20 may 2009

Cuando bajaron las aguas



Dicen por ahí que para todo hay una primera vez. Y es así. En este caso lo aplico a mi primera lectura digital, en un archivo pdf, viendo el monitor pues… No obstante digo: me quedo con el libro. El tacto, el sonido del pasar hojas y el olor, están lejos de conseguirse en términos virtuales.

En todo caso, digo esto porque llegó ¿a mis manos?, o mejor aún, a mi computadora, el archivo digital del texto Cuando bajaron las aguas gracias a la gentileza de su propio autor Gabriel Payares, quien fuera ganador de la VI Edición del Concurso para Autores Inéditos 2008 Monte Ávila Editores Latinoamericana en su mención narrativa. Lamentablemente mis infinitos correos y llamadas telefónicas solicitando el material a la editorial no surtieron efecto salvo que para hacerme llegar textos de índole política y revolucionaria. ¿Qué pasaría?

Lo cierto es que me centré en la lectura y el contenido de lo que leía me hizo dejar de lado lo incómodo que me resulta leer directamente de la pantalla. Por algo en el acto de entrega de los premios a Gabriel Payares lo comprometieron cuando le llamaron “el heredero de Meneses”. Con un lenguaje trabajado y sin mayores pretensiones que contar, el autor se entrega a una narrativa que se focaliza en la franqueza humana de lo que dice y de lo que transmiten sus personajes. Este libro de cuentos comienza con “Génesis (la noche antes del diluvio)” en donde la muerte es el artífice –ni tan oculto- de la historia, porque a ésta, a la muerte, “tanto como al espejo, nadie logra nunca escaparse”. Luego viene el cuento “Los herederos”, donde el autor reafirma la franqueza en la palabra a través de un cuento muy duro sobre la vejez y la ceguera. Sucesivamente la lectura independiente que puede hacerse de cada cuento, va uniformándose para lograr un todo semántico bien definido logrando una coherencia propia de un narrador de oficio. Hago una mínima referencia de los siguientes cuentos obviando a un par de ellos dado a un extravío involuntario de mis notas:

“Cuando bajaron las aguas”. Un padre que se va y una madre desconsolada y abatida por la tragedia (humana y natural). Un cuento con un final espeluznante, un ente ¿imaginario? que persigue al protagonista.

“El duro”, el autor despliega un fino humor para contarnos la triste historia de un mendigo y sus penurias. Un cuento en donde la tristeza va creciendo en cada línea.

“Timbalero”, la típica frustración de alguien que quiere tocar un instrumento y no puede. De este cuento se desprenden unas espléndidas imágenes como: “las curvas abruptas de la guitarra”, “la pálida escalera del piano”, “las venas enredadas del trombón” y sobre el final del cuento “el eructo seco del timbal”.

“Con miedo a los perros”, lo terrible del olvido, el miedo a los perros que al final del cuento se transforma en libertad.

“Ícaro de papel (éxodo)”, hermosa descripción sobre la pasión de volar aviones y la tristeza de un padre separado de su hijo por cumplir con su profesión de piloto.

“Nota de suicidio”, en este cuento se entremezclan la voz narrativa, la que cuenta, con la del propio autor. Con este último cuento el autor logra un cierre poéticamente suicida mientras va haciendo referencia a los relatos previos.

Después de haber leído Cuando bajaron las aguas, el texto por sí mismo da cuenta de por qué fue ganador del prestigioso premio. Considero importantísimo que estas actividades sigan en pie y en pleno gerundio, puesto que más allá de las diferencias políticas que tanto mal nos ha hecho en la última década a los venezolanos, lo que se debe valorar son los talentos literarios que evidentemente abundan en nuestro país. Reitero mi agradecimiento al autor por el material y desde ya les invito a escucharlo en el mes de junio en Librería Sónica. Vendrá además acompañado por los ganadores de otras categorías.


1 comentario:

Francisco Pereira dijo...

Lo pondré en la fila de espera.,..
Referente al libro El niño con el pijama de rayas, lo conseguí en un viaje a BArcelona reciente. Me pareció que la película es muy fiel al libro, bien lograda. Ya que no lo consigues, si lo deseas te lo puedo prestar, se lee en un sábado...