13 feb 2008

Le poète maudit



Resulta contradictorio hablar de Baudelaire como un poeta moderno. T. S. Eliot, incluso, en una oportunidad señaló que "fue el primer poeta moderno en todas las lenguas." Digo contradictorio porque es allí, en esa modernidad, de donde Baudelaire proyectó su obra y de donde sin duda alguna germinan los diversos temas que se le adjudican a su trabajo literario a pesar del rechazo que sentía por ese mundo moderno, es decir, ver al poeta inmerso en esa sociedad no implica una adhesión a ésta, sino más bien, un constante repudio hacia sus componentes. La búsqueda de una redención fue quizás el objetivo primordial que impulsó a Baudelaire a trabajar sobre temas que muchos calificaron como "macabros". Pero de esa oscuridad, de ese extraño placer por lo tenebroso, quiere llegar a la luz.

No pretendo encasillar la diversidad de temas que pudieran dilucidarse de Las Flores del mal como de los Pequeños poemas en prosa, sino más bien demostrar la capacidad polisémica que estas obras envuelven, de colocar al lector ante esa ambivalencia que sugiere una necesidad de catarsis en el poeta. Quizás en algún momento me aleje de los temas que por convención son reconocidos en la obra de Baudelaire, pero esto a su vez demostrará la variedad temática que subyace en su poética.

La imaginación que Baudelaire imprimió a su obra incita a un ir y venir de ideas, de subir a la belleza misma de la palabra, como a descender hasta lo más oscuro de un abismo. Esa combinación de sentidos se reconstruye sobre sí misma, sobre los extremos a los cuales estamos expuestos con sus obras. Podemos hablar entonces de la variedad de los temas que el poeta abordó, de esa diversidad de imágenes que produjo. Da la impresión de que Baudelaire, ya seguro de todo lo que iba a escribir, en el primer poema de Las Flores del mal ("Al lector") advierte de una manera muy abierta cuáles son los verdaderos epicentros que mueven al hombre en su interior, incluso lo presenta como un títere incapaz de moverse por sí mismo:

"¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!"

Esta imposibilidad de controlarse, de ser dueño de sí mismo, da paso a las fuerzas negativas que el mismo Baudelaire en algún momento sintió, pero él reconoce su debilidad, se incluye en ese mundo funesto que percibe a su alrededor. En este poema se inclina hacia un solo lado de la balanza: al lado negativo. Podríamos decir que hace de "Al lector" una apología de cómo las fuerzas malignas manipulan nuestros sentidos, y es quizás la franqueza misma de Baudelaire lo que le permitió llegar a tal acierto en este poema. Somos peores que esos terribles animales que señala, pero que en un determinado momento despiertan en nuestras entrañas, en la misma médula del alma:

"Lector, tú bien conoces al delicado monstruo,

-¡Hipócrita lector -mi prójimo- mi hermano!"

Ya Eliot citó estos dos últimos versos en "La tierra baldía" en donde la ciudad fue metamorfoseada como un infierno, el mismo que redunda en la enunciación total de "Al lector" .

Baudelaire buscó de una manera distinta la belleza en la poesía, por ello no resulta fortuito que los ejes temáticos de sus obras fuesen tan excéntricos. Para él la liberación del alma tenía un fin expiatorio, y para llegar a este nivel, tuvo que hallar ese carácter estético en lugares donde otros jamás habían imaginado belleza alguna. Por ello el poeta a través de sus versos logra tocarnos más adentro, en ese punto más humano. En todo caso lo que intenta es encararnos con la esencia de lo oculto.

En el poema "El albatros" Baudelaire presenta a este animal en su aspecto de ingenuidad, en su incondicionalidad por acompañar a los navegantes, para luego mostrar la inconsciencia misma del hombre al maltratar a esas aves. Del extremo de la nobleza del albatros pasamos al carácter destructivo del hombre, estableciendo con esto, una comparación simbólica entre el poeta y el ave, los cuales están a merced de las fuerzas devastadoras del mundo:

"El poeta es igual a este señor del nublo,

Que habita la tormenta y ríe del ballestero.

Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío

Sus alas de gigante le impiden caminar."

