Tengo días redundando en el mismo tema, por qué razón no lo sé. No todo tiene una explicación lógica. Tal como le comenté en días recientes a la poeta o poetiza Mharía Vásquez Benarroch, meterse de nuevo en una lectura que tenía milenios sin pasar por tus ojos es un “verdadero redescubrimiento”. Aludo a Casas muertas y a la lectura corrida que hiciera de Oficina Nro. 1 Impresiona darse cuenta cómo una obra escrita hace más de cincuenta años –la primera- sigue más vigente que nunca. Si bien es cierto que Caracas pudiera ufanarse de moderna en muchos aspectos, cosa innegable y haciendo la vista gorda de cosas no precisamente tan modernas, sobran las ciudades y pueblos del interior del país que siguen anclados en un pasado que no termina de deslastrarse nunca, de la miseria, de la precariedad escindida del paludismo que azotó a Ortiz pero negando en todo momento el correr del tiempo.
Las imágenes literarias dan fe de una narrativa envidiable de Miguel Otero Silva. Desde unas ávidas agujas de la noche (los mosquitos) que azotaron a un pueblo derrotado, carcomido por el abandono, sumando fantasmas en cada casa, hasta un turbio muro de plata (la lluvia) que trajo consigo más desolación, tristeza y muerte, encontramos una obra exquisita y plurivalente en todo sentido, y a un autor imprescindible dentro de la literatura nacional e iberoamericana. Ambas novelas, ahora más que nunca, son de ineludibles lectura para el enriquecimiento de nuestro espíritu, y sobre todo, para el entendimiento de las desventuras que aún nos afectan como nación.
7 comentarios:
Hola!
Buen consejo, lo volveré a leer, Tengo milenios,también sin leerlo
Desde el Granero de Venezuela te mando un abraso
Suena interesante esa lectura, tendre que buscarla.
Sabes la canción que suena me hace retroceder a mi adolecencia, es bellísima.
Saludos
No he leído nada de éste autor , parece interesante...lo que sucede es que no estoy leyendo mucho actualmente..pero me has dejado con la intriga de leer.
Abrazos desde un dia pleno de sol y vida en Miami
Y me encanta la música y las palabras...
Intente dejarte un comentario en tu último post pero no me lo permite, me sale propaganda, revisa a ver qué pasa.
Esa canción me provoca volver a mis años de adolescencia, era famosa en esos tiempos en español.
Saludos
Es una obra espectacular, más aun cuando se tiene la dicha de ver los escenarios en donde se desarrollo la obra, tuve el honor de conocer a Don Nicanor Rodríguez en 1988, fue el que me dijo los personajes reales de la novela. Tienen que ver el cementario, el cuadro, la casa y leer Oficina Nª1 Ana Santos-Calabozo
En la Venezuela actual faltan Olegarios y sobran Carmen Rosas
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