8 jul 2008

Sus tetas y sus dos hermanas, tomaban un café...

Estoy de acuerdo con ese nuevo adagio que existe desde tiempos remotos. Contradictorio, no? Esta paradoja se me antoja puesto que fue Gustavo Molina quien sintetizó en cinco palabras ese sentir masculino hace poco: Sin tetas no hay paraíso. Su gran variedad en el mercado de la vida da para todos los gustos: pequeñas, chiquitas, apretaditas, compactas, redonditas, voluminosas, sustanciosas, algunas con pocas y otras con muchas pecas; inmensas, atrevidas, exageradamente simétricas dignas de ser fotografiadas para luego untarlas con el toque mágico del “fotochop”, y un sin fin de exquisitas combinaciones que son naturales y otras no tanto.

Recuerdo haber oído una vez a un amigo que decía que su hermana no iba al Palacio del Blumer a comprar sus sostenes, sino que se iba a la base militar más cercana. Una vez que venía la pregunta de rigor, éste respondía: «ella no usa sostenes, usa paracaídas». Su hermana, que estaba más furiosa con sus treinta y ocho y pico más que con su hermano, terminó por hacer todo lo contrario a la gran mayoría de las chicas: quitarse que no ponerse. Y es que en esta euforia sintética (debería ser “con-tética”) las féminas están en su pleno derecho a expandir su derecho de frente como dueñas absolutas de su propiedad, aunque el disfrute esté a cargo de otros. Yo las apoyo, no vaya a ser que les suceda como aquel reconocido futbolista japonés que tenía un nombre bastante curioso: Tuteta Sekae. En todo caso, un par de pequeñas historias:Polaroid De Locura Ordinaria - En Vivo - Fito Paez

Cota mil, arde el sol y muchos –incluyéndome- aprovechan el sol ardiente para tostar las pieles. Disfruto de esta caminata con mi esposa y con mi hijo, el cual me regala el placer de verlo montar su primera bicicleta, se cae, se queja, se quita los restos de asfalto incrustados en las piernas pero se levanta y continúa. Pasa trotando una chica con sus buenas razones rebotando (son artificiales) al ritmo de la música que lleva en su “aipod”, no me extraña que lleve un reguetón, qué balurda; una pareja joven va de la mano, él, era un catálogo de la mejor ropa deportiva del momento, ella, igual, y en el pequeño valle que se le forma en el pecho se insertan un par de gotas sudorosas (son artificiales, no las gotas precisamente). Luego pasa una cincuentona, cuerpo perfecto, trabajado en algún fitness, los labios ridículamente gruesos más allá de la proporción lógica que le permitían los delgados pliegues de su piel, tenía unos tuyuyos inmensos que incordiarían cualquier pretensión de beso, senos perfectos, duros, grandes, tal vez talla 36 (son artificiales). Esta mujer a la cual llamaré Cotacher, camina rápido, con cierto estilacho y parece una miss porque va saluda que saluda a todo el mundo, lleva su botellita de “gueitorei” y sorbe de a poco el líquido naranja. La protuberante boca engulle todo el pico de la botella. Otra mujer le pasa por al lado pero después de unos segundos se percata que la conoce y se voltea a saludarla. A Cotacher no se le ocurrió otra frase para llamar a la conocida de la siguiente manera: «¡Ah teta e goma!»… «Qué falta de “glamur”, querida» -le contestó la otra, mientras todas las féminas cercanas se giraron al unísono para ver quién había dicho semejante insolencia.