La importancia que gira en torno al trabajo de Baudelaire subyace en el aspecto de la universalidad de sus obras, en esa que algunos críticos han llamado el aspecto cosmopolita de su contenido. La maldad vista desde el lado de la maldad, y ésta, vista desde el lado de la belleza, es uno de los tantos puntos que se adhiere a ese aspecto universal. Encontramos en el poema "La cabellera" la sensualidad del poeta, la belleza de la palabra que apunta a la sinestesia de los sentidos, a los aromas que embriagan al autor hasta la perdición:

"En las últimas hebras de esas crenchas rizadas

Confundidos, me embargan los ardientes olores

Del aceite de coco, del almizcle y la brea."

Esas bondades gratificantes son contrapuestas con la "mujer impura" del poema, con esa que necesita "morder un corazón". El reproche llega a su nivel más alto cuando le pregunta:

"¿Cómo no te avergüenzas? ¿Todavía no viste

En todos los espejos decrecer tus encantos?"

La belleza perdida que a ese nivel puede ser destructiva es lo que reclama el sujeto lírico del poema, indicando además, lo efímero de ella por ser "un poder prestado" que se pierde en el transcurso de los años. Es pertinente hacer el comparativo con el poema "Un hemisferio en una cabellera" incluido en los Pequeños poemas en prosa. Aquí los temas siguen siendo los mismos y las imágenes similares: el cabello, los mares, el pañuelo; además de las sensaciones aromáticas:

"(7)En la ardiente hoguera de tus cabellos, respiro el olor a tabaco mezclado con el opio y el azúcar; en la noche de tus cabellos, veo resplandecer lo infinito del azul tropical."

Las diferencias que pueden destacarse entre estos dos poemas son: en primer lugar, su estructura formal; en segundo lugar, la sonoridad de la prosa que evoca cierta construcción musical, en donde el ritmo lírico es superior al poético; y tercero, este último poema carece de esa negación que sí se marca en "La cabellera". Esa negación quizás no se siente en "Un hemisferio en una cabellera" porque ya está dada de antemano, es decir, este poema y en general los Pequeños poemas en prosa son como una extensión de Las flores del mal.

Otro aspecto que me gustaría señalar en la obra de Baudelaire y por ende en el movimiento simbolista, es el de la música o el de la musicalidad en la poesía. Dicho movimiento tenía entre sus principales objetivos, tomar de la música aquellas características incorporables a la construcción literaria, algo así como rescatar de la música lo que posiblemente también le pertenece a la poesía. Diversos autores ya han señalado la importancia y lo útil que resulta para los poetas tener ciertos conocimientos musicales, entre ellos T. S. Eliot:

"Creo que los poetas pueden beneficiarse mucho estudiando música: no sé qué nivel de conocimientos técnicos es conveniente, porque yo no poseo tales conocimientos. Pero creo que aquello que dentro de la música toca más de cerca al poeta es el sentido del ritmo y el sentido de la estructura."1

(1- T. S. Eliot: Sobre la poesía y los poetas ("La música de la poesía").Editorial Sur. Buenos Aires. 1959.p.p.32)

Para ejemplificar veamos el poema "Invitación al viaje" de los Pequeños poemas en prosa. Aquí, como en otros poemas, noto ese ritmo de vaivén que insinúa el poder métrico de los versos, en donde la significación de éstos, se van marcando equitativamente con formaciones sincopadas. Recordemos que la síncopa es un sonido que se construye en un tiempo débil y se prolonga hasta un tiempo fuerte. Esto ayuda a sentir en la prosa de Baudelaire ese fluir lírico que se va yuxtaponiendo sobre los versos como en compases musicales:

"¡(22) Sueños, siempre sueños! (23) Y cuanto más ambiciosa y delicada es el alma, más los sueños lo alejan de lo posible. (24) Cada hombre lleva en sí su dosis de opio natural, renovada y secreta

sin descanso, y, desde el nacer hasta morir, ¿cuántas horas llenas

de fruición positiva podemos contar?"

