Primer libro que leo de
Mo Yan y aunque en cierta parte se me tornó tedioso, admito que es un buen
texto: La vida y la muerte me están
desgastando. Tal vez esta sensación de tedio obedece a dos cosas: la
primera, a la ingente cantidad de personajes y la confusión que produce sus
nombres: Ximen Nao, Lan Lian, Lan Qiansui, Huang Tong, Lan Jiefang y un
larguísimo etcétera. En algunas ocasiones tuve que volver atrás para estar
seguro de que seguía a un personaje en particular y no a otro; la segunda cosa,
que me viene de manera instintiva, tiene que ver con la traducción que se hace
del chino, que en este caso y en gran parte de la obra de Mo Yan, no viene
directo de dicho idioma sino del inglés. Mi amigo Li Fung, dueño del
restaurante “Corona” cerca de donde vivo, me comentó que “no estoy de acueldo
con algunas cosas”, pero justo cuando le iba a preguntar, sus cinco pequeñas
crías se lo llevaron. Ya hablaré con Li Fung…
Lo cierto es que La vida y la muerte me están desgastando
aborda de manera suprema el tema de la reencarnación, en este caso focalizado
en Ximen Nao, un terrateniente exitoso de la aldea Ximen que es ejecutado por
la revolución china liderada por Mao Zedong. Pero esto, a mi juicio, el tema de
la reencarnación, no es más que un pretexto para desmontar al socialismo como
sistema político fracasado (¿hace falta que me extienda en esto? Creo que no). Es
entonces a través de los animales en que reencarna Ximen Nao, buey, burro,
cerdo, perro y … (no diré el último) que Mo Yan se da a la tarea de contarnos
cómo fue y ha sido la China socialista de la cual fue y es testigo. Ximen Nao
reencarna en todos estos animales pero conservando la virtud del pensamiento
humano. Así que podrán imaginarse los geniales pensamientos del buey, la jocosidad
que se desprende del burro, las cochinadas propias del cerdo y así
sucesivamente, para reflexionar sobre los procesos de expropiación, la escalada
social sin mérito alguno, el abuso de poder, entre tantas cosas más.
Por lo demás, La vida y la muerte me están desgastando
te hacer reír con situaciones verdaderamente hilarantes, pero también te hace
sufrir y tragar grueso en momentos de profundo dolor, tristeza e impotencia,
tal como la escena en que torturan sin piedad alguna al inmenso buey que labra
la tierra de Lan Lian, último campesino independiente de toda China, y que
justo por ello, fue víctima también de los más feroces atropellos. No obstante,
fue capaz de sembrar y cosechar en su pequeño pedazo de tierra, que no era más
que una ínfima parte de todo el campo perteneciente a la comuna. En un
acalorada discusión con Hong Taiyue, este le dijo: “-Viejo Lan, después de
treinta años de lucha, todavía permaneces victorioso, mientras que los demás,
después de treinta años de trabajo lleno de sangre y sudor y de incuestionable
lealtad, al final somos los perdedores…”
Por último y no menos
importante, me pareció genial como algunos personajes, animales incluidos, recuerdan
a Mo Yan a lo largo de la obra, refiriéndose a este como un niño más de la
aldea, un niño impertinente y anormal; también citan algunas de sus obras que
se enlazan con situaciones particulares del libro, pero que a medida que avanza
la historia y ya hacia su final, Mo Yan termina siendo un personaje que ha
evolucionado para bien, tanto en lo social como en lo económico gracias a su
talento como escritor. Recomiendo la lectura de este libro cargado de ironías y
reflexiones sobre el ser humano. De hecho, Mo Yan, que quiere decir “no hables”,
se explica por sí mismo en cuanto a lo irónico. Solo hay que tener algo de
paciencia para no abandonar la lectura. Xie xie 谢谢
No hay comentarios:
Publicar un comentario