Litoral Central: “¡Ehhhh, La Guaira, Uhhhh!... ¡Ehhhh, La Guaira, Uhhhh!” Para los amigos de otras latitudes este es el grito de guerra de los fanáticos del equipo de béisbol de la región. Ella estaba sentadísima a la orilla del mar en una silla plegable. El sol inclemente menguaba ligeramente sobre ella gracias a una sombrilla que decía “Vida y más ná”. Tenía un bulto en su pecho que no alcancé a distinguir. Lo tapaba con un trapo blanco que parecía un pañal de tela. La mujer se empinaba la cerveza y en fondo blanco se aplicó la lupulosa. Con aquel calor era justo y necesario soltar ese «¡Ahhhh!» que denota una gran satisfacción al pasar por el gaznate. «Carlos, pásame otra y que esté bien fría porque si no se me rasca el muchacho». En eso la mujer se levantó el pañal y dejó al descubierto a su cría que aún mamaba con ganas de la oscura ubre. Supongo que aquella tierna leche maternal le ofreció al inocente bebé su ¿primer? encuentro con las mieles etílicas. ¡Esas sí que eran naturales!

10 comentarios:

Gizela dijo...

jajajaja
VIVA!!! por tu esposa..es de las mías.Sí sigues vivo después de tanto "observar" por la cota jajajaja
Y de la Guaira..fue sentirme en casa..ya lo viví, diría un poeta..yo estuve ahí
jajaja
Abrazos Gizz

César dijo...

Bróder, tiempo si pasar por aquí... o por cualquier otro lado...

Veo que estamos ejercitando (con mucho éxito) el ojo y la pluma... o las teclas... Muy bien, muy bien... muy contento de leerte otra vez.

Dos tercetos de Sabina recordé... y te los dejo por aquí:

"Ni sembraré de minas tu camino,
ni comulgo con ruedas de molino,
ni cambio mi mar brava por tu calma.

El matasanos que esculpió tus tetas,
de propina,lo sé por mis tarjetas,
te alicató con silicona el alma".

¡Va un abrazo!

Libreros dijo...

RECETA DE MUJER, Vinicius de Moraes


Las muy feas que me perdonen,
Pero la belleza es fundamental. Es necesario
Que haya algo de flor en todo eso,
Algo de danza, algo de haute couture
En todo eso (o entonces
Que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la República Popular China). No hay términos medios posibles. Es necesario
Que todo eso sea bello. Es necesario que de pronto
Se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y que un rostro adquiera de vez en cuando ese color sólo aprehensible en el tercer minuto de la aurora.
Es necesario que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y germine
En la mirada de los hombres. Es necesario, es absolutamente necesario
Que todo sea bello e inesperado. Es necesario que unos párpados cerrados
Recuerden un poema de Éluard y que se acaricie en unos brazos
Alguna cosa más allá de la carne: que se los toque
Como al ámbar de una tarde. Ah, dejadme deciros
Que es necesario que la mujer que allí está como la corola ante el pájaro
Sea bella o por lo menos tenga un rostro que recuerde un templo y
Sea ligera como un resto de nube: pero que sea una nube
Con ojos y nalgas. Las nalgas son importantísimas. Los ojos,
Y esto ni se discute, que miren con cierta maldad inocente. Una boca
Fresca (¡nunca húmeda!) móvil, viva, es también obstinadamente requerible. Es necesario que las extremidades sean flacas: que los huesos
Despunten, sobre todo la rótula al cruzar las piernas, y las pélvicas puntas
En el abrazo de una cintura móvil. Gravísimo es sin embargo el problema de las clavículas: una mujer sin sabrosas clavículas
Es como un río sin puentes. Indispensable
Es que haya una hipótesis de barriguita, e inmediatamente
La mujer se eleve como un cáliz, y que sus senos
Sean de estilo greco-romano, antes que gótico o barroco,
Y puedan iluminar la oscuridad con una capacidad mínima de cinco velas.
Es absolutamente preciso que el cráneo y la columna vertebral
Se vislumbren ligeramente… ¡y que exista un gran latifundio dorsal!
Los miembros que terminen como astas, pero que haya un cierto volumen de muslos
Y que sean lisos, lisos como un pétalo y cubiertos de suavísimo vello
Absolutamente sensible a la caricia en sentido contrario.
Es aconsejable en la axila un dulce césped de aroma propio
Apenas sensible (¡un mínimo de productos farmacéuticos!).
Preferibles son sin duda los cuellos largos
De forma que la cabeza dé a veces la impresión
De no tener nada que ver con el cuerpo, y la mujer nos recuerde
Flores sin misterio. Pies y manos deben contener elementos góticos
Discretos. La piel debe ser fresca en las manos, en los brazos, en la espalda y en la cara,
Pero los recovecos e interioridades deben tener una temperatura nunca inferior A 37° centígrados, capaces eventualmente de provocar quemaduras
De primer grado. Los ojos, que sean de preferencia grandes
Y de rotación por lo menos tan lenta como la de la tierra; y
Que se sitúen siempre más allá de un invisible muro de pasión
Que es necesario sobrepasar. Que la mujer sea alta en principio. O, si es baja, que tenga la actitud mental de los altos pináculos.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que, si se cierran los ojos,
Al abrirlos ella no estará más presente
Con su sonrisa y sus intrigas.
Que ella surja, no venga; parta, no vaya;
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente y hacernos beber
La hiel de la duda. Oh, principalmente
Que ella no pierda nunca, no importa en qué mundo,
No importa en qué circunstancias, su infinita volubilidad
De pájaro; y que acariciada en el fondo de sí misma
Se transforme en esfera sin perder su gracia de ave; y que exhale siempre
El imposible perfume; y destile siempre
La embriagante miel; y cante siempre el inaudible canto
De su combustión; y no deje de ser nunca la eterna danzarina
De lo efímero; y en su incalculable imperfección
Constituya la cosa más bella y perfecta de toda la innumerable creación.

