9 ene 2016

El dedo de David Lynch


“Un fantasma es un muerto que intenta hacer lo que hacía en vida, pero en silencio, en absoluto, penoso y sobrecogedor silencio”.

El dedo es el pretexto para construir esta novela; un libro en donde sus personajes principales, Arturo y Mariana, buscan sentirse plenos y libres, mientras se deslastran de la abrumadora ciudad de la cual se sienten cada vez más ajenos. Deciden emprender un viaje sin retorno a orillas del mar; quieren instalarse para siempre en alguna playa paradisíaca de la costa venezolana para entregarse al amor y ganarse la vida vendiendo cueritos, artesanía, bisutería y haciendo malabares y acrobacias. Así de simple.
Lo que no sabe el autor (y ahora sí después de esta lectura) es que mi hermano menor pertenece a ese mundo circense; de acampadas en Choroní, Chirimena y otras playas exóticas del país de difícil acceso en donde la naturaleza permanece imperturbable ante la aparición de lo humano. Así que algunos de los episodios de El dedo de David Lynch se me parecen mucho a las historias contadas por mi hermano: las fiestas a la orilla de la playa a medianoche; las bandas en vivo haciendo lo suyo y todos los aditivos que nunca faltan en encuentros como estos. Incluso él tiene algo de César, ese personaje que busca Ovnis y estrellas fugaces a través de la oscuridad de la noche (¿realidad o efectos de los brownies costeños?).
El dedo de David Lynch pudo no haberle pertenecido a éste, pudo ser de otro personaje. Es decir, ponga usted su nombre sobre los puntos suspensivos “El dedo de…” y la historia será igual de buena, con toque de novela negra. Pudo haber sido no un dedo, sino otra parte del cuerpo. Pero para no pecar de macabro, el autor lo dejó así. Pudo haber sido “El ojo…”, “El pie…”, “La oreja…”, etc. El punto es descubrir quién es Mr. Lynch mientras vamos atestiguando cómo es la vida en un pueblo anclado a la orilla del mar.
Los hechos van sucediendo uno tras otros y Arturo va reflexionando sobre su vida. Reconoce que se siente cómodo en soledad; en ese “rincón de misantropía” en el que vive mientras Mariana es más relajada y menos conflictiva. Así que las fiestas sobre la arena tal vez no sean lo suyo, pero esto es algo que él deberá definir cuanto antes. Mientras ello sucede, la historia retrocede en el tiempo para mostrarnos el robo a un banco, hecho que termina justificándose más adelante para engranar las historias que parecen puntos de fuga, pero que en realidad no lo son: todo se empalma para hallar el porqué de lo narrado. Nada queda a la deriva, todo tiene su justo lugar en El dedo de David Lynch y en donde el silencio tiene su espacio para crear tensión y recrear las noches en la costa, esas en que el sonido del mar parece tener vida.
Variopintos personajes conforman el texto. Están los misteriosos, pero justos, como el Sargento; duros y peligrosos, pero dicharacheros y amables como Marcano; un salvavidas medio loco, entre otros,  y no menos importantes, personajes que conforman una historia conmovedora que también termina en las costas de Chirimena: un ex policía que padece una terrible enfermedad y su hijo, estudiante de computación que se gana la vida como mesonero, quien tendrá que lidiar con los últimos días de vida de su padre.
El dedo de David Lynch no se aleja de lo onírico, tema que Fedosy Santaella incorpora con frecuencia en sus obras y que domina a la perfección para darle corpus a lo narrado, integrándolo a un trabajo bien pensado y cargado de buenas imágenes.  Gran parte de esto se ve reflejado en Arturo, quien necesita limpiar su alma, “salir de las alimañas que tenemos en la cabeza y volver a ponerlo todo en su lugar”, pues vive atormentado por cosas que para cualquiera son nimiedades; es algo neurótico, tanto por sus anhelados deseos como por el bendito dedo que vino a cambiarle la vida.
Parece que todo girara en torno a lo absurdo, pero una vez que se reflexiona sobre ello, la vida misma va colocándonos en situaciones que, por ridículas, terminan siendo así, absurdas. De eso se trata el vivir, con los altos y los bajos que el propio camino va imponiendo, de esto va El dedo de David Lynch, una novela con ligeros toques surrealistas en donde converge lo real con lo soñado. Bien escrito, buen libro.

El dedo de David Lynch, Editorial Pre-Textos 2015

2 comentarios:

Anónimo dijo...

familia incluida ;)

Anónimo dijo...

Lo único con lo que no estoy de acuerdo es con lo de "bien escrito": es un libro muy descuidado en cuanto al lenguaje. Muchos vicios de lenguaje. De resto, es una novela entretenida.