31 may 2010

No es una escalera, es "Una ventana al cielo"

En la foto, la poeta venezolana Mharía Vázquez Benarroch (izquierda) y la fotógrafo Mariam Krasner (derecha).


La cultura tiene la magia de batirse frente a las adversidades para seguir adelante, para hallar el resquicio por donde colarse y no sólo salir a flote, sino mantenerse en el tiempo como una ineludible necesidad humana. Que lo digan los libros y la música, la pintura y la escultura labrada con empeño y soledad.


No importó que el estacionamiento del CELARG estuviera cerrado, la gente buscó la manera y aparcó donde pudo; no importó que el aire acondicionado no funcionara y se tornara una remembranza de la modernidad para paliar el intenso calor; no importaron estas pequeñas incomodidades puesto que todos los presentes disfrutaron por igual del encuentro con la magia que nos da la fotografía, de ese ojo detallista que descubre y eterniza una imagen para el deleite de todos.


Esto es lo que logró Mariam Krasner con su exposición fotográfica titulada “Una ventana al cielo” inaugurada en el día de ayer. Sugerente nombre que habla de fe a través de su perspectiva, de la mirada paciente que todo fotógrafo ha de tener tras su cámara como amigo íntimo, revelador de escenas, paisajes y sensaciones.


Son 28 imágenes que tienen en común las emociones captadas por su autora al momento de abrir el obturador de su cámara; emociones que ya venían dentro de la propia Krasner y otras que seguramente fueron transmitidas por sus objetivos, por un esplendoroso vitral, una pila bautismal o por algunos ángeles que sin saberlo, quedaron para siempre suspendidos en el tiempo de una fotografía. Quién se atrevería a decir que no hay arte en ello, incluso osadía en aquellas célebres fotografías acuñadas por Robert Capa y Henri Cartier-Bresson, por mencionar sólo dos y no hacer esta lista interminable.


En mi caso particular tengo mis tres favoritas en “Una ventana al cielo”, exposición que estará abierta al público todo el mes de junio para el disfrute de todos. Estupendas fotos que en sí mismas van más allá de la composición, la luz y el enfoque, y que posiblemente entrañen una historia presta a ser descubierta.


Recomendable, vaya y escoja usted sus fotos preferidas.

28 may 2010

Getsemaní sublime



esta latencia mía

Parece eterna


un brillo de luciérnagas

Salta de tus ojos

mientras esperas mi resurrección


tú me has hecho cruz

En este calvario de piel y seda


Getsemaní en tu cuello sudoroso

Deseando azote de labios


vuelve el torrente

a su cauce de ansiedades

Procurando

un nuevo aliento en tus entrañas

24 may 2010

Las novelas (venezolanas) de la década entre 1948 y 1958


Todos los meses me acerco a la revista “El desafío de la historia”. Si digo que la leo completamente me engañaría a mí mismo. No obstante, siempre me detengo en los artículos que más me llaman la atención, y por suerte, siempre publican algo que alude a la literatura. Este es el caso del artículo escrito por Raquel Rivas Rojas: “Modernidad y literatura”, incluido en el ejemplar Nro. 16, cuya portada, amén de una foto del dictador, dice: Pérez Jiménez, sombras y luces.

Me tomé la libertad de transcribir dos párrafos del texto de Rivas Rojas que recogen la esencia de lo que quiero destacar, seguido de una imagen que se explica en sí misma, contentiva de un listado denominado “Las novelas de la década” entre 1948 y 1958.


“El cine del período se alimentó de la literatura, como lo demuestra el caso de La balandra Isabel llegó esta tarde, de Carlos Hugo Christensen, estrenada en 1950. Esta película, basada en uno de los primeros cuentos de Guillermo Meneses, fue galardonada con el premio a la mejor fotografía en el Festival de Cannes en 1951. Pero también fue la época de inspiradas producciones originales como Araya, de Margot Benacerraf, estrenada en 1958 y galardonada con la Palma de Oro de Cannes al año siguiente…

La ampliación del campo cultural masivo produjo una inmediata reacción en las demás áreas de la cultura. Es desde esta profunda modernización cultural que pueden leerse los impulsos renovadores de los textos que circularon en la época, entre los cuales la crítica ha destacado el cuento La mano junto al muro y la novela El falso cuaderno de Narciso Espejo, de Guillermo Meneses. Dos obras consideradas como iniciadoras de una corriente intimista y experimental que tomaría su máximo impulso en las décadas posteriores”.


¿Quién se arriesgaría a sacar de dicha lista a alguna de las obras citadas? O, mejor aún ¿qué otras obras le añadiría a la misma? Yo no me metería en semejante aventura, menos aún, si de las casi veinte novelas mencionadas, apenas me leí cinco, incluyendo dos relecturas. Mi lista de lecturas pendientes es infinita, eterna.

PD.

Les recomiendo leer “El desafío de la historia”, buena revista.

21 may 2010

El pasajero de Truman


Uno de los elementos que más me atrae de los libros de Suniaga, tanto de La otra isla y ahora El pasajero de Truman, es la construcción de los mundos posibles, es decir, de las realidades como hechos narrativos que hacen factible la vida de los personajes allí inmersos, más aún en este último libro que lleva la añadidura de combinar la historia con la ficción.