Puede notarse la melodía casi misteriosa que se sobrepone al inicio de cada verso, la cual marca un ritmo particular que se extiende después de cada punto. Es permisible señalar, además, que toda la cita anterior funciona como un todo que se reconstruye sobre sí misma. En ningún momento necesitamos de los versos anteriores para contextualizar lo que allí se expresa. A pesar de ser versos que pertenecen a un poema en prosa más amplio, captamos no algunos enunciados aislados, sino más bien, una enunciación general que se genera de la estructura misma de dichos versos.

Del mismo ejemplo anterior se aprecia la voz autorreflexiva del poeta, casi confesional de sus pensamientos. El alma de Baudelaire es "ambiciosa y delicada", por ello mismo ve mermadas las esperanzas de llegar a sus "sueños". De aquí surge esa insatisfacción del poeta, la cual transmite a través de sus palabras, es decir, queda una leve idea de lo que quería mostrar o por lo menos con ganas de llegar más allá de la significación que a priori se capta de tan especial "invitación". Jean Moreás indicó con mucho acierto en su Manifiesto al simbolismo que el "arte simbólico estriba en no llegar nunca hasta la concepción de la idea en sí", por ello falta algo final para concretar la idea que revoloteó en la imaginación de Baudelaire. Para llegar a ese punto hay que aceptar la propuesta que nos dejó el poema "El viaje" de Las Flores del mal:

"Al fondo de lo desconocido para encontrar lo nuevo".

El temor a la modernidad también influyó en la obra de Baudelaire. Todos los aspectos destructivos del mundo fueron utilizados por el poeta para llegar a la pureza de sus ideas. Esa terrible ambición por la decadencia, esa negación de la belleza, no estriba directamente sobre dicho sentido, sino al que se le opone en su totalidad, por ello "al hacer el Mal conscientemente y por su consecuencia en el Mal, Baudelaire da su adhesión al bien".2 La humanidad en su totalidad va en sentido opuesto hacia el progreso, es decir, se dirige a su propia destrucción. Al poeta lo atormenta ese sentimiento de que todo está perdido, como es de notarse en el poema "Lo irreparable" :

(2- Sartre, Jean Paul (Trad.: Aurora Bernárdez): Baudelaire. Editorial Losada. Buenos Aires. 1957.p.p.49)

"¿Podemos sofocar al cruel remordimiento

Que pulula, se agita y vive

Nutriéndose en nosotros como larva en el muerto

Como hormiga en el árbol?...

Lo irreparable roe con sus dientes malditos

Nuestro mísero espíritu..."


Si bien Baudelaire sabe que es imposible escapar de esa angustiosa realidad, por lo menos trata de encontrar la manera de huir de ésta. El sabe cuál es el germen destructor que lleva la humanidad en sus adentros porque también forma parte de ella. Siento una especie de carácter confesional al identificarse el poeta mismo en el "nosotros". Dicha característica que también he señalado anteriormente como autorreflexiva se hace más evidente en los Pequeños poemas en prosa y una de las maneras que halla para escapar del exterior que lo atormenta es regodeándose en la soledad que brota "A la una de la madrugada":

"(1) ¡Por fin solo!. (2) Ya no se oye más que el rodar de algunos coches de punto rezagados y agotados. (3)Durante algunas horas,

seremos los propietarios del silencio y tal vez del descanso. (4) ¡Por fin se fue la tiranía del rostro humano, y ya no sufriré sino por mí mismo."


Ese "tal vez" ratifica el estado de insatisfacción inherente a Baudelaire, a ese espíritu insaciable que siempre buscó la paz interior. En esa hora tan avanzada de la noche, no sólo trata de evadir la realidad del mundo, del progreso, sino también, librarse de sí mismo, por eso reconoce con toda franqueza que el dolor que lo embargará a esa hora será el suyo propio y no el de los demás.

Todo el simbolismo que ofrece la obra de Baudelaire es producto de la "exteriorización unilateral del estado de ánimo interior"3 del poeta, con lo cual busca esa liberación espiritual que siempre quiso proyectar en sus poemas. Algunos estudiosos ven en ese simbolismo un estilo alegórico, que en todo caso, va en la misma dirección que aquel, la cual gira en torno a un deseo incontrolable por llegar a "lo desconocido" para poder redimirse. Sartre opinó que Baudelaire tenía un gusto inclinado por disfrazar las cosas: su espíritu, su cuerpo, todos y cada uno de los personajes y situaciones que en su poética utilizó, pero con un propósito unívoco que sugiere la purificación del mundo y del estado inconforme del poeta.


