Gracias a la transmisión del programa Librería Sónica ha llegado a nosotros algunos libros de César Gedler, quien gentilmente nos escribió y entró en contacto con el equipo de Producción. Gran sorpresa nos llevamos cuando por obligatoriedad leímos la solapa de unos de sus libros en donde se detallaba parte de resumen curricular. Es un orgullo que personas como César nos escuche.
No obstante, la mayor sorpresa fue leer Tren sin retorno, que como bien se nota en el título, ese aspecto simbólico del regreso, tan necesario para los seres humanos, el mismo que llevó años por concretar Ulises en su viaje, está ausente en su libro. Ese “no regreso” está enfocado en la historia y específicamente en aquellos lugares que algún día fueron punto de referencia para los ciudadanos de Los Teques y sus alrededores: plazas, museos, cementerios, casas, colegios, parques, entre otros lugares, que fueron devastados por la promesa energizante de la modernidad.
César, desde una profunda nostalgia, reconstruye parte de sus vivencias y la de otras personas (familiares y amigos) para hacer reflexionar al lector sobre la destrucción que progresivamente ha acabado con parte del patrimonio histórico de una población. Si bien es cierto que toda su crónica amalgamada con una estupenda prosa casi novelesca está enfocada en la capital del Estado Miranda, todo, absolutamente todo lo narrado es aplicable a cualquier ciudad de Venezuela que haya sido víctima de este proceso devastador. En alguna parte de su libro dice: “Una población adormecida por el consumo o por la ideologías mesiánicas no se pertenece, y su destino es la rebelión o la consumación”. Esta breve frase dice mucho puesto que evidentemente nuestra ciudad, mejor aún, nuestro país, vive en una rebelión constante –necesaria en la mayoría de los casos- para zafarse de esas “ideologías mesiánicas” que han hecho de este país un hervidero de caos y miseria. No es un misterio para nadie que muchos lugares caraqueños (y del país en general) que en un pasado fueron punto de referencia para el encuentro, la tertulia, el esparcimiento y la contemplación ya no existan.
Tren sin retorno, es la crónica perfecta de una ciudad que hoy día contiene su propio pandemónium, similar al de la capital y al de otras ciudades. César Gedler se dio una tarea encomiable a través de sus vivencias y conocimiento de mundo, marcando en todo momento la tónica nostálgica del pasado pero asegurando a la vez “que todo sigue un curso interminable y (que) de nada vale que uno intente revivir el semblante de otros tiempos porque nos parezca de más valor”. Humildemente discrepo aquí con el autor, puesto que si no valiera de nada, este libro no existiera y me atrevo a decir que el mismo debería pertenecer a los textos de carácter obligatorio al menos en los colegios pertenecientes a Los Teques.
Además de todo lo dicho anteriormente, son notables las referencias culturales y literarias del autor, donde no se quedan en el olvido sus lecturas de Anatole France, Henry Barbusse y Hermann Hesse por mencionar sólo algunos. Elementos que enriquecen al texto sin la menor duda. Tren sin retorno habla “de un pueblo que se acostumbró a vivir en la desidia y que acepta como hecho irremediable envejecer sin memoria…todavía mantiene algo de su antiguo poder que encanta y embruja por su misterio y lejanía, pero al mismo tiempo produce tristeza su caída, como una proa vencida y jadeante a punto de hundirse”. Ha sido una suerte haber leído este libro por su calidad emotiva como informativa, y por la indudable calidad como cronista de César Gedler que pronto estará de visita en la misma emisora que muchos años atrás lo cautivaba con el “Reporte Esso”.
No obstante, la mayor sorpresa fue leer Tren sin retorno, que como bien se nota en el título, ese aspecto simbólico del regreso, tan necesario para los seres humanos, el mismo que llevó años por concretar Ulises en su viaje, está ausente en su libro. Ese “no regreso” está enfocado en la historia y específicamente en aquellos lugares que algún día fueron punto de referencia para los ciudadanos de Los Teques y sus alrededores: plazas, museos, cementerios, casas, colegios, parques, entre otros lugares, que fueron devastados por la promesa energizante de la modernidad.
César, desde una profunda nostalgia, reconstruye parte de sus vivencias y la de otras personas (familiares y amigos) para hacer reflexionar al lector sobre la destrucción que progresivamente ha acabado con parte del patrimonio histórico de una población. Si bien es cierto que toda su crónica amalgamada con una estupenda prosa casi novelesca está enfocada en la capital del Estado Miranda, todo, absolutamente todo lo narrado es aplicable a cualquier ciudad de Venezuela que haya sido víctima de este proceso devastador. En alguna parte de su libro dice: “Una población adormecida por el consumo o por la ideologías mesiánicas no se pertenece, y su destino es la rebelión o la consumación”. Esta breve frase dice mucho puesto que evidentemente nuestra ciudad, mejor aún, nuestro país, vive en una rebelión constante –necesaria en la mayoría de los casos- para zafarse de esas “ideologías mesiánicas” que han hecho de este país un hervidero de caos y miseria. No es un misterio para nadie que muchos lugares caraqueños (y del país en general) que en un pasado fueron punto de referencia para el encuentro, la tertulia, el esparcimiento y la contemplación ya no existan.
Tren sin retorno, es la crónica perfecta de una ciudad que hoy día contiene su propio pandemónium, similar al de la capital y al de otras ciudades. César Gedler se dio una tarea encomiable a través de sus vivencias y conocimiento de mundo, marcando en todo momento la tónica nostálgica del pasado pero asegurando a la vez “que todo sigue un curso interminable y (que) de nada vale que uno intente revivir el semblante de otros tiempos porque nos parezca de más valor”. Humildemente discrepo aquí con el autor, puesto que si no valiera de nada, este libro no existiera y me atrevo a decir que el mismo debería pertenecer a los textos de carácter obligatorio al menos en los colegios pertenecientes a Los Teques.
Además de todo lo dicho anteriormente, son notables las referencias culturales y literarias del autor, donde no se quedan en el olvido sus lecturas de Anatole France, Henry Barbusse y Hermann Hesse por mencionar sólo algunos. Elementos que enriquecen al texto sin la menor duda. Tren sin retorno habla “de un pueblo que se acostumbró a vivir en la desidia y que acepta como hecho irremediable envejecer sin memoria…todavía mantiene algo de su antiguo poder que encanta y embruja por su misterio y lejanía, pero al mismo tiempo produce tristeza su caída, como una proa vencida y jadeante a punto de hundirse”. Ha sido una suerte haber leído este libro por su calidad emotiva como informativa, y por la indudable calidad como cronista de César Gedler que pronto estará de visita en la misma emisora que muchos años atrás lo cautivaba con el “Reporte Esso”.
4 comentarios:
Gracias César por colar mi breve reseña de tu tren en este andén virtual...
Hola a todos por favor digame donde puedo comprar el libro
Estimado lector anónimo, este libro lo puedes conseguir en Caracas a través del número 0212.633.5330
Hola Cesar !
Por favor sigue escribiendo, porque te seguiremos leyendo, pues muy a pesar de la fiebre que hay con las "Redes Sociales de Twitter y Facebook", yo prefiero leer y tus libros son sencillamente deliciosos !
Feliz tarde !
Luz Marina
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