No es temerario llamar a esta novela como “histórica”, puesto que los hechos y personajes reales, que existieron en nuestro pasado político, están allí; podemos sentir a través de sus palabras el entusiasmo por alcanzar un país moderno con una clara visión democrática, algunos con la demagogia de siempre, y otros, con verdadera vocación política como fue el caso de Diógenes Escalante. Situación por demás compleja en “un país tan levantisco” como bien dijera éste en un pasaje de la novela.

El texto nos ofrece un rápido panorama de cómo fueron aquellos días mientras se iba formando el incipiente sistema democrático venezolano, que hoy día seguimos disfrutando, pero con evidentes rasgos de cansancio y vapuleo tremebundo por el actual gobierno. Todo comienza, así como en el Ultimo encuentro de Sándor Márai, cuando un par de hombres de avanzada edad, ambos nonagenarios para ser exactos, se reúnen después de sesenta años para echarse los cuentos de lo que pasó hace tanto tiempo. Román Velandia, periodista, historiador y ex presidente, por una parte; y por la otra, Humberto Ordoñez, asistente de Diógenes Escalante (o su “Sancho Panza imprescindible”, como él mismo se llamó), se transan en un fascinante diálogo que nos lleva de paseo por la historia.

Francisco Suniaga tiene la virtud, más allá que de revivir la historia, es de darle vida nuevamente a los personajes, retornarles su propia voz a cada uno, tal como si fueran ellos mismos los que narran, los que cuentan. Es sentir incluso ese dialogar tan propio de la época, con el refinamiento y la sintaxis de entonces tan extraviada hoy día.

En El pasajero de Truman asistimos al real y triste episodio vivido por Diógenes Escalante cuando éste pierde la razón. Aquel que fuera llamado a transformarse en el centro de apoyo, de reflexión y sensatez tanto de opositores como del gobierno de la época, perdió sus cabales. Una verdadera lástima, más aún cuando todos convergieron en apoyar su candidatura, viendo en él las mejores dotes de preparación y civismo para reformar las instituciones, la constitución y llevar las riendas del país. Y…¿será que aquello fue premonitorio para que hoy día jamás haya concordia entre los grupos políticos? (pensamiento en voz alta).

La lectura de esta novela le deja a uno el grato de sabor de evocar la historia. Sin duda una de las bondades logradas por Francisco Suniaga en su narrativa. Supongo que Ramón J. Velásquez y Hugo Orozco, a quienes el autor les da su “profunda gratitud” al finalizar el texto, fueron de incalculable ayuda para lograr esta excepcional novela. Ambos incluso forman parte del mundo ficcional, seguramente como parte de ese agradecimiento.

Cierro con estas perlas que brillan con luz propia dentro de El pasajero de Truman.




Paradójicamente, por ser nosotros hijos de la contradicción, resulta que Miraflores es lo que nos corresponde, es la sede perfecta para poderosos ignorantes y confundidos que nunca han distinguido entre mandar y gobernar…(pag. 49)


La dimensión de lo ridículo es uno de los parámetros que los autócratas rompen, y lo hacen tan a menudo que quienes los rodean llegan a creer que esa conducta es normal, cuando ni por asomo, lo es… (pag. 54)


En Venezuela los ex presidentes no tienen vocación de jarrones chinos, sino que se convierten en una especie de candidatos eternos a una nueva presidencia, una perturbación permanente… (pag. 72)


Venezuela…una potranca salvaje que no se acostumbraba a la silla de montar y para ser su jinete no bastaban la habilidad y sabiduría; había que tener mucha fuerza física… (pag. 104)


El éxito en nuestra cultura es intolerable. De eso me di cuenta después de vivir años en Estados Unidos y en Inglaterra. En esas sociedades el éxito se premia, y por eso son desarrolladas, en la nuestra se castiga, y por eso estamos así. La envidia no nos deja ver lo importante que es para una sociedad que quienes están dotados para tener éxito en algún campo, más si se trata del área de los negocios, lo tenga… (pag. 120-121)
Creo que la mejor antonomasia vigente llamada a ejemplificar dicho párrafo, lo representan RCTV y Empresas Polar, por nombrar sólo dos.

Hay muchísimos ejemplos. Léansela la novela, no se arrepentirán.

