6 ago 2009

Amarrando la paciencia a un árbol


La poesía en más de una ocasión nos puede resultar indescifrable, situación que, si fuera ese el caso, muchos dirían y para qué descifrar ese pequeño cajón de palabras que algo pretende –ojo, y estoy de acuerdo. La sonoridad, la cadencia, pudiera ser un par de elementos con los cuales la poesía se regodea más allá de las normas (¿la poesía tiene norma, al menos la que está fuera de los cánones de la rima, la que se aleja de todo aspecto decimonónico?), pero cuando va más allá de eso –lo cual no le resta valor– y lo que transmite, su sentido, su semántica, lo que quiere decir, es lo que le da fuerza a cada palabra, a cada imagen como resultado de una profunda reflexión, es cuando estamos frente a una poesía pensada y madurada en su contenido, labrada tal vez en un día o tal vez en años, aflorando seguramente como una contumaz revelación. Este es el caso de la poética de Mharía Vázquez Benarroch, que después de una larga espera, ve publicada su antología Amarrando la paciencia a un árbol –y vaya que el nombre del libro se honra a sí mismo.

Esta antología está compuesta por cinco libros que son: Guerrero llevado adentro (1979-1983), As de corazones (1984-1987), Balada de los 40 años (1992-1998), Estirpe de lobos (1996-2002) y Amarrando la paciencia a un árbol (2004-2006). El brevísimo acercamiento que trataré de hacer a cada uno de ellos, no va con la idea de crear una orfandad literaria entre ellos, de desligarlos, no; sino más bien con el firme propósito de evidenciar la inmensa coherencia de la que está compuesta dicha antología, la cual posee un ritmo acompasado en su estructura y una agradable dinámica expuesta a través de la sensibilidad y su evidente ars poética. Esta empresa siempre será ardua puesto que si hay algo en el mundo que se jacta de subjetividad es la poesía. No obstante y esto debo decirlo, últimamente me he acercado por razones fortuitas a otros textos que dejan mucho qué desear si de poesía se trata. Por algo el tiempo conserva en la memoria de los días presentes a voces lejanas que aún reafirman su contundencia, su pasión y su verdadera entrega poética en sus versos. Cómo olvidarnos de María Calcaño, Eugenio Montejo y Hanni Ossott por sólo mencionar tres voces fundamentales que ya partieron a otra dimensión pero que aún retumban con sus voces. Y el comentario va en el sentido de manifestar la entrega que un poeta da en sus palabras como si fuera la última oportunidad que tuviera de expresarse. Aquellas voces, las que no se entregan, sencillamente no sobrevivirán a lo efímero de uno que otro verso y a la implacable vara con la que los lectores suelen castigar a los textos.


Guerrero llevado adentro (1979-1983), poemario que lleva consigo tres premios de suma importancia incluyendo el Premio de Poesía Fernando Paz Castillo (1984), abre la antología desde un lado intimista y reflexivo, reflejando la fuerza poética de su autora y el coraje con el que se enfrenta a los diversos obstáculos que la vida y los quehaceres periodísticos le ofrecieron en algún momento de su historia personal. En su poema “Alquimia” dice:


Toda esta maquinaria es inútil si no hay aire de

por medio, si la libertad no existe, si no soy

capaz de forjar este sueño, como quien templa

su alma con el brillo del oro y el centro del hierro.


Aquí la poeta hace honor a ese guerrero que intitula y a la palabra que forja en la caldera de su imaginación. Es Hefesto labrando su obra, el herrero que cualquier dios mitológico necesita para armar un ejército que pretende la libertad, sin ella, nada más sirve, nada vale la pena. Esa maquinaria que posiblemente sea un arma cargada de balas o un helicóptero que pasa rasante sobre una selva tupida en Centroamérica (pocos saben que Mharía también fue reportera de guerra), ahora es palabra, es poesía, es sueño y alma templada. Más adelante lo dice en “Imago” cuando soberbia sentencia que “la poesía no es para los apátridas”. Y es que para la poeta, la poesía es casa, hogar y patria. Es un lugar en donde no hay descanso y por ello está “atada a la escritura para no morir…(y sigue así) adherida a la pluma” como bien dice en “Cuerpo”.

