24 sept 2010

Lluvia



Hay libros que parecen auto construirse a sí mismos por la historia que evoca, delicado estratagema que toma el escritor para hacer ver su oficio. Este es el caso de Lluvia de Victoria de Stefano. Un texto que evoca la reflexión propia del proceso creador, de la escritura como simiente para erigir mundos posibles. Al ver el nombre Clarice inmerso en la novela –escritora y personaje principal de la historia– pensé automáticamente en los dos únicos personajes que conozco con ese nombre: el de El silencio de los inocentes (Clarice Starling) y el de Clarice Lispector, escritora brasilera de origen judío.
Avancé en la lectura y la Clarice de de Stefano terminó siendo –y me aventuro a decirlo– su propio alter ego creador, depositario de la precisión y densidad literaria con la que la autora traza su obra: “lo que hace incitante a la ficción es su atadura con las peripecias de la fantasía antes que con realidades de improbable cumplimiento” –dice en alguna parte cuando ya la aventura escritural de Lluvia toma forma de diario. Luego añade que “el embrión de un relato puede surgir de cualquier parte”, y por tanto, germinar en cualquier forma o representación literaria. Justo allí, cuando la prosa narrativa guía al lector hacia el encuentro con el estupendo diario de Clarice, pletórico de sus lecturas, citas, reflexiones y procesos creativos, la novela acelera su ritmo convirtiendo a Lluvia en un panegírico de lo que es buena literatura. Lo curioso, y reafirmado el hecho de que ese “embrión” creativo puede nacer en donde sea, el de Clarice surgió gracias a la lluvia que interrumpió su trabajo, su oficio de escritora, transfiriéndole melancolías y recuerdos mientras se asomaba a la ventana a contemplar un soberbio diluvio. Buen libro. Lectura recomendada.
Algunas citas del diario de Clarice (¿o de la autora?):
El proceso del lenguaje escrito es más reflexivo y amplio, las palabras hay que rumiarlas, decantarlas, suplantarlas, alisarlas, ubicarlas e intencionarlas adecuadamente en beneficio de la progresión del período en el que se manifiesta el pensamiento.
Una palabra llama a la otra, una idea a otras ideas, una zona clara a otra más oscura, toda la faramalla de la miseria de la vida al milagro del devenir la vida.
En el arte de la escritura es donde mejor se revela la interconexión del yo del mundo con el sujeto ampliado del conocimiento progresando sin pausa y sin centro.

2 comentarios:

Marcos Dk dijo...

Esas citas han despertado mi curiosidad por el libro. Realmente parecen sacadas del diario de alguien que escribe.

Icíar dijo...

Otra buena escritora que conozco por este blog.
:) y tan agradablemente presentada