19 may 2010

Cerati - soda


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Era noviembre del año 1991. Estaba recién estrenando mi mayoría de edad y la música hacía efervescencia en mi día a día: banda de rock incluida, partituras y una buena guitarra Washburn –que para variar– se la llevó el hampa. Vestía con bluejean roto a la rodilla rasgado por el tiempo, el piso y una ayudita de mi mano rebelde.
Se venía el 1er Festival de Rock Iberoamericano. Un concierto impelable para todo rockero que se preciara como tal, mucho más para una turba de adolescentes que encontraban en la música un buen salvoconducto, una vía para drenar el caos y las miserias propias de la edad. No tenía un sólo bolívar en el bolsillo para darme el lujo de comprar el talonario completo de los 3 o 4 días de conciertos. El dinero lo estaba invirtiendo en mis primeros estudios universitarios (por ahí me lanzaba mi “Cable a tierra”, como dice la canción), pero algo debía hacer…
El cartel que se presentaba en aquella ocasión era de primera, hacía eclosión el rock nacional y los músicos del sur eran el plato fuerte. Estaban Fito Páez y la poderosa cantante Patricia Sosa (ex La Torre); Sentimiento Muerto, Paralamas Do sucesso y el abuelo Miguel Ríos; Zapato 3, Spías, La Unión y claro está, no podía faltar Soda Stereo. Como era de esperarse, estaban distribuidos por días y para el majestuoso cierre el poderoso trío argentino era el indicado.
El último día del ansiado concierto sería un domingo, perfecto. No me interferiría con el primer parcial de estadística el cual presentaba el lunes a las siete de la mañana. Trasnochado y todo pero llegaría a mi compromiso universitario. La decisión fue unánime: mis amigos y yo nos colearíamos al concierto. ¿Cómo hicimos? Helo aquí.
Subimos la empinada cuesta de la urbanización Los Naranjos, dejamos atrás la entrada y seguimos hacia arriba. Por algún lugar entraríamos. Llegamos a un denso matorral, donde pululaban los cadillos y se sentía el deslizar de las lagartijas. El barranco para llegar a un supuesto plano debía medir unos tres metros de alto. Saltamos. Todos caímos bien excepto uno de los aventureros que se torció el pie y metió la cabeza justo en una inmensa raíz. De esas que en la ciudad rompe el asfalto. Primero el susto, luego risas, sudor, raspaduras en la piel gracias al monte que en ocasiones nos superaba de estatura. Caminamos más de una hora hacia lo que se suponía era la cerca final que demarcaba el terreno dispuesto para el macro concierto. Lluvia, bendita lluvia que nos calmó la sed pero luego se transformó en enemiga. Del encuentro con la tierra nacieron múltiples charcos que nos maquilló la piel de un marrón avellana. Dos horas de caminata y el único incentivo era escuchar cada vez más cerca las pruebas de sonido.
La lluvia, esa misma que nos tiznó de fango, fue la que alejó a los vigilantes de la cerca y tras la embestida de los cuatro pudimos zafarla del piso para colearnos. Estábamos adentro, lo logramos. Ahora es que empieza el calvario: el concierto, programado para dar inicio a las seis de la tarde, comenzó, léanlo bien, a la media noche. El frío fue tan atroz que en los entretiempos del pase de una banda a otra, nos refugiamos en el baño. Nadie orinaba, era imposible, la temperatura bajó a catorce grados (en Caracas esto es como Siberia) y para colmo cayó granizo.
Todas las bandas tocaron, el sonido a veces bueno, a veces muy malo. Pero por fin llegaron los Soda. Lunes, seis de la mañana, y mientras comenzaba el teclado a dar indicios del tema “Cae el sol”, detrás de la tarima hacía acto de presencia el astro rey concretando una mágica coincidencia. La olla brincaba con sincronía casi ensayada. Quedé afónico pero feliz. Recuerdo que perdí mi examen de “Estadística 1”, no obstante justifiqué mi ausencia con una constancia médica extraída de una caja de Ariel, razón por la cual pude recuperarlo luego (ah sí, será que ustedes no hicieron algo parecido!)
Lo mejor de aquel concierto, amén de todo lo que nos pasó, fue que el gorilón de seguridad, cancerbero rabioso que vigilaba el acceso al “backstage”, yo lo conocía. Era un vecino de la misma cuadra: “¿Pana qué te pasó”, me dijo, y después del cuento respectivo pude colarme hasta terminar cerca de los Soda finalizado el concierto. Gustavo se me quedó viendo. Dijo en su tono natural: “¿Qué le pasó a este pibe?”, y luego en un caraqueño forzado, añadió, ¿”Qué le pasó a este “chamo”, querés una cerveza?”. No lo podía creer…el mismo Cerati me ofreció una birra, me dio la mano y luego se largó al motorhome. Casi veinte años después Cerati sufre un colapso. Aquí, en esta ciudad de la furia en que se ha convertido Caracas. Todos esperamos que lo suelte, que la furia le de respiro y pueda ver el sol caer de nuevo. (Ayer, 4 de septiembre 2014, partió a otra dimensión un gran músico. Buen viaje).

18 may 2010

Viaje al amanecer

Había leído uno que otro ensayo pero nunca un libro completo del maestro Mariano Picón-Salas. Creo que empecé con buen pie, con un libro del año 1943: Viaje al amanecer. Todo aquel que quiera deleitarse con un texto de fina prosa, donde la evocación de lo vivido es el eje central de lo narrado, este es el libro perfecto.


Aquí nos conseguimos a uno de los ensayistas más prolíficos de Venezuela y Latinoamérica de todos los tiempos, en su ambiente natural, atravesando su adolescencia y juventud con mirada precisa para describir entornos y situaciones que lo rodearon. Cada festín de su Mérida natal, cada evento religioso –bautizo o entierro–, cada visita al mercado, las navidades, la angustia ante el cometa Halley, el primer amor, entre tantas historias más con tildes eruditas y románticas, están en este hermoso libro, el cual abre con una jocosa “Dedicatoria a Mariacastaña”, lo cual ya deja entrever el fino humor del cual también gozaba Don Mariano.


Una de las características de Viaje al amanecer, la cual puede ser vista incluso como una ventaja a la hora de leer, es que no tiene una trama novelesca principal. Dicho de otro modo, no es una novela a la cual usted debe aferrarse a un hilo temático para seguir la historia. No. Es un libro que más bien pudiera catalogarse como autobiográfico, en donde los hechos reales están muy bien dibujados gracias a la extraordinaria prosa del autor y que sin duda también pudiéramos catalogar como crónicas. Así que eso que llamé temerariamente como una “ventaja”, le provee la oportunidad de ir leyendo el libro historia por historia, crónica a crónica, cual pequeñas píldoras literarias sin mayor esfuerzo y con un disfrute más que garantizado.


