12 ene 2009

La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo


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En cuántas ocasiones los venezolanos hemos dicho “es que somos así”, o “ya estamos acostumbrados, qué más da” y un largo etcétera de frases que se supone que vienen a justificar nuestra dejadez, tal vez ineptitud, o mejor aún, la famosa “viveza criolla” de la cual muchos se sienten orgullosos. En La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo hallamos algunas respuestas al “¿por qué somos así?”. Axel Capriles de una manera clara y entendible para todos los que no somos psicólogos, hurga como debe ser, desde los inicios de la conquista española y pasando por las cruentas guerras independentistas, para darnos una respuesta convincente a dicha pregunta. La imagen y el arquetipo del héroe, así como la del pícaro, han vivido con nosotros desde hace siglos y es por ello lo difícil y complejo que se hace deslastrarse de eso que ya forma del inconsciente colectivo venezolano. A medida que avanzaba en la lectura se me hizo imposible no resaltar las ideas que son una fotografía, un calco de nuestra realidad y como es natural, asociar lo leído con personajes actuales de nuestra política. Por ejemplo, hablando del héroe y de su aspecto mitológico y arquetipal, señala que el mismo “desprecia el empeño metódico y constante. Inepto para crear riqueza, se apropia de la fortuna de los otros mediante el asalto y la conquista. Su economía, como la del pirata, es la del saqueo y el botín”. Juzgue usted amable lector a quién se le parece dicha cita.

De igual modo se me hizo inevitable recordar dos cosas, la primera de ellas, la lectura reciente que hiciera del libro El venezolano feo, en donde su autora, afirma a lo largo de su trabajo que todos llevamos un “Chávez dentro”, que lo mejor que podemos hacer para erradicar tanto mal es terminar reconociéndolo. La reminiscencia me vino a cuenta de la siguiente cita: “Las personas, consumidas en una vida común y corriente, proyectan en el líder narcisista al héroe dormido que llevan dentro. La personalidad descollante se convierte así en la portadora de individualidad de quienes, incapaces de vivir su propia grandeza, lo hacen a través del carisma del dirigente; se enamoran y se identifican con él”. ¿No es acaso esto una verdad enorme por funesta que sea? ¿No es esto un retrato de la gran masa aduladora que ciegamente cree en las tropelías de quienes nos gobiernan? Repito, juzgue usted; en segunda instancia recordé al politólogo y humorista Laureano Márquez que en alguna de sus presentaciones dijo (¿o tal vez lo leí en uno de sus libros?), que “tuvimos la mala leche de ser conquistados por los españoles. Cómo era posible que un barco repleto de gallegos buscando fortuna en lo incierto pasara ileso por el triángulo de las Bermudas”. Las comillas son mías y son para referir la idea que va en ese orden, lo único textual es “la mala leche” y “un barco repleto de gallegos”. En fin.
En La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo hallamos otros elementos que están a flor de piel hoy día en la actitud del venezolano, en su razón de ser para muchos como bastión de identidad cultural. El culto a Simón Bolívar, por ejemplo, en donde afirma que tal vez sea el único elemento que nos identifica como nación. El héroe como cosa, como objeto, por medio del cual se hace alarde de hazañas pasadas sin mirar al futuro inmediato para recomponer, armonizar y planificar un mejor mañana. Tal como lo indica el propio autor con palabras precisas: “La activación y manejo utilitario de los héroes muertos y del mito por medio de la figura del Libertador ha sido una de las más provechosas artimañas psicológicas utilizadas por las clases políticas para manipular y conducir a las masas”. La disonancia o incongruencia de la personalidad que se hace insostenible en el tiempo, la irreverencia como elemento identificatorio del héroe o de quien tiene el poder, entre muchos apartados para ahondar en la psicología del venezolano, están a lo largo de este libro que debería añadirse al plan de estudios del país, desde la primaria en adelante. Tío Conejo sigue más vivo que nunca cuando se cruza el semáforo en rojo, se le paga a un gestor para evitar trámites engorrosos, cuando nadie cede el paso en una cola, cuando en una feria de comida los comensales dejan la bandeja con los restos para que “el bolsa” que se siente lo recoja. El lema de preferir pasar por vivo que por pendejo está más vigente que nunca, que lo diga Tío Conejo.

3 comentarios:

Francisco Pereira dijo...

Te ha quedado redondo este post, me satisface que el libro te halla gustado, realmente es imposible leerlo y no tener en la mente la referencia de nuestra cotidianidad.

Ahora te voy a recomendar que sucumbas en las páginas de Carlos Ruiz Zafón es su libro EL JUEGO EL ÁNGEL. Seguro será digno de otro de tus excelentes análisis.

Un abrazo.

Rubén Rivero Capriles dijo...

He leído el libro de Axel Capriles sobre La Picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo y me parece muy interesante. Aun cuando el libro habla de la cultura histórica del pasado venezolano, tengo razones para pensar que el futuro, debido a la globalización, el acceso masivo a internet y el hastío de todos los sectores políticos de todas las tendencias por los sucesos actuales, me hacen pensar que quizás pudiese en un futuro cercano haber, si no un brusco cambio cultural, al menos una evolución nacional liderizada por algunos venezolanos que no necesariamente en lo personal funcionan bajo el arquetipo del pícaro. Por ejemplo, los venezolanos que viven en Florida tienen en conjunto un mayor nivel educativo que el norteamericano blanco promedio. Quizás esta afirmación mía confirme sin embargo la eterna dualidad del arquetipo del trickster.
http://www.rroopstr.com

Anónimo dijo...

Antes de que Alex Capriles publicara este libro (que confieso aún no he tenido la fortuna de leerlo), ya venía rondando en mi cabeza, desde hace un par de décadas, que existía "algo" que no encajaba entre lo que se debe hacer frente a situaciones y lo que realmente hacemos. Luego, comparando nuestra cultura con las de otros paises, con amigos que salieron al extranjero, y muchas otras experiencias, me di cuenta de que el gran problema que tiene Venezuela... es precisamente el Venezolano, su forma de criarse, su mal sentido del orgullo (como "pisar antes de que te pisen"). Alguna vez, con cierta persona a quien estimo mucho, me hablaba de lo "fastidioso" que era los trámites fuera del país, pues todo era "correcto", sin poderse saltar algunas "boberias" formales. Obvio para alguien que estaba acostumbrado a pagar para acelerar las cosas. Estoy seguro que luego de leer este libro, sabré que no estoy solo en mi forma de pensar, y que algún día destronaremos la viveza criolla, para darle sitio, inteligencia y sabiduría a los millones de Tios Tigres que aún creen en el país.