5 jun 2014

La Europa de Mariano Picón-Salas

Europa, tierra de un sinfín de historias que dieron vuelta al mundo; lugar en donde nacieron míticos héroes pero también despiadados tiranos y rufianes; espacio en donde a pesar de la ingente cantidad de guerras, ha logrado levantarse cual ave fénix de sus propias cenizas. Esto es Europa y muchos más, pero sobre todo, un mundo rico en arte y cultura en cualquiera de sus variopintas maneras de expresión.



Este  brevísimo párrafo a manera de introducción, nos coloca frente al objeto de disfrute —y también de estudio— de Mariano Picón-Salas. Todo lo que el gran pensador venezolano conoció a través de las letras y de las lecturas, lo tuvo frente a la mirada y el pensamiento preciso que lo caracterizó. En Meditación de Europa, el autor deja clara su postura y preferencia con respecto a los diversos países europeos que tuvo la oportunidad de conocer. En este sentido, Francia se convierte en esa tierra que llena todas sus expectativas, tanto espirituales como intelectuales. Ha de suponer, y es lógico pensarlo, la fuerte influencia que ejerció sobre él su maestro monsieur Machy.

En este libro marca su postura con respecto a lo que en términos de evolución humana, considera lo ideal para que una sociedad se encamine hacia un mejor futuro: “el camino espiritual de Francia es un gran camino ordenador” (Picón-Salas, 2008: p.1141), dice, y en estos términos y con el fundamento propio de quien recorrió tierras europeas, amén de su clarividencia crítica, contrasta y compara la nación gala con otros países, que en su momento, también pintaron como los grandes estandartes para la evolución política-social del hombre. Así, increpa el “puritarismo inglés”, pacatos en su proceder ante los conflictos propios del estado y los hombres; deja clara su visión negativa en contra de la “americanización” de las sociedades, pendencieras y siempre apuntando hacia el automatismo, y en sus propias palabras, en absoluto desacuerdo con “El mesianismo social que venía de Rusia; el vitalismo e irracionalismo alemán, el materialismo técnico de los yanquis” (Ibíd.1138).

Es importante contextualizar el entorno del cual fue testigo Mariano Picón-Salas al pisar Europa: apenas había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Como es lógico esperarse, pudo ser testigo de ciudades que apenas se comenzaban a levantar después del asedio y la brutalidad nazi, por tanto, sus reflexiones en “Meditación alemana”, son profundamente críticas ante el megalómano que acabó con millones de vidas inocentes. Alemania es un país, según sus palabras, que se envuelve en “un mundo demoníaco” para continuar diciendo “es un país problema y cargado de peligrosa inflamabilidad” (Ibíd.1150),  y que al cotejarlo con el racionalismo francés, señala que para éstos “el derecho es una relación de libertades”, mientras que para los alemanes, es una relación de “subordinación, fuerza y función” (Ibíd.1154). Hay que dejar claro —y no podía ser de otra manera—, que la posición de Mariano Picón-Salas frente al holocausto, fue de absoluto rechazo. Y si bien es cierto que el gran culpable fue Hitler, por una simple metonimia de la parte por el todo, Alemania paga por igual.

Por otra parte, también pasa por la cultura checoslovaca, española, italiana y hace una hermosa apología musical en el apartado “Música y muerte de Viena”, y particularmente en la obra y el genio de Wolfgang Amadeus Mozart en “Imagen de Mozart”, a quien exalta y califica como “semejante hechicero”, “Caronte encantado”, “joven y frágil titán”,  “genio”, y lo coloca en su parnaso personal junto a Goya, a quien también admiraba.  Es más que elocuente su predilección por la música del vienés por encima de otros grandes como Bach o Beethoven (a Wagner le llama “soberbio y demoníaco”, y no olvidemos que era el preferido del Führer, pues algunas de sus obras tenían fuertes cargas antisemitas), pero es la obra Mozart, según dice, “el más consumado deleite que jamás se inventara para los sentidos del hombre, sino también un camino y una aspiración de la conciencia occidental” (Ibíd.1174).


En resumen, Meditación de Europa es un libro en donde Mariano Picón-Salas fija su punto de vista, dejando en claro su talante moral frente a lo aberrante de la guerra, sin perder el norte de donde viene (habla del “desorden sudamericano”), teniendo conciencia de ello y  con una humildad que pareciera superar su intelecto.  Ese notable merideño y venezolano que fue allende los mares, siempre comparaba y quería todo lo bueno que le ofrecía Europa para su tierra, sobre todo teniendo en mente “el genio de Francia, de su triple esfuerzo por el razonamiento claro, la forma estética y la dignidad moral” (Ibíd.1140), aspectos por los cuales luchó desde su pensamiento y la palabra toda su prolífica vida. Como bien lo señaló en las primeras páginas del libro “nos era necesario el contacto de Europa” (Ibíd.1124). 

Picón-Salas, Mariano (2008): Obras completas. Caracas: UCAB

No hay comentarios: