28 oct 2011

Piel negada

Tuve el grato privilegio de ser el corrector de estilo de Piel negada. Al principio tuve cierta reticencia en cuanto a aceptar o no la revisión del manuscrito (sin echarle un solo ojo), puesto que no es igual aplicarse en este oficio sobre narrativa que en poesía. El punto más claro y evidente que sobresalta entre estas dos formas de literatura, es la subjetividad que impera en esta última sobre la primera, por no hablar de su estructura y demás elementos. No obstante, emprendí el camino y la sorpresa fue más que satisfactoria.

Haciendo el ejercicio desde lo externo hacia lo interno, esta portada ya es un canto poético por sí mismo. A juicio de unas cuantas personas ligadas al mundo del libro en Venezuela, esta es la mejor portada lograda hasta ahora por la editorial FB Libros, y no les quito la razón. En este sentido, la mencionada editorial ha venido mejorando edición tras edición sus portadas, no sólo como carta de presentación, sino como arte, lo cual agradece el librero profesional y, claro está, los lectores.

En lo interno, desde el corpus que da vida a Piel negada, Gustavo Tovar-Arroyo sorprende con su palabra, y muy particularmente, con las imágenes que construye desde un imaginario erótico. El poemario tiene la particularidad de comenzar con un Preludio que a manera de justificación, da sus razones para concebir su trabajo desde una óptica reconciliadora cuyo fuerte y punta de lanza es la carnalidad. Aquí el lector podrá entender el por qué de su aventura poética, que desligando las verdades allí trazadas antes de comenzar la lectura en sí de los poemas, hay un acto de reflexión mientras una sonrisa, mezcla de gracia y un dejo de vergüenza, se pudiera pintar en el rostro de los lectores.

En Piel negada, por encima del tema, destaca la capacidad de simbiosis para hacer, por ejemplo, de una “Manzana”, de un “Durazno”, del “Chocolate”, de ciudades y países varios, un espejo desde el cual el erotismo proyecta sensualidad y tacto. Para muchos tal vez lo vulgar sea evidente, aunque yo prefiero calificarle de terrenal, de provocativo y directo, tal como es la realidad cuando se da la entrega absoluta de las pasiones. Esto a simple vista pudiera parecer sencillo, pero lo complicado de abordar la escritura poética desde una sola perspectiva, o en todo caso, desde un solo tema, es poder conectar, conseguir las oportunas ramificaciones de la palabra para no repetirse a lo largo de todo el texto.

Cuando se ejerce la función de corrector de estilo, uno siempre sugiere y no impone. Hay que tratar de mantenerse al margen del proceso creador de quien escribe para conservar su voz, el sentido, el pensamiento, la elucubración que da forma -en este caso- a los versos. Partir de una negación de la piel como título, ya es una invitación al desafuero desde lo que se puede intuir como una insinuación que coquetea con lo hormonal, con la libido. Y este libro lo logra desde el preludio hasta la distensión emulando el acto amatorio.

Agradezco al Gustavo Tovar-Arroyo la deferencia por poner en mis manos su primer trabajo poético, y más aún, por haber tomado la mayoría de mis sugerencias antes de ir a la imprenta. Hay que enaltecer la palabra poética y Piel negada consigue ese efecto desde el instinto más básico del ser humano cuando se entrega al ser amado, que incluso es capaz de volverse poesía como acto subversivo por encima de las aberraciones del tema político, detonante de este poemario hecho piel.

17 oct 2011

París


Cuando leí Los seres felices de Marco Giralt Torrente, quedé sorprendido por su evidente dominio de la narrativa, esa que es capaz de extender una mínima idea sobre párrafos de lúdica retórica. Esto mismo aplica en París, XVII Premio Herralde de Novela. Es una insensatez categorizar o enmarcar en un único estilo a un autor con sólo haber leído dos de sus libros. No obstante, desde mi punto de vista, me da la impresión de que estas dos novelas están dentro de un riguroso estilo narrativo, que al instante y al menos con un referente previo, te hace pensar “esto es de Giralt Torrente”.

La escritura más allá de la pasión, es un oficio, seguramente ingrato la mayor de las veces. Hago el comentario porque para narrar, tal como hace el referido autor, hay que ser muy organizado si se quiere llegar a una historia que contenga todos los aderezos literarios: personajes bien definidos; tramas y subtramas bien presentadas; planteamiento de incógnitas y sus resoluciones, entre otros elementos. París cumple estos y otros puntos, aunque da la impresión de ser muy esquemática en cuanto a la estructura, tal como si el autor planteara el corpus del libro dentro de un patrón previamente definido. A mí no me incomoda esto –y es lo que hace un escritor dedicado y disciplinado–, pero es lo que percibo a simple vista.

