La narración que a continuación anoto no
es una transcripción exacta, sino una historia organizada casi literalmente por
mí, con mis comentarios explicativos, para una mayor comprensión de los
lectores.
David
Alizo
El tema eterno de la guerra ha
estado, está y estará presente en la memoria de la humanidad, y más aún, en la
literatura. Se ha escrito mucho sobre el tema, bien desde la perspectiva
historicista, la testimonial, desde la crónica o la ficción. Por citar apenas
un ínfimo ejemplo de esto, menciono algunas lecturas para mí fundamentales e
impactantes: Sin destino, de Imre Kertész; Suite francesa de Iréne Némirovsky e
imposible no mencionar El diario de Ana Frank, entre tantas otras. De estos
tres autores, sólo Némirovsky murió estando en Auschwitz a consecuencia del
tifus. Su esposo, después de infructuosas diligencias para liberar a Iréne,
terminó asesinado en una de las abominables cámaras de gas.
Hago las referencias anteriores
porque las atrocidades nazis también están contadas en Nunca más Lili Marleen, cuyo musical título creado por David Alizo,
desentraña página a página —y literalmente desde el principio— el terror
sembrado en cada uno de los corazones judíos y de quienes nunca estuvieron de
acuerdo con semejante locura, incluyendo a muchos alemanes como el doctor
Klemperer: “¡Qué espera usted de un país
donde Mi lucha es el libro sagrado del nacionalsocialismo y de la nueva
Alemania!”. Este libro sorprende, impacta, y no tiene nada qué envidiarle
—desde el buen sentido— a cualquier título que se haya etiquetado como un “Best
Sellers” en el mundo. Usted lo lee y piensa que es una extraordinaria
traducción al español. Pero no, lo escribió un venezolano que narra la historia
de un nazi, un criminal de guerra, prófugo del proceso de Núremberg, alguien
que halló en el estado Trujillo el lugar para ocultarse.
Nunca más Lili Marleen, debo decirlo y aunque les suene trillado,
es una obra maestra. Bien porque el tema ya de por sí sume cierta indulgencia
ante los lectores, bien porque el libro es prácticamente una película narrada
con precisión y sobrada elegancia retórica. Son estas dos cosas y mucho más.
Desde la primera página, Alizo entrega el germen de la angustia por descubrir
quién es Helmut Braune y cuál es su vinculación con Martin Fuchs (¿o son la misma persona?), que “desde las altas montañas del Tirol en
Innsbruck hasta La mesa de Esnujaque”, arribó con un pasado de muertes y
torturas.
La obra está colmada de varios
referentes musicales, no sólo por la fascinación que Braune demuestra por la
buena música (amén de ser un buen lector), sino
además, por ser oriundo de un país que ha dado geniales compositores
clásicos, decimonónicos, de la música academicista. En esta no podría falta Wagner; algunos
exquisitos valses vieneses; la majestuosidad de Mozart; la sobriedad musical de
Anton Bruckner hasta pasar por la inconfundible voz de Daniel Santos, el
inolvidable swing de Benny Goodman y un clásico de la música colombiana como lo
es “Cabeza de hacha”.
David Alizo pausa la historia
para crear expectativa y curiosidad justo en el momento cuando el lector cree
que le va a ser revelado algo importante. Este dilatamiento se combina con los
capítulos imbricados entre los que van en primera persona, cuyo personaje
principal que es Luciano (¿o Alizo?), dice: “Yo
tenía inclinaciones literarias”; con los capítulos en tercera persona que
nos rememora el Holocausto, la Segunda Guerra Mundial, incluyendo eventos
históricos como el crash económico de Nueva York; la noche de los cuchillos
largos; la Operación dinamo; la Operación León Marino, entre otros, así como
hechos históricos locales como el golpe de estado a Rómulo Gallegos. Toda la
historia de Nunca más Lili Marleen es
el producto “de una simple curiosidad
infantil” generada por el misterio de una fotografía.
David Alizo juega con la propia
historia que va narrando, y lo que a primera vista luce como un gazapo, queda
aclarado cuando el narrador dice: “El
rostro de Braune —recuerdo bien que ya escribí sobre esto— me impresionó desde mi primer encuentro con él...” Así que la reiteración juega un papel
importante dentro de la obra, tanto para enfatizar lo que se está contando,
como para crear ese estado de incertidumbre por saber qué sucede y resaltar la
indignación y la rabia que provocó “el parlanchín austríaco” o “el hombre del bigotito”, con sus delirios de
grandeza. También la novela coquetea con
el cine como tema, encarnado en Raúl Gilmas, un vendedor de cervezas cuya
pasión por el séptimo arte lo lleva a formar parte del revelador desenlace
gracias a sus múltiples y pedestres filmaciones.
Nunca más Lili Marleen puede intimidar al principio por sus más de
quinientas páginas, pero más impresiona como la historia te envuelve y es el
libro quien tal vez termine intimidado ante la voracidad lectora que es capaz
de despertar. El relato encarna una época y se pasea por referentes literarios
de primera, pasando por Thomas Mann, Flaubert, Góngora, Stefan Zweig, Poe,
Kavafis y también por Andrés Eloy Blanco, Rafael Pocaterra, Rufino Blanco
Fombona y “los poetas del Techo de la ballena”. A esta novela no le sobra ni
una sola página. Por el contrario, cada hoja es un mérito a la calidad
narrativa de su autor. Nunca más Lili
Marleen es de lo mejor que se ha publicado en los últimos años en
Venezuela, así que esta reedición habla por sí misma.
Mi agradecimiento a Cesia
Hirshbein, viuda de David Alizo, quien tuvo la gentileza de darme a conocer
esta fascinante novela.
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