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María Guevara, que yacía con sus
dotes naturales exentas de bisturí mientras el sol besaba su bajo vientre,
obsequiaba el último atardecer del 2012, un fin de año y el inicio del nuevo
que pudo ser perfectamente la versión venezolana de la película “Qué pasó ayer”
(Hangover) en El Yaque. Nalgas por aquí, tetas por allá, alcohol, yerba y
pólvora, mucha pólvora. Esa hermosa playa en donde de día se viste de colores
naturales y también de los artificiales gracias a las tablas y las velas de
windsurf y el kitesurf, se transformó en la sede de un bacanal sincronizado con
el conteo regresivo que disparó la llegada del 2013. Aquello fue la depredación
absoluta (aunque un tanto de depravación también). Los fuegos artificiales y
algunos “globos del deseo”, en un par de ocasiones estuvieron a punto de
prender en llamas algunas palmeras, pero por suerte no sucedió. Abrazos iban y
venían, primero con la familia, luego con cualquier turista que se te
atravesara. Incluso las más atrevidas (y atrevidos también) repetían el abrazo
quince minutos después sin importarles nada. A un brasilero fue necesario
decirle “vá pro inferno”, entre broma y en serio.
La disco a orilla de playa no
paraba con su cadencia repetitiva y tediosa que te inyecta en el cerebro un
bombo atronador, mientras que una desatada mostraba el alma desde un pequeño
balcón, haciendo movimientos sugestivos e insinuantes (en realidad posturas
porno). Gritos, muchos gritos y a medida que pasaban las horas, el hielo se fue
transformando en el bien más preciado. Una agarrada de mano, un abrazo de una
desconocida, un apretujón ahí (sí, ahí)
no se hizo esperar; un matrimonio peleando y mandándose “a la mierda” en
mutuo acuerdo, de igual modo hizo acto
de presencia, mientras los familiares de ella decían: “mándalo pal carajo,
mándalo pal carajo”, y un trago profundo de algún escoses cinta roja barría sus
gargantas y alimentaba la cizaña; dos mujeres espectaculares se besaban rico,
profundo, húmedo y el agua tibia del mar las envolvía en un manto protector;
contraste, mezcla y hecatombe entre whiskey, cerveza, anís, vino y lo que
pecara en asomar su pico. Todo era arrasado por un desenfreno inútil, efímero,
careta de tantos fracasos y frustraciones.
Pero el entusiasmo vale para
subirse el ánimo, más si sabes que puedes, que algo te dice que será tu año; un
algo que siempre es plural pues todos apuntan a lo mismo, a trazarse retos —unos
más alcanzables que otros— para que funjan como motor de arranque en un año,
que en términos venezolanos, pinta rudo, muy rudo, más cuando retornas a la
realidad y te hallas con que escasean los productos más fundamentales de la
dieta diaria venezolana: atestiguas cómo en un reconocido súper mercado lanzan
al aire los paquetes de Harina PAN y la gente se medio mata por hacerse de uno,
entre codazos, golpes e improperios varios, digamos, como si fuera una piñata
para adultos pero sin jugueticos sexuales. Luego le sumas el circo eterno que
se presenta en la Asamblea Nacional, y allí, como en un salón de bachillerato,
se insultan, se lanzan constituciones y se chiflan entre los dos bandos,
jugando a ser unos eternos adolescentes pletóricos de irreverencia y falsa
gallardía.
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Foto @monikabella |
3 comentarios:
¡Feliz año 2013! Veo que aquí, em Palabras y Escombros, lo celebras de maravilla, buena fiesta :D
de mis favoritas...feliz año
Hermano
¿Cómo negar que he divertido o que en verdad esto ocurre en mi isla?
Los rituales que tanto se repiten para dar consistencia alguna entre el tempus fugit... ¡Qué duro es verlos desde afuera, pero qué bien lo haces!
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