno se levanta para tropezar con la memoria, con el ruido que somos y dejamos de ser. Uno se levanta para tropezar, porque vivir es sobre todo eso. Este mes de noviembre la moneda cayó del lado de la suerte y tropecé con Lunar de viento.



Lunar de viento, de Jason Maldonado (2013), es una publicación editada por la Fundación de Estudios Literarios Lector Cómplice que se agradece desde la portada hasta el último verso.

Este libro es como entrar en una morgue, ver un cadáver y tratar de identificar de quién es el cuerpo, para darse cuenta de que es inútil, el cuerpo que yace tendido es el de cada lector, ese cuerpo es de uno y es el de Jason Maldonado, y aún respira.

Uno abandona a dios, no viceversa. El posible ahorcado en estas páginas se bebió todo el veneno disponible en algunos de los rincones de su cama, que es la más íntima de nuestras casas, y logró salvarse. Luego anudó con cuidado y respeto la soga, pero la dejó abandonada por “un brillo último que se niega a morir”.

“Soy un veneno punzante”, “un simple copular en el silencio”, nos dice. Durante la lectura, la soga es el silencio que nos toca celebrar.

En este poemario hay lecciones que lo increpan a uno, como llaves; uno no sabe si va a salir o va de entrada para siempre en este libro, y eso es maravilloso. Lo es también darse cuenta de que este poemario es un espejo donde nadie se reflejará con el mismo rostro dos veces. Uno lee y las pestañas se aferran a la vida, es imposible cerrar los ojos, no leer hasta el último verso. Uno quiere mecerse en su cadencia hasta el final.

Desde el comienzo la ciudad ocupa los pasos del poeta, que se asume en tránsito. Y, como todo iniciado, el poeta ofrenda sus versos a los cuatro elementos de la naturaleza y rinde tributo a sus ancestros, porque somos ellos, la sangre se nombra en presente, y esto lo sabe todo aquel que transita por el camino del medio.

Hay que decir muchas veces algo para lograr nombrarlo. Así ocurre con el dolor, este libro duele, te levanta, tiembla en las córneas; así es como se logra, así es como se hila este poemario. Así se sobrevive. En Lunar de viento toda reiteración es existencia.

Jason Maldonado dice lo que duele, lo que da frío, lo que pasa de largo y lo que se queda, y uno recuerda a Lope de Vega, a Cavafis, a Pizarnik, entre otros, mientras avanza en su lectura. Se agradece el plus, lo leído, lo que trae consigo el poeta, todo lo subterráneo y la fineza del lenguaje.

El libro es también el de un cazador, presa a voluntad de las pasiones, y otras por azar, como todo lo ciertamente humano. Es el álbum de fotografías de un sobreviviente, como lo somos todos.

En este primer poemario publicado de Jason Maldonado, ocurre todo lo antes dicho, ocurren la vida y sus estallidos, ocurre también el poema como una llama, se funda el hambre y el asombro ante un verbo que se atreve a encenderse.

Este libro es una lámpara. Paso el testigo.

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