6 jul 2010

Qué aguada


-Niños, vamos para el parque!

Y como era de esperarse todos gritaron al unísono:

-¡Siiiiiiiiiiiiiii!


Bate, guantes y pelotas de béisbol a la maleta; frisbee y flatball, también; pelotas de baloncesto y fútbol, adentro; protector solar dada la rosácea blancura; mucho líquido: té frío, agua, “gueitorei”, jugo de pera y manzana; galletas y un sin fin de cosas más, incluyendo las sillas plegables. Con los niños es mejor que sobre a que falte. Uy, faltó el repelente de insectos. Qué más da, ya estamos en el carro y la muchachada aturde como vuvuzelas sudafricanas.


Las canchas estaban full, tomadas por adolescentes y unos ya pasaditos de los treinta. No importa, arriba está la grama en donde podemos pasar un buen rato divirtiéndonos al aire libre. El promedio de edad de todos los niños que jugaban junto a sus padres era de seis años. Mi hijo me hizo pasar por Casillas, y él era Forlán, a veces el niño Torres y otras tantas Messi (“No importa que esté eliminado –dijo). Luego fue Abreu, Vizquel y Santana.


Veo que dos mujeres se vienen acercando a mí lentamente, como tanteándome. Giro hacia los lados y en efecto la cosa es conmigo. En estos caso siempre suelo decirme a mí mismo, si es que en mi frente se pinta el letrero “métete conmigo”, o “pídeme, tengo mucho dinero”.


-Disculpe señor…

-Sí, dígame…

-No se puede jugar en la grama…

-¿Perdón? A ver si entendí: ¿no puedo jugar pelota con mi hijo en la grama?

-Sí, para eso están las canchas.

-Las canchas están ocupadas. Si usted le dice a la gente que nos cedan una, me voy para allá… Pero además, ¡cómo es eso que no se puede jugar en la grama, para qué es el parque entonces!

-Bueno, que juegue el niño solo…


A todas estas ya un grupo de padres nos rodeó escuchando la conversación que también los afectaba. Le dije a la mujer:


-Permítame preguntarle a mi hijo de seis años si quiere jugar sólo. Qué insólito lo que está diciendo señora…


La respuesta no se hizo esperar, porque amén de un NO rotundo y enfático. Dijo:

-Papi, ¿no dejan jugar a los niños en el parque?


La mujer tragó grueso, no supo qué decir. Alegaba que estaba haciendo su trabajo, cuidando la grama (por demás en muy mal estado en su mayor parte) para el disfrute de todos. Sentía el letrero imaginario en mi frente titilar con intensidad “métete conmigo…métete conmigo”. La mujer se fue en silencio cuando los demás padres intervinieron en la situación. No consiguió argumentos convincentes para lograr su cometido. Todos muy educadamente, así como la propia mujer en su manera de dirigirse a nosotros, hay que decirlo, siguió su rumbo. No obstante, oh! Curiosidad, la misma mujer que nos conminaba a no jugar en el parque, se estaba dando profundos, apasionados y acalorados besos con su –supongo– pareja. Esto me lo contaron. Lamentablemente no lo vi porque en ese instante o estaba pichando o estaba protegiendo alguna portería virtual, porque si no, hubiera sido ella la del letrero en la frente llamándome a discutir. Como dijo una madre que estaba allí presente, “no nos quiere dejar jugar con los niños, pero ella anda dándose lengua delante de todo el mundo”.


Recordé que hace un par de años en el Paseo Los Próceres, un militar nos siguió para decirnos que el lugar era “sólo para la contemplación”, que estaba prohibido andar en triciclo por ahí. Por los clavos de Cristo y la filosofía de Sun Tzu, ¿será que nos dejarán un lugar en donde ir a jugar en paz con los niños? ¿o habrá que enseñarles a meditar desde chicos para que se entreguen a la máxima contemplación del espíritu humano? Ommmmm…!


Ya prohibieron algunos video-juegos porque supuestamente son violentos (cosa absurda cuando el estado venezolano gasta millones de dólares en armamento) y ahora el desatino llega a los parques con situaciones como la referida. Para mejor referencia, esto fue en el Parque “La Aguada”, y si hay alguien que no tiene nada de “aguada”, es la apasionada mujer que vetaba pelotas pero blandía su lengua con suma experiencia. Ommmmmm!

1 comentario:

Icíar dijo...

Me has hecho reír, ¡por los clavos de Cristo y la filosfía de Sun Tzu! (éste no sé quién es, aunque me suena, me suena)