El aspecto reflexivo va deslizándose a través de sus poemas y como todo acto intimista resulta inevitable llegar a parajes oscuros y dolorosos, así como los que despierta la ciudad en que vive y a la cual no puede obviar en su poesía:


Estado de sitio

Yo canto, es mi suelo y mi dolor.

Este país en donde vivo está despedazado, sus calles

siguen tomadas por los amos.

nuestros huesos hablarán de nosotros

no habrá salida

el futuro llega y nos quema.


Sorprende la madurez de sus versos más si recordamos que para el momento de los referidos poemas Mharía Vázquez Benarroch a penas rondaba la veintena de años. Ya bien lo dice en el cierre de su primer libro en donde su “Oficio” se hace homólogo de su poesía a lo largo de una dilatada carrera como escritora de diversos campos del saber y la cultura:


Sé que perfectamente que

no se invocan fantasmas ni espejos gratuitamente,

pues de mi oficio muchos han delirado y absuelto,

respirando un olor propio de la santidad y el vicio.


As de corazones (1984-1987) por partida doble también fue reconocido por el Premio Bienal de Poesía Francisco Lazo Martí (1986) y el Premio de Poesía Miguel Hernández, Sevilla-España (1986). Más allá de los premios los cuales siempre son fuente de polémicas, este libro habla por sí mismo si de criterio, formación y estilo poético se refiere. Aquí se extiende en las apetencias emocionales sobre las que la poesía es más que tradición. Parte de una simple baraja sin importar si son negros o rojos esos corazones, pero que en determinados momentos el aspecto cromático puede ser más que confuso, despertando un daltonismo de pecho por el cual todos algún día atravesamos. Su “Hayku de la soledad” abre la puerta a este poemario utilizando un título de Carson McCullers: el corazón es un cazador solitario. En el caso de Mharía Vásquez Benarroch nada es fortuito o casual, sino más bien, causal, dado que McCullers es recordada por ser una especie de niña prodigio de las letras norteamericanas y precisamente aquella su primera obra la escribió entre los veintitrés y veinticuatro años, edad que por cierto era cercana a la de la poeta cuando escribió su As de corazones. Más allá de esta simpática especulación en donde pudiera intuirse un atisbo auto comparativo de prodigios en las letras que pudiera hacer la poeta y que seguramente apunta es en dirección de rendir honores a quien lo merece con fina humildad, está la brevedad y la contundencia de lo que dice, lo que pretende con la palabra ya se palpa a través de ese “cazador solitario”, que es antonomasia de la propia soledad que avecina pasión y desamor, frustración ineludible que alguna vez toca a cualquiera. Tal vez por ello en su poema “Así que esto es el amor”, traspasando los mil pensamientos que nacen de un sencillo hayku precedente y distanciándose del propio poema como una voz testigo, ya el título despierta suspicacia por el ligero toque sarcástico que produce. En una primera instancia va la afirmación del amor y luego cierra con lo frustrante que puede llegar a serlo:


Te desnudaste frente a su cama

y oyó tus palabras de amor y deseo

y por primera vez en mucho tiempo

el amor no fue fiera melancólica

ni bestia agazapada

ni cuero acuchillado

ni botín y mercancía

ahora

el teléfono marca y suena ocupado

ocupado

ocupado

como su corazón


De su poética no se descarta el humor como una herramienta que denota suspicacia e inteligencia, tal como se puede apreciar en “Elogio equívoco”, en donde dice:


siempre que un hombre comienza diciéndole

es una magnífica mujer

prepárese

pues luego viene la frase

es una lástima pero debíamos separarnos


como tampoco deja de un lado el reconocimiento de la pena, del dolor propio que llega a ser el de muchos, “áspera sabiduría” como bien dice más adelante, en un acto reflexivo en donde el olvido es imposible:


Breve descripción del olvido

ese perro ciego

enloquecido

mordiéndote el corazón


Balada de los 40 años (1992-1998). Imposible no mencionar que este poemario recibió los siguientes premios: Primer Premio II Segundo Concurso de Poesía en español y el Premio Queen Mary and Westfield Collage, London University, Inglaterra. Pueden ir sacando sus propias conclusiones si subimos el peldaño de los premios para llegar al de mérito propio. De este poemario destaco el aspecto evocativo, de la remembranza que siempre tintinea en el recuerdo. Cruzar la edad, pasar los años, llegar a ese número de cuatro décadas que trae consigo momentos irrepetibles en la memoria con lo bueno y lo malo que llegaron a ser. Todo esto está plasmado en el poema homólogo en donde más allá que melancolía, hay aceptación y sabiduría. Poema además dedicado a dos grandes escritores e intelectuales venezolanos como lo son (y lo digo en presente) Julio César Mármol y José Ignacio Cabrujas:


Mira amor

ya no me importa si soy vieja

o soy joven

si mis pechos se caen

por la más antigua y respetable de las leyes

la gravedad

todos lo saben

no descuenta porcentajes


Hago un paréntesis para comentar que en otro post haré una brevísima reflexión sobre Cabrujas, puesto que leyendo un artículo de su autoría del año 1973, quedo gratamente sorprendido al ver cuán vigente sigue su pensamiento en el 2009, más cuando dicho artículo, titulado “Compañero presidente”, es tan, pero tan ajustable al actual presidente de Venezuela. Volviendo a la Balada de los 40 años, no tengo mucho qué agregar puesto que el poema habla por sí mismo y lucho por hacerle honor a la brevedad que ya se me escapa de las manos.


Estirpe de lobos (1996-2002) Poemario inscrito en un estado de madurez absoluta, en donde lo sublime del espíritu que ronda el trabajo de la poeta, se exterioriza en la carne y en el deseo; en un delicado erotismo que a su vez no renuncia a su tajante irreverencia poética como a lo irónica que pudiera ser consigo misma, con el ser humano que escribe y con el yo lírico que canta y busca reflejarse en los lectores, dándole oportunidad a los demás en reconocerse en sus versos, en darle valor a los otros. Bien lo decía Octavio Paz: “La imaginación poética no es invención sino descubrimiento de la presencia…percibir en lo uno lo otro, devolverle al lenguaje su virtud metafórica: darle presencia a los otros. La poesía: búsqueda de los otros, descubrimiento de la otredad”.

Dice en “Estirpe de lobos”:


Te escucho en este viejo blues

obstinada en tu memoria

donde tu piel grave y oscura

me acaricia

fugaz…

todo mi cuerpo tiembla

ante el esplendor

de tu piel…


Es su amante, su compañero, diana de sus versos. Es sobre el otro, y siendo más abstracto, lo otro a quien va dirigido su canto. En “Estrecha jaula del abrazo”, ya la pasión se transforma en animal y desborda en imágenes lo más elemental y primitivo del hombre:


Como un saurio que bebe

en el fondo oscuro y vegetal de tu sexo

como lobo de paso

así revive

mi hambre imposible de tu cuerpo

lengua de sal

y gemido oscuro de la carne…


Luego en “Trampas de la rutina” hace un breve alto sobre esa animalidad punzante que genera la carne y reflexiona:


No deja de asombrarme

cómo te prolongas en mí cada mañana obscenamente

razón tenía el poeta

la sabiduría consiste

en saber desaparecer a tiempo


Amarrando la paciencia a un árbol (2004-2006) cierra este quinteto de libros antologados en orden temporal. No obstante y después de la respectiva lectura, puede notarse con claridad no tanto la evolución de la poeta puesto que desde muy joven su madurez y lo precoz de su pensamiento era más que evidente, sino más bien el tránsito por diversas instancias que la vida le puso en su camino, situaciones por las cuales todos pasamos en algún momento, cosas más cosas menos. Por ello al principio hablaba sobre una coherencia en el orden de la antología y no de una escisión conceptual de su trabajo poético y sus libros. Coherencia que va en la misma dirección de los avatares que la vida va dejando a su paso, que además permite la grata auto identificación del lector y por ello mismo mencionaba el valor sobre la otredad como elemento que incorpora e integra, que respeta y no divide en su función poética. Bien lo decía Mariano Picón Salas que “la literatura no es tanto el “para qué se hace” sino el “cómo” se realiza la obra”, ya que la misma, la obra, bien sea poesía, narrativa o cualquiera de sus manifestaciones, tiene una ineludible función social puesto que es la palabra esa herramienta con la cual se comunica, es sentido, es forma y la misma llama a la conciencia y a la reflexión. Creo que las siguientes palabras de este admirado pensador venezolano son más que elocuentes: “cuando la obra ofrece no sólo el engranaje misterioso de los sueños del artista, su estructura de formas únicas, sino también un lenguaje que hiere o conmueve a otros hombres…el arte parece descubrirse por primera vez”. Es estar claramente frente a una función que va más allá de lo estético, que se clava en lo humano y por tanto en la palabra y el pensamiento. Así el artista, en este caso el poeta, revive “esa lucha que acontece en el subconsciente del hombre con sus potencias o sus sueños entrañables” (dixit).


La mejor manera de hacer honor a la brevedad que no pude conseguir, es cerrar con un hayku de este libro para que esa paciencia del lector no se desprenda de su árbol como un perro furibundo:


Hayku del testamento sumario

mi vida ha sido

suave melodía que se extingue

tan sólo viento entre los maizales


La paciencia aún continúa amarrada a un árbol: en nuestros días es una virtud y una necesidad hacerlo.

7 comentarios:

A do outro lado da xanela dijo...

Preciosos retales escogidos de entre las hojas. Me quedo con ganas de más: procuraré hacerme con el libro.

Beso!

mharía vázquez benarroch dijo...

gracias por la generosidad de tus palabras jason, por la cuidada lectura de los poemas que me son tan queridos. como pocos has sabido interpretar de forma acertadísima lo que estos poemas ciegos buscan, el buen poeta que hay en ti ha sabido sentir la pasión que hay en ellos,los motivos para amarrar la paciencia a un árbol...
de corazón a corazón, gracias.
se te quiere y aprecia más que nunca.

Lin dijo...

Excelente reseña, Jason. Muy sentida y mejor argumentada.
Estoy de acuerdo con Mharía. A tu conocimiento literario se une tu sensibilidad poética. Cosa poco frecuente en los últimos tiempos.
Un abrazo.

J. L. Maldonado dijo...

A do outro lado da xanela: gracias por la lectura.

Condesa: gracias por tus palabras.

Lin lin: gracias por leerlo y por tu comentario.

Judit Gerendas Kiss dijo...

Ciertamente, el libro de Mharía es una obra orgánica, no una simple sumatoria de poemas. Se nota que es el trabajo articulado de una existencia entera, aunque, evidentemente, es una obra todavía en proceso.

Llevar adentro a un guerrero y saber amarrar la paciencia a un árbol: es una hazaña comparable a la de hacer vivir en lo real a un oxímoron, sacarlo del papel y llevarlo a la vida. Si a eso se agrega el apostar el corazón a una baraja, para luego asumirse como miembro de la altiva estirpe de los lobos: he ahí sintetizados los grandes valores de la poesía de Mharía.

Tu estudio, Jason, es un trabajo crítico importante, recibe mis felicitaciones. Has hecho una excelente lectura, la cual nos ofreces con una escritura a su vez excelente.

J. L. Maldonado dijo...

Judit, mi querida profesora, tus palabras me llenan de alegría. Qué grato ha sido conseguir un comentario tuyo en mis escombros. Eternamente agradecido, va un gran abrazo.

Judit Gerendas Kiss dijo...

Nada de agradecido, sino muy merecido. Te felicito por tu blog, que es ágil, interesante y actualiza valores nuestros muchas veces olvidados, como Andrés Eloy Blanco, por ejemplo. (¿A quién no se olvida en este desmemoriado país portátil?). Trabajos como el tuyo son muy dignos de agradecer.