10 mar 2008

Maite, siempre Maite...

Voy en orden cronológico, primero fue el viernes 7 de marzo:

Avenida Baralt, congestión y no precisamente nasal. Si la cola pudiera aligerarse con un par de gotas nasales sería fantástico, pero como he dicho en otras ocasiones, aquí mea un zancudo y se tranca la autopista.

Un señor con rostro afable se sube al colectivo que viajaba al ritmo de Mark “hasta en la sopa” Anthony. Hey, pero lo prefiero mil veces antes que el detestable reguetón (lo escribo como suena). Con una educación envidiable el hombre comienza a dirigirse al público cautivo, estornuda, toce y pide disculpas. El discurso fue más o menos así: “Buenas tardes señores pasajeros, mi nombre es Fernando Vallejo...” Automáticamente me fui para el lado que me gusta, el literario. Si Fernando Vallejo –el escritor colombiano- supiera que su otro yo anda por las calles de Caracas pidiendo limosna. “…Soy portador del Síndrome de Inmune Deficiencia Adquirida…” La señora que estaba más cercana al narrador soltó un “Dios mío” y casi a gritos pidió la parada. Vallejo al ver la reacción de la señora le comentó: “…señora no se preocupe, esto no se pega con estornudos ni tos. Señores, tengo SIDA y les suplico una ayudita”. La mujer reflexionó, se calmó, se sentó y Mark continuaba con su “Valió la pena, lo que era necesario para estar contigo amor, eres una bendición”. Esto último me hizo recordar a La Virgen de los sicarios, a la cual muchos se han encomendado. Pido por esa virgen a favor de Vallejos.


Lunes 10 de marzo, 6.55am, Metro de Caracas.

Iba cómodamente sentado en dirección contraria a mi destino, claro, esto para poder sentarme y entregarme a la plácida lectura que me aísla del mundo por treinta minutos. Estaba inmerso en el paludismo que azotó a Ortiz, un pueblo hirsuto, triste y abandonado que intentó cobrar vida en Casas Muertas de Miguel Otero Silva. De pronto, como una tromba el mar de gente en la estación final se avalancha a la conquista de un asiento. Mi cuerpo se estremeció y las Casas Muertas dieron giros en el aire hasta sucumbir ante la ley de la gravedad y estrellarse en el piso. Una mujer blanca, robusta, se sentó a media nalga encima de mi cuerpo mientras peleaba con la otra, la que sí logró ganarle la partida para tomar el codiciado trofeo: el puesto. La mujer que estaba mejor sentada que la otra, pequeña, piel blanca y tan bien vestida cual oficinista, comenzó a increpar a su contendiente. Palabras gruesas iban y venía, pero sin insultos, contenidos ante un público expectante que esperaba algo más. Yo parecía el réferi, el árbitro, pero quedé pasmado ante el accionar de la más pequeña, que rauda y veloz, haló la blusa de su oponente de un tajo haciendo que estallaran todos los botoncitos contenedores de las protuberantes siliconas que quedaron al descubierto a pocos centímetros de mi cara. Aquellos rosáceos pezones aún dormían, no se habían levantado de su letargo.

Maite otra vez hizo acto de presencia como en aquella crónica que llamé “El número 2”, pero esta vez ofreciendo jamón endiablado en una valla dentro del tren. Maite…Maite, quién te viera en el metro escuchando un “perra maldita” a las siete de la mañana. Ese es el único insulto que puedo transcribirles por no caer en lo vulgar, aunque también se dijeron «“$·(/&%۹» y también «ƒՊ۹𝽁æ̜Ӫ» He de suponer que la “perra maldita” sería de la especie poodle por lo pequeña, lo blanca y lo peleona; y la otra, la que tenía media nalga sembrada sobre mi muslo izquierdo, una imponente samoyedo, por su tamaño y su color. En resumen: que viva la cirugía estética!

11 comentarios:

Rafael Urdaneta dijo...

Jajajaja, simplemente genial. Auténticas muestras que Caracas es una Urbe tan cosmopólita como Nueva York, tan compleja como Moscú, tan clandestina como Praga y tan caribeña como sólo ella puede ser. Felicitaciones

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Que curioso no importa la ciudad donde estemos, la trama es igual.

En San José hay un travesti con SIDA que anda por las paradas de autobuses pidiendo ayuda económica y con unos perritos callejeros que ha entrenado.

Cuando dice que tiene SIDA la gente se alarma de una manera terrorífica.

Así es la ignorancia.

Después las bellas mujeres, veo que dices que viva la cirugía estética, decime como sabes que están operadas, jajaj.

Cuando ven mujeres perfecta, voluminosas, que irradian demasiado, la gente como que les tiene miedo, mas cuando les pone una nalga casi en la cara, y es grande y perfecta.
Saludos

Gizela dijo...

JAJAJA!! SUENA FAMILIAR...MUY FAMILIAR
JAJAJAJA!!
UN BESO GIZZ

manolito dijo...

alegría de metro.bien por la cirujía estética.debería ser obligatoria según en determinados casos.dentro de los cuales me encuentro yo.

Jacqueline Sokolovic dijo...

Sí, simplemente genial igual que la música que acompaña a tu bello blog. Cada día está mejor como los buenos vinos... Besos y gracias por pasar al mío.

Anónimo dijo...

Le felicito por su blog y agradezco su invitación. Le dejo dirección de correo y le pido que se comunique conmigo.
Un saludo.
Santiago Méndez / Chago
eforyatocha@gmail.com

Francisco Ortiz dijo...

Lo del hombre con Sida no se olvida, y está muy bien contado. La pelea de tigresas me arrancó una sonrisa.

saudade dijo...

Vaya, cuánto honor, de verdad :).
Pero no me quedó claro: ¿hay un programa virtual? ¿se escucha?
No sé si podré leerlo/escucharlo el mismo día a esa hora, ¿habrá alguna otra manera de poder hacerlo?
Gracias.
Un saludo.

La Gata Insomne dijo...

Ufff, si no fuera por los metros, cuánta literatura no existiría!!!
brindo por ese pechugaso!!!!o será pechugazo??? con la escaes de pollo!!!

Caracas........... yo vivo entre peñeros aquí en laisla, donde sobran las pechugas bien aireadas

salud

Jaime Garvett dijo...

saludos, buen blog, le invito a visitar el mio y a revisar nuestro trabajo fotográfico en www.fotomaton.com.ve

Kevin Leonardo dijo...

Jaja!! que historias tan bien narradas, que vacilón la pelea de las mujeres... Saludos.