En cuanto a la historia, la misma parte desde la remembranza que hace el protagonista de su pasado, y por tanto, el texto se vuelve inevitablemente psicológico, en donde los traumas de esa voz narradora –sin nombre ni apellido– van marcando los puntos claves del libro. El presente de ese hombre que cuenta no importa, es en el pasado en donde se buscan las respuestas por más duras que sean. La relación con su madre y su misterioso viaje a París; el padre problemático quien estuvo dos años en la cárcel, y la tía Delfina, catalizadora de unos cuantos momentos de tensión, son los tres elementos con los cuales cuenta el lector para desenmarañar las incógnitas del relato.

París es un libro en donde cuenta más la forma que el fondo, pero sin desmerecer esto último. El desarrollo de las ideas a través de una prosa bien trabajada, la manera en como el autor expone y plantea lo narrado, es lo que llama la atención de cualquier lector atento. Aunque suene a lugar común, no es el qué sino el cómo lo cuenta, lo que prevalece en París, título por demás flojo para una novela ganadora de tan importante premio literario. Lástima que a Giralt Torrente no se le ocurrió primero que a Vila-Matas ese hermoso título de París no se acaba nunca (que hasta en francés suena delicioso: Paris ne finit jamais). En fin, París, una lectura recomendada para lectores bien afilados.

PD.

El libro El final del amor (2011) del mismo autor, no se consigue, agotado.

Blue Label


La primera página que uno lee de un libro tiene que ser, debe ser, una poderosa fuerza que te atrape y no te suelte hasta el final. Blue label tiene precisamente eso y es el principal mérito de esta novela ganadora del Premio Iberoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri 2010. Esa deliciosa trampa en la cual cae el lector con un toque de complicidad, está representada por su personaje principal, Eugenia (hija), una post adolescente que tanto por su accionar como por su mundo interior, posee una contundencia irrefrenable a lo largo de toda la novela.

Eugenia Blanc es una veinteañera que como muchos jóvenes, quiere largarse del país para siempre. No podía ser de otra manera en una tierra carente de oportunidades, y en donde las pocas que se presentan, les pertenecen a un grupo cuya estatus es demarcado por el color de la etiqueta del escocés que se toman. Este afán por hallar el camino que la lleve a otro país, le impone en primera instancia un viaje por carretera hasta Altamira de Cáceres, un pueblo en donde se encontrará con Lauren, su abuelo francés, y con la hipotética posibilidad de colocar sus documentos en regla para migrar legalmente. Además de esto, el aspecto político también deja su huella en el texto, que aunque de manera tangencial, ya el título -ventana al libro- lo dice todo.

La segunda instancia en Blue Label, es todo el recorrido entre el ir y venir por las carreteras, tanto por las asfaltadas, como por las carreteras del alma de cada uno de los personajes, con sus conflictos y frustraciones. Aspecto evidentemente iniciático en la construcción de la historia. Luis Tévez será ese amigo, compañero, novio, amante, y otros epítetos, que junto a Eugenia, emprenderá la aventura que desvelará impactantes verdades. En una novela pletórica de jóvenes, no podía faltar el amor y el sexo; borracheras y trifulcas cuando el alcohol ya pasó sus límites; poesía y mucha música.

Eduardo Sánchez Rugeles, sin duda alguna, retrata a la perfección el habla de la juventud caraqueña. No obstante, creo que se excede en el uso de las groserías, de este recurso para construir los diálogos de cada uno de los personajes, por demás muy humanos. Hay momentos sencillamente geniales y otros un tanto desmesurados en la tipificación del habla. Pero, y es un pensamiento a voz alta, tenía que ser así puesto que así hablan, es la verdad, y en esto, es un acierto absoluto en la construcción de la historia. (Para los interesados, http://palabrasyescombros.blogspot.com/2010/09/de-pana-de-blue-jean-y-otras-yerbas.html )

Blue label es el reflejo exacto de esa juventud clase media que siente y padece los embates de una realidad desconsoladora, pero por encima de todo esto, es una novela que página a página te hace sufrir el drama de la historia y en muchas ocasiones te arranca una carcajada. La tensión y el ritmo no decae en ningún momento, y entre tristezas y conflictos existenciales, hay mucho espacio para el disfrute y la sonrisa cuando menos te lo esperas a través de la lectura. Una muestra de ello en palabras del rebelde y contestatario Luis Tévez, minutos antes del ansiado coito con Eugenia: “¡Qué mierda! -dijo. Acabar afuera es una estafa, es como tomar cerveza sin alcohol o café sin cafeína. Claro, todo depende de la parte del cuerpo en la que acabes”.