En Viaje al amanecer las anécdotas van marcando los pasos de la lectura, y el extraordinario escenario natural, repleto de montañas y flores, de caminos y riachuelos, el andamiaje que le da forma y unidad al libro. Los temas abordados por Mariano Picón-Salas son múltiples, todos desarrollados a través de su prodigioso lápiz ya eternizado, tanto por la historia, como por el talento de este hombre de pensamiento y letras. Cualquier referencia biográfica que pudiera hacer del autor sería extenderme por muchas páginas. Por ello los invito a escribir en su buscador virtual Mariano Picón-Salas para que (re) descubran a un insigne erudito y fenomenal escritor.


Por lo pronto, asumo más compromisos de lecturas (como si no los tuviera) iniciándome con el libro Comprensión de Venezuela, título que de por sí ya entraña misterio y ansiedad para cualquier nativo de estas tierras, más aún teniendo el panorama actual de un país tan polarizado por diversas razones. Como bien decía –según el propio Don Mariano– su abuelo, por allá a finales del siglo XIX y principios del XX: “Este país, este país, ¿para qué nos libertaría Bolívar?”


Lectura necesaria.


PD

Les recomiendo la edición de la Universidad Católica Andrés Bello (2008), bajo el nombre Obras selectas, Mariano Picón-Salas. La reconocerán por su llamativo color anaranjado.

17 may 2010

Rapsodia Gourmet


Para todo aquel que se interese medianamente por la gastronomía, por los olores que desprenden los ingredientes, estén en su estado natural o en el anaquel de un súper mercado; por la infinita variedad de sabores que nuestro paladar puede percibir; dicho en términos más terrenales, para aquellos que disfruten de la cocina como epítome del buen gusto, lugar donde convergen –en muchas ocasiones– las mejores reuniones familiares y un sin fin de situaciones más, Rapsodia Gourmet resulta fundamental para cualquier lector que padezca de estas debilidades culinarias.


Esta breve pero deliciosa novela (el calificativo “deliciosa” le resulta perfecto) escrita por Muriel Barbery, fue editada en el 2000 bajo el título original en francés de Une gourmandise. Diez años después Seix Barral nos la trae al español para provocar un verdadero deleite a la lectura y al paladar: leer este libro es cocinar, degustar y disfrutar de un buen plus café.


La historia va de un famosísimo crítico gastronómico, Pierre Arthens, que en sus últimas horas de vida rememora sus andanzas en pro de la buena cocina, del bueno gusto. Retrocede en el tiempo y nos hace participar de sus primeros encuentros con los ingredientes fundamentales para cualquier receta, de la primera vez que ingirió licor, de los olores del pan mientras se hornea. Este hermoso ejemplo les dará idea del tono sublime con que su autora estimula la lectura y el paladar:


El tomate crudo devorado en el huerto, recién cogido, es el cuerno de la abundancia de las sensaciones simples, una cascada que se dispersa en la boca y reúne en ella todos los placeres. La resistencia de la piel tersa, sólo un poco, lo justo nada más, la blandura de los tejidos, la suavidad de ese néctar, con sus pepitas, que resbala por la comisura de los labios y uno se limpia sin temor de mancharse los dedos, esa bolita carnosa que vierte en nosotros torrentes de naturaleza: eso es el tomate, toda una aventura.


Pero no todo en la historia es placer gastronómico. Familiares y amigos centellean odios y rencores a lo largo de la trama hacia Monsieur Arthens, sentimientos que seguramente tuvo bien merecido despertar en sus seres más cercanos. Su obsesión por llegar a ser el mejor crítico gastronómico del mundo lo transformó en un padre indiferente ante sus hijos y su mujer. Hay en Rapsodia Gourmet una eterna evocación de sabores que se mezclan con estas complejas situaciones tan normales en cualquier familia, añadidas a una especie de bol imaginario para transformar lo narrado en una exquisita ensalada literaria.


Mientras Pierre va muriendo al descuento de las 48 horas que le dio de vida el médico, éste rememora situaciones y hechos que le alegraron su existencia. No obstante, su última prioridad es recordar cuál fue el sabor que lo hizo más feliz, como si dicho recuerdo fuera el canal para conseguir el perdón de sus faltas, el camino expedito hacia su redención. Rapsodia Gourmet es una entretenida novela en donde los postres “son una orgía de dulzura azucarada” y en donde “degustar es un acto de placer, escribir ese placer es un hecho artístico”.


Muriel Barbery logra un singular efecto narrativo en su libro gracias a ese eclecticismo de imágenes provenientes de la cocina, los ingredientes y a través de esa magnífica carta en la que se transforma Rapsodia Gourmet, todo esto secundado también por la disposición de cada uno de los capítulos en el mismo. Aquí todos participan en la hora menguada de Pierre Arthens, desde Rhett, un dálmata eternamente hambriento que tiene arte y parte en la historia, hasta su mascota Rick, un gato que habla, cuenta lo suyo y va sufriendo junto a su amo sus últimos minutos.


Fantástica.

