Un señor con rostro afable se sube al colectivo que viajaba al ritmo de Mark “hasta en la sopa” Anthony. Hey, pero lo prefiero mil veces antes que el detestable reguetón (lo escribo como suena). Con una educación envidiable el hombre comienza a dirigirse al público cautivo, estornuda, toce y pide disculpas. El discurso fue más o menos así: “Buenas tardes señores pasajeros, mi nombre es Fernando Vallejo...” Automáticamente me fui para el lado que me gusta, el literario. Si Fernando Vallejo –el escritor colombiano- supiera que su otro yo anda por las calles de Caracas pidiendo limosna. “…Soy portador del Síndrome de Inmune Deficiencia Adquirida…” La señora que estaba más cercana al narrador soltó un “Dios mío” y casi a gritos pidió la parada. Vallejo al ver la reacción de la señora le comentó: “…señora no se preocupe, esto no se pega con estornudos ni tos. Señores, tengo SIDA y les suplico una ayudita”. La mujer reflexionó, se calmó, se sentó y Mark continuaba con su “Valió la pena, lo que era necesario para estar contigo amor, eres una bendición”. Esto último me hizo recordar a
Lunes 10 de marzo, 6.55am, Metro de Caracas.
Iba cómodamente sentado en dirección contraria a mi destino, claro, esto para poder sentarme y entregarme a la plácida lectura que me aísla del mundo por treinta minutos. Estaba inmerso en el paludismo que azotó a Ortiz, un pueblo hirsuto, triste y abandonado que intentó cobrar vida en Casas Muertas de Miguel Otero Silva. De pronto, como una tromba el mar de gente en la estación final se avalancha a la conquista de un asiento. Mi cuerpo se estremeció y las Casas Muertas dieron giros en el aire hasta sucumbir ante la ley de la gravedad y estrellarse en el piso. Una mujer blanca, robusta, se sentó a media nalga encima de mi cuerpo mientras peleaba con la otra, la que sí logró ganarle la partida para tomar el codiciado trofeo: el puesto. La mujer que estaba mejor sentada que la otra, pequeña, piel blanca y tan bien vestida cual oficinista, comenzó a increpar a su contendiente. Palabras gruesas iban y venía, pero sin insultos, contenidos ante un público expectante que esperaba algo más. Yo parecía el réferi, el árbitro, pero quedé pasmado ante el accionar de la más pequeña, que rauda y veloz, haló la blusa de su oponente de un tajo haciendo que estallaran todos los botoncitos contenedores de las protuberantes siliconas que quedaron al descubierto a pocos centímetros de mi cara. Aquellos rosáceos pezones aún dormían, no se habían levantado de su letargo.
Maite otra vez hizo acto de presencia como en aquella crónica que llamé “El número
11 comentarios:
Jajajaja, simplemente genial. Auténticas muestras que Caracas es una Urbe tan cosmopólita como Nueva York, tan compleja como Moscú, tan clandestina como Praga y tan caribeña como sólo ella puede ser. Felicitaciones
Que curioso no importa la ciudad donde estemos, la trama es igual.
En San José hay un travesti con SIDA que anda por las paradas de autobuses pidiendo ayuda económica y con unos perritos callejeros que ha entrenado.
Cuando dice que tiene SIDA la gente se alarma de una manera terrorífica.
Así es la ignorancia.
Después las bellas mujeres, veo que dices que viva la cirugía estética, decime como sabes que están operadas, jajaj.
Cuando ven mujeres perfecta, voluminosas, que irradian demasiado, la gente como que les tiene miedo, mas cuando les pone una nalga casi en la cara, y es grande y perfecta.
Saludos
JAJAJA!! SUENA FAMILIAR...MUY FAMILIAR
JAJAJAJA!!
UN BESO GIZZ
alegría de metro.bien por la cirujía estética.debería ser obligatoria según en determinados casos.dentro de los cuales me encuentro yo.
Sí, simplemente genial igual que la música que acompaña a tu bello blog. Cada día está mejor como los buenos vinos... Besos y gracias por pasar al mío.
Le felicito por su blog y agradezco su invitación. Le dejo dirección de correo y le pido que se comunique conmigo.
Un saludo.
Santiago Méndez / Chago
eforyatocha@gmail.com
Lo del hombre con Sida no se olvida, y está muy bien contado. La pelea de tigresas me arrancó una sonrisa.
Vaya, cuánto honor, de verdad :).
Pero no me quedó claro: ¿hay un programa virtual? ¿se escucha?
No sé si podré leerlo/escucharlo el mismo día a esa hora, ¿habrá alguna otra manera de poder hacerlo?
Gracias.
Un saludo.
Ufff, si no fuera por los metros, cuánta literatura no existiría!!!
brindo por ese pechugaso!!!!o será pechugazo??? con la escaes de pollo!!!
Caracas........... yo vivo entre peñeros aquí en laisla, donde sobran las pechugas bien aireadas
salud
saludos, buen blog, le invito a visitar el mio y a revisar nuestro trabajo fotográfico en www.fotomaton.com.ve
Jaja!! que historias tan bien narradas, que vacilón la pelea de las mujeres... Saludos.
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