(3- Balakian, Ana: El movimiento simbolista. Ediciones Guadarrama.Madrid.1969.p.p.53)

Sé que omití poemas, que para efectos ejemplificantes, son de gran importancia en la obra de Baudelaire, bien sean de Las Flores del mal o de los Pequeños poemas en prosa, pero ello tampoco quiere decir que los poemas mencionados no tengan el mismo valor. En todo momento pretendí demostrar aspectos relevantes y característicos que me ayudara a centrarme en un mejor entendimiento de la temática que abordó Baudelaire, sin embargo, este intento por descifrar las ideas que dejó en sus obras, me comprueba una constante ambivalencia de las mismas y de la continua bifurcación que de ellas se generan.

Así, me apego a la teoría de Jean Moreás acerca del simbolismo que mencioné anteriormente, como a la analogía que Ana Balakian consigue entre la imagen mitológica de Tántalo y la insatisfacción propia del espíritu Baudelairiano, la cual es absorbida por el lector a medida que se adentra en la pluralidad de las imágenes que el poeta construyó de esa "nada", de esa oscuridad, de su constante negación hacia la sociedad, el progreso y de sí mismo.

PD. La selección de la música se la debo a mi amigo César Segovia del blog http://cesarsegovia.blogspot.com quien pudiera explicar mejor la "estridencia" que él mismo halló entre Hendrix y Baudelaire

4 comentarios:

piero dijo...

disculpa por tu espacio pero tengo que dejar un mensaje.
HOLA A TODOS LOS BLOGGEROS, PERSONAS DE TODO EL MUNDO,SERES DE OTRO PLANETA Y A TODOS EN GENERAL, ESTOY TRATANDO DE QUE MI CARTA LLEGUE A LEYCI SUAREZ, ES UN DESEO QUE LE PEDI A DIOS, Y QUE LE PIDO A CADA UNO DE USTEDES, DESDE YA LES DOY MIL GRACIAS POR TODO, Y BUENO ABRAZOS DE UN HUMILDE BLOGGERO AL SERVICIO DE TODOS... DESDE YA A TODOS LOS CONSIDERO AMIGOS, POR ESO GRACIAS Y BUENO SOLO ENVIEN EL MENSAJE A SUS AMIGOS QUE POR ALLI LLEGA ELMENSAJE.

PD: TENGAN FE EN LO QUE QUIEREN ,CREAN EN QUE LO HARAN REALIDAD, Y TRABAJEN PARA ELLO , LA TRILOGIA NUMCA FALLA.

PD: REENVIENME EL MENSAJE POR FAVOR, GRACIAS POR SU MOLESTIA.

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Me sorprendió la música, esperaba algo más suave la verdad , ya que quebranto mi lectura apasionada del escrito.

Hey que interesante el buscar desde lo más profundo de nuestras almas, ese ser oscuro o negro que tiende al mal y convertirlo en poesía.

Como que cuando la gente sufre, parece que es más creativa, y es mas sensible en su alma, y saca ventaja de todo lo malo, del dolor y todo eso que nos atormenta y puede llegar a crear cosas o versos maravillosos, que demuestran una ves más, el dolor de estar vivo.

seremos los propietarios del silencio y tal vez del descanso...

Simplemente me encanto, estoy en este momento en silencio, apenas oigo los coches a lo lejos pasar, y ya deseo descanso, son tres cosas que tengo en este preciso momento y jamás se me hubiera ocurrido convertirlos en tan bella frase.

Será que necesitamos el dolor o la tendencia al sufrimiento para ser creativos, yo espero que NOOOOO

Saludos.

Noche fresca en San José de Costa Rica, con rica brisa.

Anónimo dijo...

Me gusto muchísimo. Tremendo ensayo. Gracias por deleitarnos con tus tan buenos trabajos.

Besos.

César dijo...

Nada fácil hablar de Baudelaire... nada fácil. Por eso, mis más sinceras felicitaciones.
De la "estridencia" en Baudelaire y Hendrix... pues lo intenté... y la verdad es que al menos me gradué... jajaja

Va un abrazo y seguimos en contacto.