13 may 2010

Los materiales humanos: antología poética

Cota mil… Lluvia intensa… vendedores de múltiples confites bajo paraguas multicolores…cola y más cola. En el breve jardín inclinado a la izquierda una indigente se baña en la lluvia mostrando lo que alguna vez fueron unos senos, se ríe con todos y saluda con sus manos al mejor estilo del Miss Venezuela… Veo en un funicular la inscripción que dice “Ahora Venezuela es de todos”…Suspiro…Me canso de Sabina y cambio a Led Zepellin, me estoy durmiendo…Llegaré tarde a Kalathos, sí, qué vaina… Dos horas y media para llegar, pero llegué…La librería full, amigos, conocidos y Leonardo multiplicándose entre firmas y las correspondientes poses fotográficas…


Esta breve cháchara fue para comentar que ayer fue el bautizo de Los materiales humanos: antología poética, de Leonardo Padrón. Editado por Común Presencia Editores y que sin duda lleva la palabra de otro venezolano fuera de nuestro pequeño patio. “Hay que pensar en grande, ver más allá de nuestras narices” dice una poeta amiga. Las palabras iniciales del evento estuvieron a cargo del poeta Alexis Romero, quien sin duda más allá de su pausada forma de hablar, lo que dice va con certeza y contundencia. Bien lo dijo Leonardo Padrón, más allá de buen poeta (Alexis), es un buen lector y mejor librero.



Luego disfrutamos de la lectura que hiciera el propio Leonardo Padrón de cinco de sus poemas. Todos destacados por la sencillez –que no simpleza– de su palabra. Sin parafernalia, construyendo imágenes de hechos y situaciones comunes que otros tal vez no vean, o que por evidentes, les pasan de largo. Por ello abrí esta mínima nota jugueteando con algunas imágenes típicas de Caracas, porque precisamente Padrón hace de la ciudad un canto, un poema. Quedé sorprendido con el que alude al Centro Comercial Sambil (cuando tenga el libro podré saber su nombre), de ese monstruo al cual le huyo y tiemblo cada vez que me llevan obligado.



Entramos en contacto con Leonardo y esperamos más temprano que tarde tenerlo en Librería Sónica. Da gusto ver a una persona consagrada como él por el don de la palabra, sea por la poesía, sea por sus telenovelas, logrando la tan necesaria simbiosis entre dicho talento y la humildad.



En fin, el vino se adelantó al bautizo y prosiguió después de ello. Huí como siempre en silencio, tratando de hacerme invisible. Tomé mi vehículo…otra vez Cota Mil…el tráfico insoportable como castigo de Dios…un choque en mis narices…ella se baja, insulta al otro conductor... él se baja… un motorizado pasa muy rápido y los moja a ambos gracias a un inmenso charco…ambos le envían saludos a su señora madre…Caracas.


“Poema bueno para el twitter”, así dijo Leonardo:

Has llegado
tan impuntualmente a mi vida

que he decidido corregir
todos los relojes
hacia tu posibilidad.

12 may 2010

300


Caracas, 12 de mayo de 2010


El poco visitado y leído blog “Palabras y escombros”, publica su texto, post o entrada número 300 en el día de hoy, motivo de alegría sólo para su administrador, J. L. Maldonado, quien dice “la suerte quiso que publicara un intento de poema y no una reseña de lectura, ensayo o noticias, que es lo que suelo colocar en estos escombros”.


El escombrero, como a veces se autodenomina, dice que dicho “intento de poema” va en sentido de respetar las variopintas opiniones de sus contados lectores (por lo general 2 o 3, incluyéndose), dejándoles muy en claro que es un conato poético o algo que se pretende como tal, y como una manera humilde –y más que evidente– de no considerarse poeta, que sin duda no lo es (las negritas son de su alter-ego).

Redacción: Gerard Butler

Traducción al español: El Rey Leónidas.



Breve pulso de tu llama


me regodeo

entre los pliegues de tu flor

pétalos de carne

que de Ciorán hacen una lectura feliz


tus manos

ancladas en mi nuca

me dan de beber el río

secreta oración subordinada de tu vientre


enciendo la hornacina dulce

con mi aliento

mientras tiembla

el pulso breve de tu llama


algo se desliza

en lo profundo

tierno alud de cristales

estremeciendo tu boca


incontenible géiser que estalla de gloria



10 may 2010

Rosa Ciancio


La década de los 80 en Venezuela inauguró grandes avances en la lucha por los derechos humanos. Uno de ellos fue el surgimiento del Movimiento Feminista Venezolano que reivindicó los derechos de la mujer venezolana, movimiento este liderizado por Giovanna Mérola y Gioconda Espina. Ese movimiento produjo la primera revista feminista venezolana, que a su vez reivindicó los derechos del movimiento lésbico en Venezuela: esa revista fue LA MALA VIDA.

Una de las fundadoras de esta revista acaba de fallecer el pasado 30 de abril, me refiero a la escritora y especialista en literatura Infantil y Juvenil, ROSA CIANCIO. Nacida en Italia y residente en Venezuela por más de 40 años, ROSA CIANCIO, fue una de las pioneras del feminismo moderno en Venezuela, rompiendo tabúes a través de sus artículos y sostenido trabajo contra los estereotipos femeninos en la Literatura Infantil y Juvenil. Por muchos años se desempeñó como Investigadora en el Centro de Documentación del Banco del Libro. Sus artículos en la revista LA MALA VIDA, estuvieron siempre signados por su fino humor y por su actitud rompedora.

Hoy, le rindo este pequeño homenaje a ROSA CIANCIO y a todas las luchadoras que como ella, día a día exterminan tabúes, rompen moldes y se esfuerzan porque el mundo sea un lugar menos injusto.

6 may 2010

Una Venezuela fantasma


Gustavo Valle sobre la participación de Venezuela en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (publicado inicialmente en www.prodavinci.com Autorizado por el autor a publicar en este medio).