Esta franqueza en la palabras va de punta a punta en Blue Label, una lectura muy entretenida, divertida y a la vez dolorosa por lo que allí se denuncia de manera frontal. Un libro que puede ser leído por todas las edades, pero que dentro del perfil juvenil, tiene un lugar ganado como en su momento lo hiciera Piedra de mar de Francisco Massiani. http://palabrasyescombros.blogspot.com/2008/05/piedra-de-mar.html

Corrector de estilo


Comencé a escribir la reseña del libro en referencia. Tenía mis acostumbrados apuntes y por cosas de la web 2.0, el escritor venezolano Héctor Torres me envió su reflexión sobre Corrector de estilo de Milton Quero Arévalo. Así que ni corto ni perezoso y con su autorización, la dejo aquí en mis escombros.


Hasta noviembre del año pasado, el de Milton Quero Arévalo era un nombre bastante desconocido en el mundo literario venezolano. Por esa fecha, los miembros del jurado y los organizadores de la primera Bienal de Novela Adriano González León (Econoinvest, Pen Venezuela y Norma de Venezuela), reunidos en el hotel Tamanaco durante una rueda de prensa, otorgaron el premio único a una obra denominada “Corrector de estilo”, firmada con el seudónimo Nectario Medrano Rodríguez. A partir de ese momento, muchos fueron las preguntas y comentarios en torno a Quero Arévalo. Como el nombre no le resultaba conocido a muchas personas, el asombro y el interés aumentaba cuando descubrían que no se trataba de uno de esos casos infrecuentes de niños genios que suele, en esas raras ocasiones, sacudir la modorra de las noticias literarias. Se trataba de un autor falconiano, de 45 años, residenciado en Maracaibo, con una extensa obra inédita en diversos géneros. Sobre la novela ganadora, el jurado señaló entonces que en ella el autor “reconstruye el espacio urbano en forma inteligente y crítica, y demuestra un conocimiento del alma humana que se expresa en personajes que a su edad lo han vivido todo, menos el amor”. Como buen veredicto, la única convicción que deja en el lector de la nota, es el deseo de leer el manuscrito que se impuso, entre 84 textos enviados, en el gusto de Victoria de Stéfano, Luz Marina Rivas, Oscar Marcano, Juan Diego Mejía (de Colombia) y Quim Monzó (de España).

Decir que en el Corrector de Estilo la ciudad de Maracaibo es otro personaje, es un lugar común que no nos perdonará el lector de estas líneas. Son embargo, es así. Adriano González León, presentador de lujo de la misma, le da un espaldarazo monumental al afirmar, con conocimiento de causa, que en ella Quero Arévalo logra lo que otros nombres mayúsculos de nuestra literatura no lograron de forma tan contundente: hacernos sentir el calor de esa ciudad, sus olores, sus sonidos, la presencia silenciosa y determinante del Lago (que debe ser algo así como el Ávila para los caraqueños), ese lago que en un hermoso pasaje de la novela “estaba en delirio adolescente rasgando la última posibilidad de tarde que quedaba”.

Y, ciertamente, si algo se puede decir de Corrector de estilo, es que en ella Quero Arévalo no evade en lo absoluto la ciudad de Maracaibo; al contrario la utiliza para hilvanar la historia y justificar, a partir de sus rasgos característicos, muchos de los movimientos y razonamientos de los personajes para, desde sus peculiaridades, contar algo tan universal como reiterado: Contar una historia de amor. Con un gigantesco caudal de ilustres antecedentes, el tema no parece ofrecer, de primera mano, mayores novedades al lector. La realidad es otra. La primera novela de Quero (luego de haber abordado el cuento, la dramaturgia y la poesía) ofrece una de esas historias cuya trama no es fácil de olvidar, porque supo destacar en ella elementos novedosos a partir de argumentos bastante manejados en la literatura.

