Para todos los
que somos de una y otra manera promotores culturales, y sobre todo promotores
de lectura, este libro se me antoja fundamental para ir en aras de hallar más
luces sobre ese divino, extraño y subjetivo proceso con el cual nos acercamos a —más bien, nos metemos "en"— un libro. Lecturas: del espacio íntimo al espacio
público, recoge las conferencias dictadas por Michèle Petit en Argentina
—tanto en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires (2000) como fuera de
ésta—, en las cuales expone sus investigaciones sobre el proceso de lectura. Si
bien es cierto que la autora reconoce su etnocentrismo por estar sus estudios
focalizados en Francia, la lectura como proceso cognoscitivo e intelectual
rompe cualquier frontera que se le ponga en frente. Así que aquellos
sentimientos de alegría, tedio o terror de un niño francés por acercarse a un
libro, no dista mucho de uno que esté en Buenos Aires, en Caracas o en cualquier
lugar del mundo.
La autora
defiende el gusto por la lectura, lo cual resulta obvio, pero no deja de admitir
que este hecho que a muchos fascina y les demanda buena parte de su tiempo, no
es la panacea para hacer de la sociedad, de la vida misma, algo mejor. Esto
siempre ha sido punto de discusión en
los círculos académicos y fuera de éstos, y por ello se pregunta cuál es la
utilidad de la lectura, y sobre todo de la lectura literaria. Esto se
corresponde también con un libro que reseñé por aquí, La literatura como exploración de Louise Rosenblatt, en donde el
tema del acto de lectura siempre llama a la reflexión y se destaca el valor y
la importancia que cobran todos aquellos que fungen como “iniciadores” al
momento de incentivar o recomendar libros.
En Lecturas:
del espacio íntimo al espacio público el centro de atención es el lector, independientemente de su cultura,
raza o credo; cómo llegan hasta él los libros, quiénes son los mediadores y
cuáles son los intereses particulares de quienes leen. Petit insiste que la
lectura es una “experiencia irremplazable” y que uno de los factores
primordiales —y difíciles— es que dicho lector o lectora, se gane el respeto
por su gusto particular hacia los libros y la lectura, sobre todo si vive en
medios hostiles, de bajo interés por la cultura y en donde el acto de leer
puede ser visto como algo inútil, débil y tonto. Bien dice que “la lectura no es conciliable con el
gregarismo viril ni con las formas de vínculo social en las que el grupo tiene
siempre primacía sobre el individuo” (p.37), lo cual contribuye
precisamente a que el acto de lectura sea considerado por algunos como un hecho
transgresor; lugar en donde cada quien evoca, consigue y se adueña de su propio
espacio, pasando por encima de cualquier interés colectivo. Virginia Woolf, citada por Petit, dice que la
lectura es “una habitación para uno
mismo”. Mejor imagen, imposible.
Hasta qué punto
la lectura modifica el pensamiento del lector; cuáles son aquellos libros que
pueden generar mayor impacto en los lectores... Las respuestas a estas
inquietudes como a tantas otras, consiguen en el libro no un respuesta
definitiva, pero sí una aproximación muy acertada en cuanto al acto de leer,
sin dejar de lado y parafraseando a Petit, a los lectores que nunca llegan
vírgenes a un texto, pues existe siempre un precedente ineludible que tiene que
ver con la experiencia de vida, personal, de cada quien. Se da ese famoso pacto
de lectura, pero en donde “el lector no
consume pasivamente un texto; se lo apropia, lo interpreta, modifica su
sentido, desliza su fantasía, su deseo y sus angustias entre líneas y los
entremezcla con los del autor” (p.28), es precisamente el lugar en el que
nace la reflexión, el pensamiento, la abstracción, y por tanto, la apropiación
de lo que leen.
La brevedad de Lecturas: del espacio
íntimo al espacio público, no dice todo a lo que
puede invitar este libro en cuanto a la reflexión del acto de lectura. Petit
señala que “la cultura se hurta; pero
¿qué robamos exactamente cuando leemos?” y la respuesta a dicha
interrogante queda definida, aclarada, a lo largo del libro, pasando por lo
sociológico, el psicoanálisis, hasta llegar a la misma literatura per se.
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