Ayer pasé por la 36° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y visité el stand No. 2017, perteneciente a la República Bolivariana de Venezuela. Acudí sin mayores expectativas, y a pesar de eso la experiencia fue decepcionante.

Intentaré explicar por qué.


1.- Vivo desde hace casi cinco años en Buenos Aires y conozco de primera mano el dramático proceso de involución que ha tenido la presencia de nuestro país en esta feria. Recuerdo que en el año 2006 celebré la aparición de un stand elaborado con un diseño bastante atractivo y muy bien situado en una esquina de mucho tránsito, aunque la oferta de libros dejaba, ya en aquel momento, mucho que desear. En los años sucesivos Venezuela no tendría un stand exclusivo sino compartido con Cuba. Y el año pasado no hubo participación y fue la editorial argentina Colihue (distribuidor en Argentina) quien se encargó de exhibir algunos títulos de las editoriales del estado. Ahora, en el 2010, observo con alarma la que sin duda es nuestra peor participación, con un stand de dimensiones estrechas, carente de diseño. Pero el stand y el diseño serían lo menos alarmante si acaso hubiese una buena oferta de libros.


2.- Las únicas editoriales que están presenten en el stand No. 2017 son El Perro y la Rana, Monte Ávila Editores y Biblioteca Ayacucho, todas del estado. No soy tan ingenuo como para esperar la presencia de algunas editoriales privadas o comerciales, como sí ocurría en otras épocas. Tomando en cuenta esto, yo no llamaría al stand “República Bolivariana de Venezuela”, que en teoría debería representar todo el universo editorial de la Nación, sino simple y llanamente “Ministerio del Poder Popular para la Cultura”, pues sólo los libros de las editoriales que están bajo su amparo, son los que se encuentran en exhibición.


3.- Del extenso y por momentos laberíntico catálogo de El Perro y la Rana es notoria la ausencia de libros y autores importantes. Sólo para atender a lo más contemporáneo, no están, por ejemplo, Diario de la Gentepájaro de Wilfredo Machado o La tarea del testigo de Rubi Guerra, sin duda dos de nuestros mejores narradores. Tampoco está la premiada Set de Luis Laya. Hay, eso sí, una estupenda Antología de poesía norteamericana compilada por Ernesto Cardenal.


4.- Los libros de Monte Ávila editores son escasos y prevalecen los de la colección Milenio Libre, que “ofrece al lector el pensamiento más actual acerca de la integración subcontinental y del desarrollo latinoamericano”. Por suerte están algunos libros de Renato Rodríguez, Laura Antillano, Humberto Mata, José Balza y Eleazar León, Piedra de mar, de Francisco Massiani o Pasadizo de Luis Enrique Belmonte, uno de nuestros mejores poetas, junto con un puñado de libros de la colección del premio Monte Ávila para autores inéditos. Lamentablemente eso es casi todo lo que se exhibe de uno de los catálogos más importantes del continente. Como ya es costumbre, lo más interesante siguen siendo los volúmenes de la Biblioteca Ayacucho, pero incluso en este caso, de sus casi 250 títulos apenas están en exhibición unos 25, donde destacan Doctrina del libertador, y Vuelta a casa de Ramón Palomares. Brilla por su ausencia el valiosísimo DELAL, Diccionario Enciclopédico de las Letras de América Latina. Y para colmo, no hay catálogos disponibles de ninguna de estas tres editoriales.


5.- Con sorpresa pude observar que tampoco había poemarios de William Osuna o Juan Calzadilla.


6.- Se podría argumentar que la estrechez del stand (uno de los más chiquitos de la feria), impide la exhibición de todos los libros. Esta es una verdad inocultable. Pero estamos hablando de una de las ferias de libros más importante del idioma (junto a la de Guadalajara), y no hay excusa para que nuestro país, que exporta petróleo y discursos, que importa autos, armas y pollos, y subsidia onerosas comitivas internacionales, no invierta un poco más, sólo un poco más en el alquiler de un stand y por lo tanto en la difusión internacional de nuestros libros y de nuestra literatura.


7.- Por supuesto esto no es nada nuevo. La participación de Venezuela en las ferias internacionales de libros siempre ha sido menor, por no decir lamentable. No estoy, pues, hablando de una situación reciente, pero esto de ninguna manera exime responsabilidades. ¿Cuándo será que nuestro país pueda exhibir al mundo, sin complejos y con orgullo, sus libros y sus autores?


8.- A todo esto habría que añadir un dato que pertenece al terreno de las paradojas: si Argentina y Venezuela son, hoy por hoy naciones amigas, socios de cuantiosos negocios trasnacionales tanto en el área financiera, energética y comercial, y adalides de la integración latinoamericana (que quiero creer que incluye la integración cultural) entonces me pregunto ¿cómo es posible que Venezuela ocupe un lugar tan tímido, tan casi imperceptible, tan excesivamente modesto, en un espacio de enorme simbolismo cultural como es esta Feria?


9.- La escasa presencia de nuestro mundo editorial y de nuestra literatura es inversamente proporcional a la monstruosa presencia de las noticias políticas de Venezuela en los medios de comunicación argentinos.


10.- ¿No existe alguien que pueda convencer al Presidente, o a su doble, o a su prestamista, o a su secretario, o a su edecán o a no sé quién diablos en las alturas del poder acerca de la importancia de una feria internacional de libros?


11.- Los jóvenes que integran el “Colectivo Nuestro-Americano Alí Primera”, encargados de atender el stand No. 2017, están haciendo un buen trabajo y saben orientar al público que acude en busca de información. De modo que no son ellos los responsables de que esta “embajada” en materia editorial y literaria luzca tan depauperada.


