“Un
fantasma es un muerto que intenta hacer lo que hacía en vida, pero en silencio,
en absoluto, penoso y sobrecogedor silencio”.
El dedo es el pretexto
para construir esta novela; un libro en donde sus personajes principales,
Arturo y Mariana, buscan sentirse plenos y libres, mientras se deslastran de la
abrumadora ciudad de la cual se sienten cada vez más ajenos. Deciden emprender
un viaje sin retorno a orillas del mar; quieren instalarse para siempre en alguna
playa paradisíaca de la costa venezolana para entregarse al amor y ganarse la
vida vendiendo cueritos, artesanía, bisutería y haciendo malabares y
acrobacias. Así de simple.
Lo que no sabe el autor
(y ahora sí después de esta lectura) es que mi hermano menor pertenece a ese
mundo circense; de acampadas en Choroní, Chirimena y otras playas exóticas del
país de difícil acceso en donde la naturaleza permanece imperturbable ante la
aparición de lo humano. Así que algunos de los episodios de El dedo de David Lynch se me parecen
mucho a las historias contadas por mi hermano: las fiestas a la orilla de la
playa a medianoche; las bandas en vivo haciendo lo suyo y todos los aditivos
que nunca faltan en encuentros como estos. Incluso él tiene algo de César, ese
personaje que busca Ovnis y estrellas fugaces a través de la oscuridad de la
noche (¿realidad o efectos de los brownies costeños?).
El
dedo de David Lynch pudo no haberle pertenecido a éste,
pudo ser de otro personaje. Es decir, ponga usted su nombre sobre los puntos
suspensivos “El dedo de…” y la historia será igual de buena, con toque de novela
negra. Pudo haber sido no un dedo, sino otra parte del cuerpo. Pero para no pecar
de macabro, el autor lo dejó así. Pudo haber sido “El ojo…”, “El pie…”, “La oreja…”,
etc. El punto es descubrir quién es Mr. Lynch mientras vamos atestiguando cómo
es la vida en un pueblo anclado a la orilla del mar.
Los hechos van
sucediendo uno tras otros y Arturo va reflexionando sobre su vida. Reconoce que
se siente cómodo en soledad; en ese “rincón de misantropía” en el que vive
mientras Mariana es más relajada y menos conflictiva. Así que las fiestas sobre
la arena tal vez no sean lo suyo, pero esto es algo que él deberá definir cuanto
antes. Mientras ello sucede, la historia retrocede en el tiempo para mostrarnos
el robo a un banco, hecho que termina justificándose más adelante para engranar
las historias que parecen puntos de fuga, pero que en realidad no lo son: todo
se empalma para hallar el porqué de lo narrado. Nada queda a la deriva, todo
tiene su justo lugar en El dedo de David
Lynch y en donde el silencio tiene su espacio para crear tensión y recrear
las noches en la costa, esas en que el sonido del mar parece tener vida.
Variopintos personajes
conforman el texto. Están los misteriosos, pero justos, como el Sargento; duros
y peligrosos, pero dicharacheros y amables como Marcano; un salvavidas medio
loco, entre otros, y no menos importantes,
personajes que conforman una historia conmovedora que también termina en las
costas de Chirimena: un ex policía que padece una terrible enfermedad y su hijo,
estudiante de computación que se gana la vida como mesonero, quien tendrá que
lidiar con los últimos días de vida de su padre.
El
dedo de David Lynch no se aleja de lo onírico, tema que
Fedosy Santaella incorpora con frecuencia en sus obras y que domina a la
perfección para darle corpus a lo narrado, integrándolo a un trabajo bien
pensado y cargado de buenas imágenes. Gran
parte de esto se ve reflejado en Arturo, quien necesita limpiar su alma, “salir
de las alimañas que tenemos en la cabeza y volver a ponerlo todo en su lugar”,
pues vive atormentado por cosas que para cualquiera son nimiedades; es algo neurótico,
tanto por sus anhelados deseos como por el bendito dedo que vino a cambiarle la
vida.
Parece que todo girara
en torno a lo absurdo, pero una vez que se reflexiona sobre ello, la vida misma
va colocándonos en situaciones que, por ridículas, terminan siendo así, absurdas.
De eso se trata el vivir, con los altos y los bajos que el propio camino va
imponiendo, de esto va El dedo de David
Lynch, una novela con ligeros toques surrealistas en donde converge lo real
con lo soñado. Bien escrito, buen libro.
El
dedo de David Lynch, Editorial Pre-Textos 2015
2 comentarios:
familia incluida ;)
Lo único con lo que no estoy de acuerdo es con lo de "bien escrito": es un libro muy descuidado en cuanto al lenguaje. Muchos vicios de lenguaje. De resto, es una novela entretenida.
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