El Corrector de estilo es la historia de las vicisitudes de un cuarteto de amigos sesentones que conforman algo que bautizaron como “El Círculo de Testosterona Literaria”, lo cual no es más que una especie de, a partes iguales, patético y tierno club de escritores que, ya pasados sus mejores momentos, aún aspiran alcanzar la gloria literaria, o siquiera algo que permita soportar la indiferencia del entorno social, las hostiles inclemencias de la naturaleza. ¿Quién puede pensar en poesía a cuarenta grados bajo sombra?, podrían preguntarse con desconcierto los personajes que rodean a estos incomprendidos. Se trate de la madre, de la señora que limpia, o de los alumnos del bachillerato, todos tienen un referente que los hace sentirse forasteros del mundo cotidiano.

En esa ciudad de provincia en que se desarrolla la historia de estos literatos tardíos, en ese paisaje urbano que se edifica a partir de las peculiaridades culturales de sus habitantes, en ese ambiente áspero, inerme a veces, hiperbólico en sus manifestaciones cotidianas, Nectario Medrano, el único de los cuatro amigos que (como Quero Arévalo) no nació en Maracaibo, es el encargado de describir la ciudad y sus habitantes con su mirada lejana. Desde sus ojos, los maracuchos son “verbales untuosos” y la estética de sus edificaciones públicas un acto de agresión. En ese ambiente, en el que él es doblemente forastero, le toca corregir por encargo un texto de una dama ¿cuarentona? casada con un patán millonario que, como corolario a una vida de éxito social, decide escribir su biografía personal. Conocerla a través del manuscrito, saberla infeliz, “corregir” su biografía hacia derroteros más amables, lo llevan ineludiblemente a enamorarse de la protagonista de la biografía. Obviamente, como buen soñador, sólo le restaba confiar en que, como aseveró Wilde, la vida imitara al arte.

El corrector de estilo atrapa al lector con mucha facilidad, sus personajes están notablemente dibujados, ofrece pasajes muy bien logrados. Luego de disfrutar de su lectura, no puedo evitar preguntarme: ¿Cuál hubiese sido el resultado si Quero Arévalo le da más tiempo a esa historia, suelta más a los personajes, se propone escribir más extenso? Ejercicio inútil, por supuesto. Pero sugiero estar atento a lo que este autor nos entregue en un futuro. Sin presionarlo, claro, como exigió Adriano.

http://www.hectorres.net/blog/archives/726

Publicado originalmente en Ficciónbreve, el 4/03/2008

7 oct 2011

IV CONCURSO DE POESÍA LIBRERÍA SÓNICA



IV Concurso de poesía Librería Sónica

Para celebrar el cuarto aniversario del programa radiafónico Librería Sónica, convocamos a nuestro ya tradicional concurso de poesía, bajo las siguientes bases:

1.- Podrán participar las personas que así lo deseen, residentes o no en Caracas, Venezuela.

2.- La extensión del poema deberá ser de una (1) hoja carta, a espacio sencillo, con tipografía Arial 12, en idioma español.

3.- El tema es a elección del escritor y el poema deberá estar escrito en verso libre.

4.- Podrán enviarse hasta dos (2) poemas por autor, el cual debe estar identificado en el contenido del mismo correo electrónico y adjuntado en formato Word.

5.- El premio único consiste en la publicación del poema en el blog Librería Sónica y en Facebook; una selección de libros, una invitación al programa para leer al aire el poema ganador y las menciones seleccionadas, en caso de que existan.

6.- El poema o los poemas ganadores serán publicados en la revista de literatura Homo sapiens litteratus; impreso y digital.

7.- El jurado estará integrado por destacados poetas de amplia trayectoria, cuyos nombres serán publicados posteriormente.

8.- La fecha de recepción inicia el viernes 7 de octubre y finaliza el viernes 11 de noviembre de 2011.

Los poemas deben ser enviados a la dirección de correo electrónico: libreriasonica@gmail.com, colocando en el asunto IV CONCURSO DE POESÍA LIBRERÍA SÓNICA, seguido de su nombre.

En el cuerpo del correo deben escribir nombre y apellidos; número de cédula o pasaporte, ciudad de origen, teléfono de contacto y nombre del poema.

9.- El veredicto se dará a conocer el domingo 27 de noviembre durante la emisión del programa aniversario, y el poema ganador, como las menciones que hubiera, se publicarán en el grupo de Facebook y en el blog Librería Sónica durante la semana siguiente a la emisión del veredicto.

10.- Este concurso no podrá declararse desierto.

Compartimos la publicación de los poemas ganadores del año pasado en Homo sapiens litteratus