12.- Todo aquel que alguna vez en su vida se haya vinculado con los libros o con las ferias de libros sabe bien que estos eventos son una ventana de divulgación internacional, un lugar de intercambios culturales, una oportunidad para establecer asociaciones y vínculos, para dar a conocer un fondo editorial, para promover coediciones y traducciones, para emprender nuevos proyectos, para acceder a otros circuitos de distribución y, en definitiva, para ganar nuevos lectores. Por lo tanto es una actividad que apuesta al Futuro del Libro ¿Es tan difícil entender esto?


13.- Por supuesto ninguno de los autores que critican o acaso se muestran indiferentes con la política actual del gobierno, y cuyos libros han sido publicados por editoriales fuera de su amparo, están presentes. Lo que también coloca a las editoriales privadas y comerciales en la interrogante acerca de qué mecanismos o estrategias están llevando a cabo para impulsar a los autores de sus sellos fuera del país. ¿Qué han pensado las editoriales comerciales agrupadas en la Cámara Venezolana del Libro, o las diferentes instituciones privadas que auspician la cultura fuera de la órbita del gobierno? Sé que para la feria de Guadalajara Cavelibro ha emprendido algunos esfuerzos, pero la pregunta sigue siendo completamente válida, como también esta respuesta: para ello haría falta que el gobierno destine un tipo de cambio preferencial que permita a estas instituciones participar en estos eventos en igualdad de condiciones, dentro del marco de nuestro ya vitalicio control cambiario.


14.- En definitiva, casi toda la narrativa venezolana, incluyendo buena parte de la llamada nueva narrativa, brilla por su ausencia. Lo mismo ocurre con la poesía y también con otros géneros. De modo que hoy por hoy en Buenos Aires no existen Salvador Garmendia, José Ignacio Cabrujas, Isaac Chocrón, Eugenio Montejo, Rafael Cadenas, Alfredo Silva Estrada, Ida Gramcko, Hanni Ossott, Eduardo Liendo, Ibsen Martínez, Federico Vegas, Ana Teresa Torres, Antonio López Ortega, Oscar Marcano, Rafael Castillo Zapata, Martha Kornblith, Alejandro Oliveros, Edda Armas, José Pulido, Rafael Arráiz Lucca, Alexis Romero, María Auxiliadora Álvarez, Francisco Suniaga, Michaelle Ascensio, Ednodio Quintero, Victoria de Stefano, Igor Barreto, Patricia Guzmán, Juan Carlos Chirinos, Juan Carlos Méndez Guédez, Jacqueline Goldberg, María Antonieta Flores, Gisela Kozak, Miguel Gomes, Arturo Gutiérrez Plaza, Israel Centeno, Slavko Zupcik, Norberto José Olivar, Krina Ber, Alberto Barrera Tyszka, Yolanda Pantin, por sólo por mencionar, en desorden, los que se me vienen a la memoria. Tampoco están nuestros críticos Carlos Pacheco, Gustavo Guerrero, Oscar Rodríguez Ortiz, Jorge Romero, Guillermo Sucre, María Fernanda Palacios, Luis Barrera Linares, Miguel Ángel Campos, Violeta Rojo, Javier Lasarte o Paulette Silva. Y muchísimo menos autores más jóvenes como Héctor Torres, Salvador Fleján, Eleonora Requena, Luis Moreno Villamediana, Rodrigo Blanco, Carolina Lozada, Liliana Lara, Jesús Nieves Montero, Fedosy Santaella, Roberto Echeto, Leo Campos, Lucas García, Natasha Tiniacos, Pedro Enrique Rodríguez, Carlos Ávila, y paro de contar. Por supuesto, escritores de no ficción como Boris Muñoz, Rafael Osío Cabrices o Sinar Alvarado, tampoco aparecen. Si desde hace algunos años nuestro país vive una auténtica efervescencia editorial, si estamos en medio de un fenómeno casi volcánico de editoriales y autores nacionales tanto de parte de las editoriales privadas, como las del estado, pues esta situación excepcional no se ve reflejada hoy en Buenos Aires. Editoriales como Bid & Co, Ekaré, Fundación Bigott y Fundación para la Cultura Urbana, sin cuya participación no se puede entender el mundo editorial de la Venezuela de hoy, son inexistentes. O estupendas editoriales universitarias como Equinoccio, o las pertenecientes a otros estados del país como El otro, El mismo y Mucuglifo, o revistas de altísima calidad como El Salmón tampoco están en estos anaqueles. Incluso las recientes antologías de cuento y poesía, compiladas por Rubi Guerra, Antonio López Ortega, Ana Teresa Torres, Héctor Torres, Rowena Hill y Gina Saraceni, que ofrecen panoramas del quehacer literario más contemporáneo, y que son herramientas utilísimas para cualquier lector extranjero, tampoco están. Todos se esfumaron, prescribieron, no existen. Y esto lamentablemente no es una novedad. Lo peor es que nos estamos acostumbrando a estas ausencias.


Conclusión: el stand No. 2017 de la 36 ° Feria del Libro de Buenos Aires es el de una Venezuela escamoteada, dramáticamente incompleta.





