Un hombre en muletas —creo que iba en muletas— pasó por un costado de la tarima y gritó “ustedes lo que están es loco e bolas”. Lo dijo dos veces mientras su paso punto y coma lo hacía desplazar hacia el sur de la plaza…
Y sí, hay que estar un tanto loco —no sé si loco e bola— para escribir poesía. Pero eso es algo que ya no está en uno, es decir, para aquellos que hacemos o escribimos poesía, es algo que nos antecede, que está allí de manera constante desde el primer encuentro con la palabra en nuestra infancia. Hay picos altos en donde tal vez se enaltece la parte más brillante de la poesía, con vistas al ser amado, la naturaleza, la ciudad, etc; pero también están los fosos, las terribles cavernas en donde el hundimiento del poeta es absoluto, y si bien es cierto que los pensamientos y los versos más duros pueden cobrar vida, no es menos real que incluso desde las sombras despunta un rayo de luz.
La experiencia poética es entonces impredecible, pues una vez que los versos están escritos, ya no le pertenecen a su creador, sino a ese lector que es capaz de ver maravillas en algún poema o en algunos versos que al propio poeta no lo convencen. Aquí hago honor —no creo que a todos ustedes, poetas— a mi eterna insatisfacción con lo que escribo: que si un adjetivo de más o de menos; para qué este adverbio; esta imagen no está bien lograda. Y así un largo etcétera que terminaría por aburrirlos.
El comentario va en dirección de reconocer la pluralidad de voces con quienes tuve el privilegio de compartir el Jamming poético de ayer jueves 20 de noviembre; una prerrogativa que se agradece en estos tiempos en donde la palabra ha sido tan golpeada en nuestro país (no hablaré de política, ustedes entienden) y que va de la mano gracias a sus promotoras (promotoras suena a birras, digamos mejor, a sus creadoras) Kira, Georgina y Jacqueline. Si dejé a alguien por fuera, ofrezco disculpas. Y en mi caso particular hago énfasis en Kira por su empeño conmigo, pues fueron tal vez unos ¿dos? ¿tres? años que estuvo invitándome y yo me hacía el sueco para no asistir. Pero como a cada chancho le llega su sábado, en este año ya son dos Jamming en los que participo.
Los felicito a todos, a Flavia, a quien apenas conocí anoche y ya habrá tiempo para leernos con calma; a Fedosy, “coleao” un cuerno, maese; a Oriette, donde me extiendo un poco porque siendo la “debutante”, pues no te cuento cuando te consagres, medio palo poético. Ya vendrás al programa para que compartas tu poesía con nuestra audiencia; Jairo, idem, a leernos (fue a ti a quien llamaron loco e bola, jajaja); Daniela, qué querés que te diga, me la pones bombita para hacer el verdadero Jamming, y ojo, no hago trampa no no y no, como le repliqué a la poeta Claudia Sierich “yo te lo dije chirulí”, y a Hernán Zamora, que teniendo a una poeta como la Goldberg al lado, no podía esperar menos de tu poesía.
La noche de anoche, como dice la canción, para mí fue doblemente especial, tanto por la poesía, como por… eeeh, asuntos personales. Ratifico entonces que en este país hay más poetas que mototaxistas, así que sigamos trabajando la palabra para combatir el caos.
A todos ustedes, namasté.
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