La historia de la telenovela en Latinoamérica
es amplia y el caso particular de Venezuela, goza tanto de esa vastedad, como de una riqueza y originalidad que le son
únicas, propias de nuestro hablar y del gentilicio que nos caracteriza. Todos,
en menor o mayor grado, recordamos alguna telenovela por la razón que sea. En
mi caso particular, recuerdo mis años de infancia —tenía seis años— viendo
junto a mis abuelos la telenovela “Estefanía”, y mi esfuerzo por imitar al
temible personaje que encarnaba el actor Gustavo Rodríguez, cuando, amenazante,
le decía a la actriz Pierina España, entrecerrando los ojos:
“Estefanía...Estefanía”, alargando un tanto la “í”. Y así cada quien tendrá su
catálogo con el cual puede construir su propio reparto de historias.
Rating va de esto, va de la puesta en escena de cómo se maneja el
negocio para llevar al aire algún programa de televisión, no sólo una
telenovela —seré más moderno—, sino también lo que la historia propone, un reality show de indigentes. Alberto
Barrera Tyszka (ABT) usa el lenguaje propicio, pues amén de ser guionista de
telenovelas, conoce ese mundo, sabe de los intríngulis que allí se forjan y no
es muy aventurero pensar que también sabe de las mafias y las trampas propias
del negocio. Manuel Izquierdo, un zorro viejo en el medio televisivo, será el
encargado de destronar —entre otros personajes— la ingenuidad del joven
aprendiz Pablo Manzanares, estudiante de Letras que ingresa al canal gracias
a un favor concedido a su madre después de fervorosas súplicas. “Cuando alguien dice que va a darte una gran oportunidad, piensa
siempre lo peor”. (p.35).
Quizás en algún momento dentro de
la trama uno pueda llegar a pensar, incluso a sentir, que algo de
autobiográfico habrá en Rating a
considerar la experiencia laboral de ABT. No lo sé. Pero lo que sí es cierto es
que el autor no detesta la literatura como sí lo hace Manuel Izquierdo, quien
es el clásico personaje arrogante que cree saberlo todo y que se siente
endiosado por trabajar en la TV. Se plantean
así ciertos dilemas que pasan por lo ético y lo moral, y Pablo en su empeño de
hacerse escritor, empieza a interactuar y a conocer el bajo mundo que también
existe en la televisión.
El texto llama a la reflexión del
lector en cuanto a ese espectáculo que para muchos está simplemente servido al
encender el aparato receptor, pero no todo en la televisión es divertimento y
gloria, pues para llegar a ello, al éxito, hay que mantener al santo rating muy
en alto para que las cosas funcionen bien: “Un
mal rating es como una plaga que nadie desea tener cerca” (p.250). O esta memorable frase: “El rating es un dios perverso e implacable” (p.247). ABT sabe de
esto, sabe que si los numeritos no dan, o se apreta la trama para que los
televidentes no se despeguen de la pantalla o el programa sale del aire.
Simple. Rating es entretenida y como
ya es costumbre en cuanto al lenguaje utilizado por ABT, hay unas cuantas
ocasiones en que la historia relatada te arranca una sonrisa.
Por razones profesionales tuve la
suerte de tener muy de cerca a un canal de televisión como lo es RCTV (y no lo
digo en pasado a pesar del cierre, lo digo en presente), no trabajando allí
directamente pero sí involucrándome por otras razones laborales por igual. Y sé
de lo apasionante que es hacer televisión, pero también, de la dura presión que
hay que soportar para alcanzar los objetivos que traza la directiva. Como hecho anecdótico, recuerdo una navidad
—noche buena para ser exacto—, en donde estábamos compartiendo en familia y
muchos amigos se vinieron a mi casa. Tendría yo unos diecisiete años (por ahí).
Entre el grupo de gente estaba un recordado director de televisión venezolana y
su esposa (actriz que aún se le puede ver en pantalla). Entre broma y en serio
estaban discutiendo por algo que no recuerdo, y él le dijo (cambiaré el nombre
de la actriz): “María Trapito, no estamos grabando, deja la telenovela”. Y es
que la frase se me quedó grabadísima. Con ella se refrenda nuestro día a día tal como si fuera
un melodrama o una tragedia, y esto lo podemos notar a diario tan solo
escuchando el cuento del vecino, de un compañero de trabajo, viendo los
noticieros o paseándose por cualquier calle de Venezuela.
1 comentario:
De seguro no es Estefanía la telenovela que viene a mi mente, pero sin duda varias han logrado cruzarse con situaciones muy familiares.
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