Vinicius de Moraes,
Brasil.

manolito dijo...

yo pienso q mejor al natural..pero si hace falta silicona.porqué no?.
todo sea por disfrutar de esos momentos..
no se q tendrán pero.pero no quería hacer este tipo de comentario,pero..no puedo dejar de fijarme.
abrazo.

Galifi dijo...

Que vivan las chicas al natural...que vivan las chicas-silicón...y si se ejercitan en la cota...mejor...eso da mucho ánimo...además me gusta y siempre me gustará tomarme un cafe con sus tetas y sus dos hermanas...jajaja
Saludos Jason...fotochop jejeje que buena onda compadre......

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Increíble como este mundo te exigua ciertos patrones físicos, tetas grandes, ojala un falo de 20 cms, es algo tan sexual, que la gente mataría por tener ciertas medidas que el mercado de carne humana existe.

No hay nada que de más paz y mas belleza que una madre amamantando s u hijo.
Saludos

Anónimo dijo...

Cada loco con su tema. Felicidades a los hombres como Manolito, que siguen valorando la belleza natural y pobre de aquellos que dejaron de apreciarla para solo ver y disfrutar de un mundo de siliconas.

Recomenzar dijo...

Bueno me hicieron sonreir no solo tu texto sino también los cómicos comentarios de tus amigos

Besos desde este lado

Anónimo dijo...

Para lamerlas!!!

Unknown dijo...

Yo creo que las personas nos vestimos a nuestro gusto para agradarnos a nosotros mismos y a los demás. Algunos lo hacemos de forma cutre y hortera, otros con glamour; algunos, se dice, que visten con clase. Lo que quiero decir es que yo creo que cada uno ha de hacer con su cuerpo lo que quiera; estoy a favor de las tetas, me da igual si son postizas o no. Yo las prefiero de proporciones normales; pero respeto el que las mujeres se pongan la talla que quieran. A mi me seguirán gustando las buenas tetas, sean de silicona o no. Las que son enormes no me gustan, pero tampoco rechazaría a una chica por eso. Prefiero una chica inteligente con tetas de silicona, que una chica con buenas tetas naturales y cerebro de silicona...