18 jun 2009

Bartleby y compañía


El “No” como motivo, tal vez como herramienta grandilocuente que arrastra a muchos escritores a un abandono total del oficio, como si después de haber publicado un texto exitoso o no, ya siendo un primogénito o la sucesión de varios trabajos, es lo que aborda Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas.

En tono de ensayo, el autor nos muestra la historia de un personaje que se traumatiza por causa de su padre puesto que éste decide no escribir más después de publicar su primera novela. Con argumentos, algunos verídicos y otros seguramente inventados, el autor desarrolla una especie de vademécum mundial del “No” literario, que más allá de incitar al juego aclaratorio de cierto o falso, de la eterna dicotomía literaria de lo ficticio y lo real, pareciera que lo más importante es detallar el andamiaje con el que sustenta su idea a través del camuflaje vilamatiano que se da entre el autor y la voz narrativa: “Siempre me ha funcionado bien este sistema de viajar a la angustia de otros para rebajar la intensidad de la mía”. Salta la duda: quién lo dice, el por qué resulta irrelevante.

Ese viaje angustioso, yo diría más bien literario, se va formando gracias a la espléndida visita que hace Vila-Matas al inventario mundial de voces que marcaron un hito importante con sus obras para confirmar su teoría: desde Camus y Sartre, hasta Rulfo y Borges; pasando por los premios nobel Canetti y Saramago, hasta Stendhal y Cervantes, Rimbaud y Valèry, por mencionar sólo algunos.

Bartleby y compañía, inspirado en un personaje de Herman Melville, es envolvente porque incita a retomar voces fundamentales de la literatura o acercarse a ellas si jamás se les han oído. En la obra, el narrador confiesa lo azaroso de su trabajo, lo fragmentario de su acercamiento a hombres prominentes de las letras que resolvieron entregarse al olvido literario: “tema laberíntico que carece de centro, pues hay tantos escritores como formas de abandonar la literatura, y no existe una unidad de conjunto y ni tan siquiera es sencillo dar con una frase que pudiera crear el espejismo de que he llegado al fondo de la verdad que se esconde detrás del mal endémico, de la pulsión negativa que paraliza las mejores mentes”.

El síndrome de Bartleby es aquel que libera a la mente literaria del incontrolable impulso de testimoniar todo sobre el papel en cualquiera de sus formas narrativas o poéticas. En esta obra se marca claramente una obsesión por el tema de la imposibilidad de escribir, de la literatura como una pandemia, que irónicamente, pudiera generar otros estilos o tendencias, “danza de las que podrían estar ya surgiendo nuevas construcciones de la sensibilidad”.

El texto va de la abstinencia escritural como resultado de alguna misteriosa decisión que lleva a los escritores a decir basta, no escribo más. Síndrome que afectó sin duda alguna al padre del narrador y que por el contrario, no ha afectado a Vila-Matas cuya extensa obra habla por sí misma. Quizás por ello el autor camufla su voz con la del contrariado copista para descubrir junto a él los motivos que llevaron a su padre al mutismo literario absoluto, unificando sus voces incluso para reconfortarse del exigente trabajo: “He trabajado bien (quién, el copista o Vila-Matas) puedo estar contento de lo hecho. Dejo la pluma porque anochece...Mi mujer y mi hijo están en la habitación contigua, llenos de vida. Tengo salud y dinero suficiente. ¡Dios mío qué infeliz soy! Pero qué estoy diciendo, no soy infeliz. No he dejado la pluma, no tengo mujer, no tengo hijos…no tengo dinero suficiente, no anochece”.

Extraordinario libro que no tiene desperdicio.

4 comentarios:

Luis Bond ∴ dijo...

¡Excelente review! Yo me fleché de Vila-Matas con "Suicidios ejemplares" -uno de los mejores libros de cuentos que he leído, altamente recomendable-, pero me enamoré de él cuando leí "Bartleby y compañía". Un libro infinito, extraordinario, sumamente sencillo y a la vez complejo. De esos que lo dejan a uno reflexionando tanto como lector o escritor... una de las cosas que más se agradecen en la literatura.

¡Un abrazo!

Recomenzar dijo...

Wow me dejaste sin palabras ya que el juego de palabras alimenta mi alma
besos

Icíar dijo...

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Icíar dijo...

La reseña es estupenda, y la selección de párrafos también, como el de la angustia y el final.
Si el libro es todo así debe de ser una maravilla.

Me pone un poco en guardia dos cosas: primero eso que dices que está escrito en tono de ensayo-, y segundo, ¿no será un libro dirijido a escritores? En fin, quiero decir, que para los que no tenemos ese impulso de escribir, sólo de leer, podamos entender la desesperación que hace que un escritor llegue un momento y diga: ¡basta‼ no me compensa esto.