Mis comentarios


Estimado Gustavo, primero que nada te felicito por tu buen artículo. Ver cómo estuvo representada literariamente Venezuela a través de tus palabras en tan importante feria, fue duro, pero sin duda necesario en calidad de denuncia, en calidad del lector que eres y que tuvo la dicha de pasearse por los stands de las mejores editoriales del continente, seguramente con una terrible desilusión al ver en nuestro pequeño puesto, la ausencia de todas esas voces que mencionaste, pero sin restarle valor a los autores-libros presentes.

Así como leí por entero tu texto, también lo hice con los comentarios publicados. Todos muy buenos desde diversos puntos de vista. De los mismos se siente cuán polarizadas pueden ser las opiniones y aunque sé que es arbitrario, de allí pudiera extrapolarse e intuir uno de los tantos “por qué” Venezuela atraviesa una de sus mayores crisis socio-políticas, pasando por lo económico y demás. Insisto: una arbitraria reducción que va directo al “ego”, tanto del Estado venezolano quien se defiende a capa y espada, y por tanto no le da espacio a escritores contrarios a su proceso, como al ego de las editoriales –no todas– que siempre apuestan a lo seguro (y no hablo del ego de los escritores puesto que no alcanzo llegar a la estratosfera).

Debemos seguir apostando a los espacios que aún tenemos para promover e incentivar la lectura. Aprovecharlos al máximo para dar a conocer nuestras nuevas voces y apoyar a los autores consagrados, idea que hemos estado desarrollando insistentemente en Librería Sónica desde hace casi tres años, sin mezquindad alguna, invitándolos a todos, a los inéditos y a los que ya son una institución; haciendo llamadas telefónicas a escritores que están fuera de Venezuela, como utilizando la herramienta digital para conversar: tú fuiste uno de los primeros que grabamos vía Skype; obsequiando libros e invitando a los oyentes…

En fin, el stand No. 2017 de la 36 ° Feria del Libro de Buenos Aires, se perdió de mucho, de buenos libros y buenos escritores. Quién lo diría, los Kirchner de romance con CH y lo que más trasciende es el maletín de Antonini Wilson. Con una cuarta parte de lo que éste llevaba, se hubiera hecho fantasías en el stand venezolano y no te cuento en la feria de Altamira, que sin duda debe mantenerse pero mejorarse para el año entrante. Muchos nos estamos comiendo las verdes, ya vendrán los tiempos de las frutas maduras. ¿Quién se come a quién?



5 may 2010

El maestro de Petersburgo


No había llegado aún a los veintidós años cuando Pavel murió. Que haya sido suicidio o vilmente asesinado, no es lo de menos, por el contrario, es el leit motiv que moverá a Isaev, su padrastro, a descubrir la verdad. Se encara con Maximov, un detective astuto que trata de sacarle la mayor información posible a la hora de rendir declaración y en cuyo proceso, descubre que éste no es el tal Isaev, sino Fiodor Mijailovich Dostoievski. Ambos se tranzan en una acalorada y reflexiva discusión sobre unos textos escritos por Pavel, en particular un cuento en donde un hombre asesina a otro con un hacha, y dada la actitud de Maximov por no devolvérselos, Dostoievski le responde “la lectura consiste en ser el brazo y ser el hacha y ser el cráneo que se parte; la lectura es entregarse, rendirse, no mantenerse distante ni burlón”.

La intención narrativa utilizada por Coetzee en El maestro de Petersburgo, se separa de ese desgarramiento presente de principio a fin, tanto en Desgracia, como en Vida y época de Michael K, en donde la interioridad de los personajes es el detonante de las historias. Esto no quiere decir que no haya situaciones complejas vividas por los personajes en El maestro de Petersburgo, en donde éstos transitan por episodios difíciles en una Rusia prerrevolucionaria golpeada por la pobreza y el frío. Si en aquellas novelas el mundo interno de los personajes y su psique tienen un papel preponderante, en ésta lo más resaltante está fuera del “yo” de cada personaje, es lo que hicieron, las consecuencias de sus acciones lo que destaca en el entramado de la historia.

En el desarrollo de la novela están presente Ana y Matryona, madre e hija respectivamente, a través de las cuales el desesperado padre tratará de hallar pistas que lo lleven a aclarar la muerte de su hijo. Ana, la casera que dio cobijo a Pavel en una habitación de su modesta vivienda en sus días de estudiante, poco a poco va dando detalles sobre hechos que despiertan el interés en la lectura. Surge un extraño nexo carnal y amoroso entre el célebre escritor y Ana, del cual llega a comentar: “El amor es vuelto del revés como un guante, y quedan a la vista las feas costuras de su interior”.

El maestro de Petersburgo es una novela que lleva consigo un persistente elemento intertextual, que va desde la recreación literaria de Dostoievski como personaje, hasta las referencias de alguna de sus obras. Nechaev, un conspirador que algo tuvo qué ver con la muerte de su hijastro, le dice: “He leído Crimen y castigo, su libro. Y de ahí saqué la idea. Es un libro excelente; nunca he leído cosa igual. A veces me aterraba. La enfermedad de Raskolnikov y todo eso. Tiene que haber oído alabanzas de mucha gente”.

Hay también en la novela otros temas presentes: el político prerrevolucionario en un contexto que sin duda afectó toda la historia y sociedad rusa, y la relación afectiva entre padres e hijos dentro de dicho contexto. El maestro de Petersburgo, además, pudiera ser objeto de un estudio más exhaustivo teniendo como eje principal sus elementos metaliterarios (para los que consideran válido este término de la teoría de la literatura).

Otra estupenda novela del Nobel de literatura J. M. Coetzee.